Buenos días, Shamsia.
Son muy buenos,
Nasree, un día despejado y luminoso. Por cierto, me encantó la cantante de
ayer. Nunca había escuchado nada igual. Ni visto nada igual.
Pensé que te podría gustar. Se llama Yawahana, es una elfa
de la selva Kalasa, vino con la primera expedición a la selva por parte del
reino del Roc y vaga por los reinos de oriente cantando sus canciones
tradicionales.
Me gustó sobre todo
la última, era… no sé, me conmovió.
Eso me imaginaba. Melen’Gwebe Arlaya “La lamentación de la
mujer del lago”. Es muy diferente de las demás porque dicen que fue compuesta
por una ninfa de la selva. Dicen que una ninfa sufrió tanto ante la muerte del
único hombre al que realmente amó, que no sólo compuso la canción, sino que
abandonó a las suyas y vagó eternamente por el mundo cantando la canción y
buscando de nuevo a su hombre, que ella esperaba que se reencarnase en algún
lugar en alguna época.
¿Qué es una ninfa?
Son mujeres mágicas. Muy hermosas. Tan hermosas que ningún
varón puede resistírseles. En la selva Kalasa todos los elfos están seguros de
su existencia, tan seguros como de que al día siguiente volverá a salir el sol.
Dicen que sus voces cuando cantan pueden ser tan hipnotizadoras que un hombre
se dejaría morir de hambre sólo para no hacer otra cosa que escucharlas. Dicen
que su cuerpo es tan bello que algunos hombres han muerto de infarto al verlas
desnudas por primera vez. ¿Qué opinas tú?
Que por lo que os
conozco a los hombres, no me parece que tengan que ser tan hermosas para que
dejéis de comer hasta la muerte por verlas desnudas.
Je je. Tal vez. Los expertos están casi seguros de que las
ninfas existen en alguna parte de la selva, y creen que son humanas –sólo
mujeres- no sólo de gran belleza, sino con una alta afinidad con la magia.
Algunos sacerdotes opinan que se trata del harem original.
¿El harem original?
Sí cuando Dios creó al primer hombre, Rajja, y no me voy a
meter a discutir si se trata del dios del Sol Llameante o de la Rosa
Resplandeciente, creó a su lado un harem de cien mujeres tan hermosas y
poderosas como él mismo, para que así pudiese poblar el mundo con rapidez. Pero
Rajja sólo amó a tres de las mujeres, Maram, Fattya y Ruwa. Escapó con ellas
del lago que le había entregado Dios, y las demás mujeres quedaron allí,
inmortales, poderosas y hermosas, esperando de nuevo a Rajja. Una vez
descubierto el paso por el Reino del Roc algunos de la iglesia han llegado a
proponer al keanato que se envíe una expedición al kalasa en busca del lago en
el que se encontraría dicho harem.
¿Y por qué vuestro
dios iba a crear cien mujeres para un solo hombre? Por los hombres que he
podido conocer con una ya acabáis más que agotados.
El primero hombre, Rajja, se le supone que era muy superior
a nosotros sus pobres hijos, capaz de vivir cientos de años y de grandes
proezas.
El pobre no podía con
cien mujeres y por eso se escapó del lago sólo con tres.
Ja ja. Podría ser, aunque yo soy más bien soy de la Rosa
Resplandeciente, y no creo que tome nunca a más de una esposa.
Si es que encontráis
a alguna que os tome por esposo.
Eh… ¿lo veis complicado?
A veces, a
veces. ¿Y por qué me contáis todo esto?
Una posible explicación de la gente de Numsia es que sean
descendientes de estas ninfas de la selva. Y tal vez tú seas una de ellas.
¿Piensas que soy una
ninfa arrebatadora de la selva?
Yo no sé qué pensar, pero eso piensan muchos, incluso tú
misma. Eres una adharif, ¿no?
