Mi
pensamiento ahora mismo es una tormenta de desastres contrapuestos. Ahora que
lo veo escrito me parece que necesita una explicación, aun cuando escribo esto
para mí. Nunca estará en una carta o en un informe. Sólo lo escribo porque mi
pensamiento es ahora mismo una tormenta de desastres contrapuestos. No es que
tenga que escoger la mejor opción, todas son malas. Tampoco es que tenga que
optar por la menos mala, todas son desastrosas. Lo piense como lo piense todo
lleva a un camino lleno de fracaso y dolor de alguna clase.
Ya
es evidente. Amo a esta mujer de tal forma que simplemente no puedo pensar en
no estar con ella. Y ella, oh, la Rosa me asista, me corresponde. No sé si tan
profundamente como yo a ella. Realmente ella me supera en muchas cosas y no me
atrevo a decir que puedo ver detrás de sus palabras, detrás de su superioridad
en experiencia y carácter. Ella es mejor que yo. O tal vez pienso eso porque
estoy enamorado. No lo sé. Ella me parece mejor que yo. También es una mujer de
más edad. Sólo con esos dos inconvenientes este sentimiento es un desastre. Que
un hombre piense en emparejarse con mujeres de mayor edad no es algo que se
considere de persona de bien, que esa mujer sea superior a él, en inteligencia
y carácter, sólo complica mucho las cosas. Y todo eso sin considerar quién soy
yo y cuáles son las circunstancias.
Soy
su entrevistador, maldito sea el destino. Ni siquiera me preocupo ya por mi
propio destino, pero es que el de ella quedaría claramente perjudicado si se
supiera. Ya han echado del programa a gente por una situación parecida, no la
misma, claro, porque en este caso es real, no algo que el candidato haga para
recibir un trato de favor, pero eso da igual, porque parecerá lo mismo. Dejar
de ser su entrevistador, se me hace muy duro, y es probable que acabe en
cualquier caso en el mismo problema, para ella y para mí. Si renuncio ahora lo
investigarán, eso seguro. ¿Quién iba a renunciar voluntariamente a ser el que
aceptó y unió al Liceo a la que es probablemente el hechicero con más potencial
de los últimos siglos? Y cuando investigasen sabrían lo que siento ahora, y
sospecharían igual.
He
llegado a pensar en huir. Dejarlo todo. Mi posición y hasta mi familia, porque
no creo que mi madre lo entendiese, y marcharme a algún lugar donde nadie nos
conozca e irme con ella. ¿Aceptaría? Tal vez, parece que me corresponde, pero
ella quiere estar aquí. Desea ser de los nuestros. No puedo proponerle que nos
vayamos, sin nada, a recorrer el mundo como ella ha hecho hasta ahora. Ella ya
no quiere eso. Ella quiere ser una hechicera, una estudiante del Liceo.
¿Qué
hago entonces? Tan sólo no hacer nada es lo que parece tener sentido. Si el
destino me ha llevado hasta aquí, tal vez el destino encuentre una solución que
a mí se me antoja imposible. Tal vez la Rosa Resplandeciente haya traído esta
mujer y este sentimiento para cubrirnos de felicidad a los dos. ¿Por qué no?
Dios es orden y amor, ¿no?
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