14.4.13

La añoranza de la élite

Hay algunos supuestos intelectuales a los que desprecio. Uno por el que siento especial desprecio es Fernando Sánchez Drago. Este hombre, a parte de decir demasiadas tonterías y ser moralmente criticable -baste recordar la famosa anécdota de la menores-, muchas de las que cosas que dicen dificultan los auténticos y posibles caminos para acercarnos a algo parecido al conocimiento: aquellos que usan las direcciones señaladas por las ciencias experimentales. No deja de ser penoso que alguien como este tipo escriba en un libro lo siguiente:


«Es el judío un lobo para el judío. ¿Quién acertará a olvidar los comistrajos y contubernios entre los nazis y sus víctimas?(...) Cinco millones de personas no van al sacrificio si de verdad desean evitarlo. Sólo los borregos, los suicidas, los mártires y los jugadores a largo plazo colaboran con el matarife. Los judíos del Tercer Reich no eran, por supuesto, borregos ni suicidas ni mártires. Conque... Los rabinos se sentaron a la mesa y movieron, con hilos largos, a sus soldaditos de plomo: Hitler y Churchill, la Gestapo, las divisiones acorazadas, el Ejército Rojo, un mujik de Ucrania... Harían bien los arios y no arios... abandonado el yermo de la historia a los judíos que tanto gustan de triscar por ella y ciñéndose la esvástica...» 
Sánchez Dragó. Gárgoris y Habidis, pp. 39 y 40.13

Y le den el Premio Nacional de Ensayo... bueno, al menos era el año 1979 y ha llovido mucho desde entonces. Ha llovido mucho y aún así, ha seguido teniendo espacio en la televisión, de una forma o de otra, dándose un aire de entendido, de gurú sabio místico y seguido contando sus tonterías que muchas veces parecen sacadas de las tenebrosas cavernas sifilíticas del más absurdo de los filósofos, de los tiempos modernos. Al menos, el tiempo ha terminado llevando a Dragó a su posición natural, a sentarse en el lado de los chalados y los místicos de Cuarto Milenio y a decir sandeces.

Pero no era de Dragó en realidad del que quería hablar, sino de lo que estaban hablando. Hace mucho que la evolución cultural ha sustituido  a la evolución genética como herramienta para nuestra supervivencia. No necesitamos ser más fuertes, ni siquiera más listos, cuando la cultura nos pone en la mano la fuerza extraordinaria de la tecnología. La invención de la escritura aceleró y potenció la evolución cultural. La imprenta la volvió a acelerar y desde luego las actuales tecnologías de la información van a dispararla hacia el cielo. ¿Esto significa que nuestra evolución genética está condenada a detenerse o nuestra calidad genética a empeorar? SI, y menos mal. ¡Ya que ahora ya es innecesaria! La medicina suple nuestros defectos genéticos, por poner un ejemplo. Esto parece que asusta a muchos, y supongo que aterra a los que aman las tonterías que decía el sifilítico. La tontería de que el hombre debe ser superado y que la evolución tiene un destino. Pensar que la evolución tiene 'dirección', que lleva a cosas 'mejores', etc... es simplemente desconocer de lo que se está hablando. La evolución sólo es cambio y adaptación al medio. Si el medio es tecnológico la evolución no llevará a la raza humana a ser más fuerte y más inteligente, porque eso es un gasto innecesario.

¿De qué se quejaban entonces? Se quejaban -como bien decía el representante de la sociología del lado razonable de la mesa- de que ahora la capacidad de participar en la cultura es democrática en su sentido más radical. Dragó incluso llegó a rebuznar: '¡La cultura por definición es elitista '. Ah... cuán despreciable es esa idea.Yo la llamo la 'añoranza de la élite'. Es una idea vieja, es famosa su aparición en Platón -cuánto daño ha hecho ese hombre- cuando prefiere a la aristocracia como forma de gobierno. En el fondo se trata del miedo de la élite cultural tradicional de perder su razón, de darse cuenta de que su 'verdad' no era más una posible, de las muchas posibles. Ah... es tan complicado aceptar que la mayor parte no tiene porqué pensar como tú, que lo que tú crees que es superior es estiércol para la mayoría,  que muchos se lanzan a clamar el fin del mundo porque la 'honrosa cultura', la 'perla' a acabado como comida de la piara de cerdos.

El mundo a cambiado, ¡benditos sean los dioses!, la élites ya no se van a poder refugiar en los modelos caducos en el que el 'sabio' profesor enseña al futuro conquistador del Imperio Persa mientras la mayoría es incapaz de leer o de sumar. Ahora la mayoría ya no se vestirá de bronce y se dispondrá a morir por su niño-dios cruzando con larga lanza el desierto de Gedrosia. No, ahora la élite está desnuda frente a todos, su 'verdad' se puede contrastar a través de Internet, y la auténtica naturaleza de la élite -la mentira, la soberbia, el orgullo, la ambición desmedida y en muchos casos la sicopatía- va a ser fácil de percibir en su auténtica y maloliente realidad.

1 comentario:

Herel dijo...

La escasez y limitación propicia el beneficio de quienes controlan un cierto producto. En el caso de las ideas, la escasez es algo más artificioso aún de lo que podría ser un control premeditado de la oferta de algo físico.

Una vez superada la ligazón de la idea con un soporte físico unitario o un medio de difusión costoso que hacía fácil su control y monopolización, sólo queda el tema de la notoriedad, publicidad, que supone la diferencia entre que el producto sea conocido, importante, masivo, valorado... o que sea ignorado aunque esté ahí disponible.
(Y aquí como chascarrillo que no tiene ni pizca de gracia, me vienen a la cabeza los informes millonarios pagados con dinero público, que resultan luego ser una chorrada fusilada de internet)

Y en ese punto los grandes lobbies siguen teniendo gran ventaja de partida, gracias a una base económica que les permite igualmente dictar leyes a gobiernos y financiar su propaganda típica, esa que dice que sin ellos no existe la cultura, que sin patentes no se generarían ideas.

Estos opinantes profesionales y otros tantos que viven de otras cosas que hace igualmente mucha gente sin tanto soporte económico ni mediático, siguen teniendo su pan de cada día pese a internet, gracias al segundo punto. Ahora tienen muchísima más competencia, pero la ventanita en la que salen ellos sigue contando más audiencia y visibilidad que las pequeñas ventanitas gratuítas de la mayoría de las alternativas. Y aún así se quejarán, patalearán y harán lo que les toca: defender lo suyo.

Y pueden estar tranquilos, porque las jerarquías siempre existirán, y aunque todo el mundo tuviera el mismo espacio para hablar, unos serán mucho más leídos que otros, y unas opiniones más valoradas que otras por el sólo hecho de quién las dice.