Soy una adharif, es
algo que he asumido. Y creo que mi origen está en Numsia, sí. Pero no soy tan
especial como una misteriosa ‘ninfa de la selva’. En cualquier caso, me parece
muy normal por parte de hombres, que existiendo una comunidad de mujeres
hermosas y poderosas como esas ninfas o mi gente de Numsia, si es que realmente
provengo de allí, crean que son las mujeres creadas por vuestro dios para
satisfacer al primer hombre. Estoy convencida de que ese Rajja era tan tonto
como la mayoría de vosotros, si las creó dios para él, no creo que él se fuese
por sí mismo con esas tres, no, las chicas del lago lo expulsarían por idiota.
Samshia, se te ha inflamado el pelo.
¿Qué? Oh, perdona,
perdona. Déjame que me tranquilice un poco.
¿Quieres un té? Acabo de prepararlo.
Gracias, sí.
Veo que las relaciones entre hombres y mujeres, te
soliviantan.
No sé qué es
soliviantar, pero me enfada que los hombres deis por hecho que existimos para
serviros, que podéis disponer de nosotras porque así son las cosas y no hay más
que hablar.
No todos pensamos así, créeme, y en esta ciudad encontrarás
que las mujeres tenéis mucha más libertad que en otras partes.
Sí, tienes razón,
perdóname. Está bien este te, ¿de qué es?
Es de los Oll, con una pizca de canela y clavo.
Está bueno, tendré
que comprar un poco. ¿Qué quieres que te cuente hoy?
Habías llegado a Al Fartha. Me gustaría que me contases
alguna de las expediciones o cacerías que tuviste por allí, quisiera verlo en
primera persona, o sea, con la diadema, y a parte quisiera entender cómo
pudiste ganarte la vida allí, están en territorio de la Iglesia del Sol
Llameante.
Está bien, te cuento
primero lo segundo y si quieres luego intento rememorar una de las expediciones
con la diadema.
De acuerdo.
Pues cuando llegué a
Al Fartha, me sorprendió ver la presencia extendida de la Iglesia.
¿Cuántos había? Y, ¿cómo era la ciudad?
Es cierto que no te
he contado realmente cómo era Al Fartha. A pesar de ser una ciudad antigua,
como ya hemos estado hablando, parece desde el exterior un campamento, porque
es más bien pequeña y la parte superior de sus murallas es una empalizada. En
los campos de fuera de la empalizada hay ruinas, casas reducidas a piedras
sueltas, columnas e incluso lo que parecen viejas estatuas semienterradas, pero
nadie les hace caso. Como mucho son parapetos donde protegerse de algún troll
perdido, y en el peor de los casos escondites para una partida troll que ronde
a los que vayan a salir de la ciudad. Lo que domina de verdad la ciudad son sus
torres defensivas. Cuatro, de madera en la muralla y la más identificativa la
que sobre sale del edificio principal la taberna del centro de la ciudad, La
Taberna Vieja. Esta torre es de piedra, fea y desgastada, pero de piedra y si
uno ha pasado por o vivido en Al Fartha, nunca la olvida. Cuando las cosas han
ido muy mal la visión a lo lejos de la torre de la Taberna Vieja significa que
las cosas están empezando a mejorar.
Lo cuentas como si vivir en la ciudad fuese jugarse la vida
a diario.
Sí, eso es, realmente
vivificante; pero no para dos mujeres jóvenes, sin conocimientos ni equipo para
cazar trolls, no para dos camareras. Mi principio en Al Fartha fue
desesperantemente lento. Pero no me adelanto, querías una descripción de la
ciudad. Sólo había una plaza principal y en ella no había ni palacio ni una auténtica
mezquita. El edificio principal era La Taberna Vieja, en torno a ella
funcionaba toda la vida en la ciudad. En la Taberna Vieja se leían los
encargos, normalmente caza de trolls, aunque los detalles variaban, a veces
cosas más complicadas y mejor pagadas, como intento de rescate de alguien, que
normalmente se encontraba muerto, o localización de alguna de sus pertenencias.
