6.12.12

El asesino de gatos

Aún recuerdo cuando en primero de primero de bachillerato descubrí que en la biblioteca tenían otra copia del libro de Lecturas de física de Feynman -llevaba un tiempo leyendo la que había en el colegio. Para mí representó toda una alegría y me tiré de cabeza a releer la sección de probabilidad. Pero lo que venía después, era... bueno, aburrido, por conocido, así que en esta ocasión me fui de cabeza a la parte de física cuántica. Lo que allí me encontré, casi nada más empezar, me desconcertó hasta el punto de significar una crisis de creencias para mí. Todo parecía estar mal.

Me costó un tiempo considerable llegar a conciliarme primero y luego amar a la física cuántica. Lo que en aquellos libros se mostraba era una versión algo distanciada de la interpretación de Bhor, de la llamada Interpretación de Copenhage, pero sobre todo me preocupaba la deducción inmediata, la del desagradable húngaro Von Neumann, la de que los observadores tenían algo diferente. Aquello simplemente no podía ser, mi ateísmo aún en fase de reforzamiento no podía soportar la diferencia entre las 'cosas' del universo y los 'observadores' que las hacían 'colapsar'. En el fondo filosófico los observadores estaban hechos de otra sustancia -o al menos la contenían- la voluntad, y eso era tan místico como otorgarles alma a los observadores y por lo tanto todo pasaba a no tener sentido alguno. Hay un montón de supuestas paradojas que se estuvieron discutiendo mientras se forjaba la mencionada interpretación. La más importante es la EPR, pero la más popular es la del gato de Schrödinger. En la paradoja del gato, un efecto cuántico imprevisible, la desintegración de un elemento radioactivo, se amplifica hasta superponer el gato en dos estados, muerto y vivo dentro de una caja cerrada -en realidad en una caja aislada del resto del universo, sería lo correcto. Las ecuaciones dejan claro que el gato efectivamente debe estar vivo y muerto a la vez, como en el cartel que he añadido al principio del artículo, pero, ¿qué pasa cuando 'abres' la caja -si es que es posible cerrar una caja para aislarla del resto de universo y luego abrirla, claro-? ¿Ves un gato muerto y vivo a la vez? En la interpretación de Copenhage el acto de mirar, obliga a las partículas del gato a decidirse sobre si son parte de un gato muerto o vivo. Absurdo para mí, de hecho el gato mismo a mí me vale como observador y ya debería haberse colapsado así mismo, lo que te lleva a la conclusión de que el gato tiene una cualidad mágica, la de colapsar la realidad y en cierta forma transformarse en una deidad... habría que meter a Bohr en una de estas cajas por la herencia que nos dejó.

Por suerte no tardé demasiado en toparme en una revista con una breve descripción de la interpretación de muchos universos y muchas mentes, del poco afortunado y apreciado maestro Everett. Pero las quejas sobre las conclusiones de la separación de los universos son razonables, y en particular me preocupaba la probabilidad cero que claramente se deducía para la existencia concreta y específica en la que yo estoy. Tardé muchos años en darme cuenta que la ecuación de Broglie implicaba una conclusión sorprendente y consoladora: si la longitud de onda de vibración de la función de onda asociada a cualquier componente material es inversamente proporcional a su momento -en el fondo a su contenido energético- y si esta longitud de onda representa -como es- su 'vibración' y en el fondo de los separados -no idénticos- que son sus estados simultáneos de existencia, el objeto más grande posible -el cosmos- tendrá la variación más pequeña, es decir, que la mayor parte de los universos paralelos son... bueno, el nuestro básicamente. Esta conclusión era la pieza último que me faltaba para aceptar plenamente la interpretación de múltiples mundos.

Durante años he esperado a que la interpretación de Copenhage cayese en el olvido. Algunas personalidades como Penrose -al que considero tan equivocado en casi todo, que me leo todos sus libros para poner a pruebas mis ideas sobre la existencia- directamente odian la cuántica y su cualidad de indeterminación y publican aberraciones sobre la incoherencia de todas las interpretaciones de la cuántica posible intentando así demostrar que simplemente es filosóficamente incorrecta -de hecho en 'El camino a la realidad', la crítica más burda es la que hace a la interpretación a múltiples mundos. Hasta hace muy poco, y para mi tristeza, variaciones modernas de las ideas de Bohr eran las más populares y en el día a día parece que la idea de la decoherencia, era lo más aceptado. La decoherencia se aproxima a lo que he dicho antes de la ecuación de Broglie, pero si leéis el anteriormente mencionado libro de Penrose veréis como no explica nada en realidad.

Por fin, en los últimos tiempo he empezado ya a escuchar voces y leer artículos en los que se trabaja sin más con la teoría de los múltiples mundos. Hoy en la serie que ponen en Discovery Max presentada por Morgan Freeman uno de los científicos ha sido bien claro: 'las ecuaciones sólo dejan margen para la existencia de múltiples mundos'. Me ha hecho feliz y por eso este artículo.

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