A parte de las cacerías, estaban los trabajos normales, herreros, cocineros,
armeros, sastres, etc… La ciudad atraía a muchos ansiosos de aventuras y
riquezas, así muchos aprendices de herreros o de armeros, acababan enrolados en
partidas de caza y muertos al poco. De forma que no era raro encontrar en La
Taberna Vieja anuncios de artesanos buscando nuevos aprendices. Y además la ciudad
no podía cultivar nada, así que todo venía de fuera, de forma que el comercio
era imprescindible. Tres eran los comerciantes que hacían aquella ruta suicida
y mantenían una caravana permanente: Musa Farth, nacido en la ciudad, mantenía
la ruta hacia Salasem y es a la que yo había acompañado, Ijsan Ben Husni,
mantenía una ruta abierta hasta Alcamisso y correspondía al sureño Kenshi
Ryoken mantener abierta la ruta a Al Hassim, una de las más complicada porque
los señores de la ciudad del Hierro mantenían en pie la guerra con el Sultanato
del Sol y su ruta era considerada contrabando por ambas partes.
¿Y no lo detenían?
Yo creo que ambas
partes hacían la vista gorda. Los de Al Hassim necesitaban vender su hierro, y
necesitaban desesperadamente complementar sus pobres cosechas, mientras que el
Sultanato no lograba una fuente de hierro con la que forjar los ejércitos que
ansiaba. Muchas veces vi como buena parte de la comida traída de la costa por
Musa acababa en los camellos de Kenshi, y el hierro, aunque no tan abiertamente,
estoy convencida de que hacía el trayecto inverso. Las tres caravanas
necesitaban fuerte escolta y eran otra fuente de trabajo en la ciudad. Y por
supuesto estaban las tabernas. A veces los que encargaban las cacerías de troll
venían ellos mismos a escoger lo que realmente querían, eran grandes
comerciantes muy adinerados, gente que podía permitirse gastar grandes
cantidades de dinero y que creían que el troll podría curarles enfermedades o
la vejez. Esa gente exigía alojamientos de su nivel, así que las tabernas y
posadas de la ciudad podían rivalizar en calidad con las de algunas grandes
ciudades.
No sería para tanto.
Pues, algunas sí que
eran buenas, quiero decir nada como, no sé, la Bella Bailarina de Alcamisso o
la Dorada Taliques de Al Hassim, pero sí que eran tabernas donde se podía beber
y comer a gusto y posadas en las que casi no se encontraban chinches.
De acuerdo.
Así que la ciudad
tenía un centro natural, con su plaza donde se leían los contratos, y allí
mismo estaba la vieja casa donde vivían el iluminado y su media docena de
ofrecidos. Había además un mulá que daba misa, a la que era obligatorio
asistir, justo al amanecer. Como no había una mezquita real, las misas se daban
al aire libre. Yo me libraba, claro, en el Sultanato las mujeres no rezan en
público y en Al Fartha nadie se aseguraba de que rezara en privado. Había unos
almacenes, que normalmente eran vigilados por un grupo de ancianos cazadores o
tullidos, donde se depositaban las cosas más valiosas, y detrás de estos
almacenes unos pozos donde a veces había algún troll vivo. A partir de este
centro la ciudad se expandía como los radios de una rueda hacia las murallas,
en callejas pequeñas con casas altas a ambos lados. Muchas casas parecían
remiendos de casas sobre otras más antiguas, supongo que por las veces que la
ciudad ha sido destruida, como me contaste. Y en muchas de aquellas calles una
taberna o una posada hacían de punto central de una serie de artesanos. No es
que hubiese barrios, no era tan grande, pero era normal identificar un
determinado herrero o armero como ‘el de la Taberna del Jorobado’.
¿Había una ‘Taberna del Jorobado’?
Sí, y allí es donde
estuvimos trabajando Nawra y yo al principio. En realidad era la ‘Taberna del
Camello’, pero el dibujo del cartel estaba tan mal hecho que todo el mundo
decía que era un jorobado y no un camello y así se le quedó el nombre.
Ja ja, ya veo.
La Taberna del
Jorobado, tenía un par de habitaciones, pero no acogía a huéspedes, una era
para el dueño Ibrahim y su esposa, y la otra acabó siendo para Nawra y para mí.
Cuando llegamos a la ciudad, Ibrahim había descubierto que una de las hierbas
locales le daba un sabor especialmente sabroso al pescado salado que venía
desde la costa, y como había sido cazador y muchos de ellos le debían favores,
tenía en aquel momento una de las mejores sopas de pescado de la ciudad. La
cosa es que estaba teniendo éxito, y no daba a vasto, y ahí entramos nosotras
dos.
Fue suerte.
Suerte de demonio del
desierto, ya te he dicho que me acompaña.
No creo que eso exista.
Lo que deseo acaba
cayendo en mis manos, así que algo de suerte tengo. Ya lo verás.
Eh… continúa, por favor, Shamsia.
La taberna estaba
hacia el norte de la ciudad, y no estaba lejos del centro, lo que era muy
conveniente para mí, que estaba ansiosa por meterme en alguna de las cacerías
de trolls, pero, ¿cómo explicarle a alguno de aquellos jefes de cazadores
fornidos que yo era lo que era? Lo cazadores tenían buenas armas largas y
armaduras de cuero bastante mejores de lo que yo tenía, así que pensé en
conseguirme el equipo primero, antes de pensar en nada más. Pero Ibrahim además
de bueno en condimentar pescado, era un agarrado de mucho cuidado, y pronto me
di cuenta de que no iba a ganar tanto dinero con él como con Malik que era un
manirroto.
No te iba a dar para comprarte el equipo.
Me iba a dar, pero
sólo tras muchos años, de trabajo y no quería esperar tanto. Aunque aquella
espera tuvo algunas cosas buenas. Primero me enteré de los lugares que había
entorno a Al Fartha, dónde solían cazar unos y otros, incluso dónde había
cuevas y ruinas; y Segundo y más importante, la fiebre por mí de Nawra se fue
transformando en aburrimiento al tiempo que se le despertaba su auténtica
vocación de cocinera. Eso fue una suerte para ella, porque creo que no hubiese
sobrevivido a las cosas en las que me metí después.
Cacería de trolls.
No exactamente, pero
sí. Verás no podía hablar abiertamente de mi poder con nadie de la ciudad,
porque el iluminado estaba siempre aquí o allá, y ninguno de los jefes de
cacería me parecía alguien en el que pudiese confiar. Nader el Crujecráneos,
era simplemente un bruto, que perdía a más gente contra los trolls que
cualquiera de los otros, si seguía entrando gente en su grupo era por su
aspecto feroz. El norteño Oleg, era taimado, inteligente y el mejor candidato,
pero odiaba a las mujeres y nunca pude averiguar ni comprender por qué. Rasim
el Afortunado, simplemente hablaba demasiado cuando bebía y a veces sin beber,
no se le podía confiar ningún secreto. En definitiva, que ninguno me parecía el
más adecuado y yo estaba empezando a desesperar, cuando apareció en la ciudad
el enano Uatchkar con algunos de los suyos y mucho dinero que gastar.
Un dúnitor cazando trolls.
En apariencia, pero
resultó ser mucho más complicado que todo eso. Tuve la suerte de que apareció
por la taberna atraído por la sopa de pescado de Ibrahim. Eran sólo tres, pero
fuertemente armados. El propio Uatchkar, que vestía una armadura de malla de un
color plateado brillante y usaba como arma un martillo muy pesado, era el que
llevaba constantemente la palabra. Tarack, que era el explorador, llevaba una
armadura algo más ligera, de cuero tachonado de hierro, utilizaba un hacha y un
escudo redondo que normalmente llevaba a la espalda. Finalmente Utku que
resultó ser el hermano de Uatchkar, parecía incómodo en su armadura de cuero
grueso reforzado con algunas partes de hierro, y llevaba como arma la ballesta
más grande que había visto jamás. En seguida me di cuenta de que no venían de
Tabar como afirmaban, el acento simplemente no era el correcto, y hablaban
entre ellos en thiraqueño, la lengua original de los enanos, cosa que muy
raramente hacían los de Tabar, que en su mayoría eran nacidos y criados en las
granjas de esclavos de la propia ciudad.
Así que venían de algún otro lugar y tenían razones para
ocultarlo.
Así era, y pensé que
podrían ser mi oportunidad de tener algo de acción diferente a la cargar con
platos de sopa de pescado mientras esquivaba los pellizcos. Pero, ¿cómo
plantearlo? Tenía que estar de alguna manera segura de que no iban a
denunciarme ante la iglesia. Así que me propuse vigilarlos discretamente. Lo
primero que me quedó claro es que no cogían ninguno de los encargos de la
Taberna Vieja. Hacían el paripé de ir a la misa y luego de escuchar todos los
encargos, pero nunca tomaban ninguno, sin embargo salían de la empalizada casi
a diario. Y debían luchar con los trolls porque una de las veces regresaron con
algunas heridas, una vez incluso trajeron a un troll muerto y lo vendieron como
hubiese hecho una partida de caza normal. Por la noche tenían una vida muy
activa. Yo estaba trabajando y me costó escaparme lo suficiente para darme
cuenta de lo que hacían. Recorrían las tabernas siguiendo un ciclo fijo, y
trataban de hablar siempre con gente diferente. Estaban buscando alguna clase
de información, eso es lo que estaban haciendo.
¿Y qué es lo que buscaban?
Ahora llego a eso. Una
mañana muy temprano, los descubrí en un almacén a solas. Lo habían alquilado
casi desde el primer día que llegaron pero nunca les había visto meter nada en
él, así que ya sospechaba, pero siempre lo cerraban muy bien después de entrar.
Aquella mañana no lo habían cerrado, así que pude mirar desde una rendija de la
puerta y verlos. Estaban celebrando una misa. Si yo no hubiese sido de Tabar no
hubiese reconocido el ritual, pero es que ya lo había visto muchas otras veces.
Resultó que el martillo de Uatchkar no era sólo su arma física, también era su
arma espiritual, su símbolo, y su centro. Uatchkar era sacerdote de Tluom y
estaba dando una misa a dos compañeros. No solo eran extranjeros sospechosos,
eran herejes. Era mi oportunidad. Entré en almacén dispuesta a hablar, y de
inmediato Tarack recogió su hacha del suelo y se abalanzó sobre mí. Me intenté
cubrir con el brazo derecho mientras alcé mi mano izquierda envuelta en llamas.
Una palabra thiraqueña salió de la garganta del sacerdote, que imagino que
significaba ‘detente’ o algo así, por un hacha no me abrió la cabeza.
Cuando me atreví a
mirar los tres enanos me rodeaban y el sacerdote me estaba preguntando si era
una hechicera. Le conté mi historia, al menos una gran parte de ella. Al
finalizar Uatchkar me sonreía y me decía “vaya, vaya, una adharif”, se giraba
hacia los demás y repetía “amigos míos nos sonríe la suerte, contamos con una
adharif”. El resto fue relativamente sencillo, me invitaron a comer en un
apartado de la Vieja Taberna –la taberna central no era la más lujosa de Al
Fartha, y creo que eso era a propósito, pero sí era la más grande y tenía habitaciones
donde comer mientras se cerraban negocios discretamente- y me contaron lo que
estaban haciendo en la ciudad.
Me tienes intrigado, ¿qué era?
¿Conoces la historia
del Medallón de Kalim?
¿Y quién no? Un artefacto creado por Dios mismo, o tal vez
por los sacerdote del sol más antiguos, los de Agha en el imperio casti. Un
colgante que proporcionaba a aquel que lo portara toda las victorias en
batalla, siempre y cuando su causa fuese buena y justa. Un artefacto al que fue
conducido el Segundo Profeta para que pudiese liderar la Guerra Santa y así
restaurar el Sultanato. Todo el mundo conoce esa historia.
Esa no. La del Señor
de los Trolls.
Ah, ese rumor, sí. Lo he escuchado alguna vez. Durante la
Gran Guerra, bueno, antes de los de Al Jorat, cuando la vieja ciudad ya estaba en
guerra con Al Ossín, supuestamente apareció a las puertas de la ciudad un
mercenario a la cabeza de un ejército de trolls. Teóricamente dicho mercenario
habría logrado el apoyo de los trolls debido a que portaba el medallón.
Y cuándo lo perdió
tuvo que irse de Tamana.
Eso, es… bueno, una versión de una versión, de un rumor
poco probable. Otra versión dice que el actual Kean le convenció de que con
semejante ejército le estaban pagando demasiado poco dinero y que se fue a
pedir más. Otra dice que el generar Artur se coló por la noche en la tienda del
mercenario y lo asesinó. Otra dice que en realidad se trataba de un muerto
viviente y que enfrentado a Ismail el Pío, tuvo que marcharse. En fin, yo creo
que es un cuento extraño de la guerra. Sería un soldado con uno o dos trolls.
Era un ejército. Y el
mercenario se llamaba Widolf Hasser, un nórdico, que había encontrado el
Medallón.
¿Hasser?
Widolf Hasser, de
Verna.
La única persona apellidada Hasser que conozco es una
sabia, pacífica, de la Hermandad de la Palabra, y no puedo imaginar nada más
alejado de un ‘rey’ de los trolls.
Mucha gente tendrá el
mismo apellido, eso no prueba nada. Es como te digo.
Digamos que sí, ¿cómo lo sabes?
Ellos venían desde el
Reino del Roc, y había encontrado los detalles de la historia del Rey de los
Trolls en papeles secretos de su Rey.
¿Le habían robado libros a Sevork?
No sé cómo se llama
el Rey del Valle, ni idea, ellos lo llamaban ‘Caracruzada’, y no le tenían
mucho aprecio. Un rollo religioso o no sé qué, pero eso me daba igual. La historia
que contaban era justo la clase de cosas que había venido a buscar a Al Fartha,
así que en seguida me apasioné con ella.
Vale, digamos que conocieran algo más allá de un rumor
absurdo, ¿qué decían exactamente?
Que Widolf había
encontrado junto a otros el medallón oculto en alguna parte cerca de Al Fartha,
pero que fue el único superviviente, y que pronto se dio cuenta de que podía
vencer en cualquier combate con aquel medallón contra su pecho.
El medallón permite ganar batallas, no peleas.
Los enanos decían que
también peleas, y otras muchas cosas. Decían que el tal Widolf fue ganando
confianza en el poder del medallón, y entonces hizo lo que nadie habría pensado
jamás, retar a los trolls como ellos hacen entre ellos, como un joven intenta
apartar a un jefe viejo. Un plan loco, pero que funcionó, y así, combate tras
combate fue como se hizo Rey de los Trolls.
Buena historia, pero poco probable. El Medallón sólo apoya
a causas justas y buenas, no apoyaría a un guerrero cualquiera, ambicioso, que
quisiera hacerse rey de los trolls.
Veo que no la creéis.
No, la verdad es que no.
Pues al menos en
parte era verdad, y Uatchkar y los suyos estaban allí para encontrar el rastro
del medallón.
Pero si creían en la historia del Rey de los Trolls, el
medallón ya había sido sacado de Al Fartha, incluso se habría perdido durante
la guerra. ¿Qué hacían en la ciudad?
Tenían una idea. La
historia del Rey de los Trolls, incluía su muerte durante el asalto de los
sureños a la Tamana Bal…
Por favor, intentamos no pronuncia ese nombre. Mala suerte.
No os hacía supersticioso.
Yo.. yo tampoco te hacía usando esa palabra.
Los libros enseñan
muchas cosas. Pues mis enanos creían que el Rey de los Trolls había muerto
durante el asalto de los sureños de la vieja ciudad, y que sus trolls se habían
dispersado, y, lo que era más importante, que habían regresado hasta Al Fartha,
hasta su tierra.
¿Trolls con nostalgia?
Eso es. Así que
pretendían atrapar a algunos de los más viejos e interrogarlos para descubrir
todo lo que pudiesen del Rey de los Trolls.
¿Qué? ¿Acaso los trolls puede ser… interrogados?
¿Por qué no?
¿Cómo... qué… o sea… hablan?
Claro, en nuestra
lengua.
No puede ser.
Sí. Torpemente, casi
no conocen palabras, pero sólo hablan una lengua, la nuestra. Y se les amenaza
adecuadamente hablan mucho, mucho.
A ver si lo entiendo, ¿el plan de ese sacerdote de Tluom
era ir capturando trolls viejos, que me han dicho que son de los más grandes y
agresivos, e interrogarlos hasta que le contasen los supuestos secretos del Rey
de los Trolls?
Exacto. Apasionante,
¿no?
Una locura más bien.
Uatchkar pensaba que
conmigo a su lado, especialmente cuando supo que podía quemar a distancia,
convencer a los trolls de que debían colaborar sería mucho más fácil. Pero
estaba sobrevalorando mi habilidad. Al día siguiente salimos al campo, en un
lugar más o menos seguro para que demostrase mis habilidades. Los enanos aplaudieron
mis poder, pero sin el miedo o la ira, mi puntería y mi control eran, bueno…
lamentables. Así que el sacerdote empezó a entrenarme.
¿El… sacerdote?
Sí. Uatchkar. Ellos
pueden moldear el fuego como yo, y también la tierra.
Sí, pero… ellos, o sea, es una cosa divina, de los dioses,
no tienen mucho que ver con tu poder, con la magia, con.. o sea, no es posible.
El fuego es el fuego,
¿no? Nunca pensé que fuese imposible. Tal vez por eso funcionó. Bajo las
enseñanzas del sacerdote mi control se hizo mucho más profundo de lo que había
sido nunca. Aprendí cómo fijar mi objetivo, cómo limitar la intensidad de mi
fuego, cómo proyectarlo incluso detrás de una roca, fuera de mi vista. Amplié
también el alcance de mi capacidad e incluso aprendí cómo hacer bailar el fuego
de una fogata.
Sí, eso lo vi en la taberna ayer. Es hermoso.
Gracias. Mientras yo
aprendía los compañeros de Uatchkar habían estado localizando a los jefes de
las tribus más cercanas así que, para cuando le parecí lo bastante fiable al
sacerdote, salimos a cazar. Me forrando de una armadura tan pesada que me
costaba moverme, pero al final me alegré de llevarla. No puedes imaginarte el
impacto de una piedra lanzada por un troll, es demoledor.
¿Fue grave?
Gracias a la armadura
enana lo justo para cabrearme mucho y los trolls pronto se rindieron cuando me
vieron arder en llamas y hacerlos arder a ellos también.
¿Mataste a muchos?
¿Con el poder que
tenía entonces? No hubiese podido, los trolls se curan a una increíble
velocidad, es algo prodigioso de ver. Estás hablando con ellos tras haberlos
asado como a un pollo y puedes ver cómo sus quemaduras simplemente desaparecen.
Luego tienen un hambre atroz, eso sí, por lo que pude aprender. La cosa es que
aquellos primeros trolls no sabían nada del Rey ni del colgante ni nada de
nada. Pero aun así los enanos estaban eufóricos, normalmente les costaba horrores
‘convencer’ a los trolls para que hablasen y yo lo había conseguido muy
fácilmente.
Te he visto en acción. No me extraña.
Te doy miedo, ¿eh?
Tranquilo doy un poco de miedo hasta a mí misma. El sacerdote me recompensó con
un buen montón de monedas, y aquella noche salimos a beber, por primera vez no
servía las copas, sino que me las pagaba con mi dinero ganado como cazadora.
Cazadora, cazadora, no…
Lo importante es que
me enfrentaba a los trolls, y los vencía, aunque sólo fuese para hablar con ellos.
¿Y encontraron lo que estaban buscando?
Sí, tardamos muchas
semanas, pero efectivamente había algunos trolls supervivientes del ejército
del Rey de los Trolls y les pudimos sacar la información que andábamos
buscando. El rey tenía una guarida secreta, al sur, en pleno desierto, en lo
que probablemente eran unas ruinas. Mis enanos estaban muy emocionados, estaban
convencidos de que ahí podría estar oculto el Medallón, o que si no, al menos,
podría ser el lugar en el que el Medallón estaba cuando lo encontró Widolf.
Y fuisteis a por él.
Así, es. Era un viaje
largo y complicado, así que tardamos algo en aprovisionarnos, pero fuimos a por
aquella cosa en el desierto. Voy a contarte lo que encontramos.
Mejor mañana, ahora ya es tarde.
Muy bien, te veo
mañana, Nasree.
No hay comentarios:
Publicar un comentario