30.11.14

Nanowrimo 2014

Esta novela ha sido bastante diferente a las que he escrito hasta ahora. No sé si es un éxito o un fracaso completo, pero es diferente, lo que me gusta e interesa.

En cualquier caso el reto está completado, que es lo que cuenta.


Majid. 22 y final

Día Sexto del mes de las Hojas del año 208

Este diario va a ser un diario de una epidemia a partir de aquí. Djamila es uno de los enfermos, pero aunque me duela, hay que dejar constancia de todo lo que pase, lo que descubramos, lo que podamos curar y lo que no.

El día cuatro el frío en el exterior de la casa se tornó tolerable al poco de aparecer un brumoso sol por encima de las montañas. Salimos algo débiles y tambaleantes. Casi todos corrieron a ver a sus familiares y también a ver su ganado. Massud nos dirigimos al Pozo, para ver cómo estaba la gente que aquí vive, y nos encontramos con mucha gente afectados por hipotermia, con algunos ancianos muertos y con los enfermos, a los que temporalmente estamos llamando ‘afectados’.

Ha habido muchos muertos entre la gente de edad avanzada, sobre todo entre aquellos que vivían solos. También ha habido mucho ganado muerto por el frío. Abdul Osramán estuvo muy mal durante los días de frío, por alguna razón le afectó hasta el punto de dejarle inconsciente, pero ahora se ha recuperado y está haciendo todo lo posible por organizarlo todo. Massud tiene miedo de que la enfermedad se pueda contagiar, así que ha pedido a la gente que todos los muertos, ya sean personas o ganado, sean incinerados. Creo que la gente se ha tomado esa petición mejor de lo que lo hubiese hecho en Balidram, donde la idea de no alzar a un familar fallecido hubiese provocado altercados. Tal vez sea porque ya hubo un conato de epidemia en estas regiones durante la guerra y porque Massud tiene más autoridad ante ellos de lo que está dispuesto a aceptar.

Rabbuh ha muerto. Se le encontró fuera de la mezquita con signos de congelación. Dado su estado mental sólo podemos especular en qué le habrá llevado a dejarse morir de frío. Quemar al pobre conservador de la mezquita es doble pecado, pero Massud tiene razón en que no podemos arriesgarnos a que los cadáveres nos provoquen más problemas de salud.

Estamos usando la mezquita para traer aquí a todos los enfermos y así separarlos de los demás. Aunque no me parece el mejor lugar, ya que está sobre la cascada y me preocupa que acabemos contaminando el agua. Hablando de las Lágrimas, la gente del Pozo cuenta que hasta la cascada y el Pozo se congelaron la noche del cuarenta. ¿Tanto frío ha podido caer sobre nosotros tan de repente? Algo maligno está detrás de todo esto.

De momento tenemos a quince personas enfermas en la mezquita, pero nos están llegando más desde las casas aisladas en los prados. Esta dispersión de la población no sé si es una ventaja o un grave problema para el control de epidemias. Ahora echo en falta no haber atendido más en mis lecciones sobre enfermedades contagiosas. Tampoco sabemos cuál es el origen de esta enfermedad, aunque dado que algo sobrenatural podría estar detrás de todo, no tiene por qué haber un origen, ni un primer paciente.

De momento intento mantener caliente a los enfermos, cuya temperatura baja un poco cada día, mientras Massud busca y prepara posibles infusiones o emplastos que puedan ser de utilidad. Tengo la mezquita llena de braseros y casi parece una sauna, pero aun así los enfermos no aumentan su temperatura. Ninguna enfermedad se comporta así, ninguna que conozcamos ni Massud ni yo. Las enfermedades suben la temperatura no la bajan.

No estoy siendo sistemático. Así las notas no van a servir de nada. Seámoslo:

-         Quince pacientes en total. Cinco varones, seis mujeres, el resto niños de ambos sexos.
-         Mezcla de edades entre los adultos. No parece haber una prevalencia por ningún grupo de edad.
-         Todos parecen haber enfermado aproximadamente al mismo tiempo, en torno a la noche del día cuarenta al uno, o bien en el día siguiente.
-         No hay foco de infección conocida.
-         Los síntomas asemejan a una hipotermia sostenida, pero sin que el tratamiento para la misma tenga utilidad.
-         Todos bajan su temperatura corporal lentamente. La temperatura parece ser un indicador del tiempo de enfermedad.
-         Todos pierden color en la piel.
-         Hay una reducción en las lágrimas, y los ojos aparecen ligeramente resecos.
-         La velocidad de avance de la enfermedad parece la misma para adultos y niños.
-         El enfermo con los síntomas más avanzados es Saira Dabiles, sin embargo su enfermedad se inició al segundo día y no al primero. Nada explica de momento la velocidad de avance de la enfermedad en este enfermo.
-         Todos permanecen semi-inconscientes, admiten bebida y comida, pero no son capaces de responder a las preguntas que se les hacen.

Esto es lo que sabemos hasta ahora, que no es mucho. Djamila muestra síntomas semejantes a los demás, para mi desgracia.

Por si la enfermedad fuese poco, se han encontrado otros perros deformados en el campo, atacando y matando a muchas de las cabras y ovejas. No sabemos si estas deformidades son otra maldición o la misma enfermedad que afecta a los humanos. Yo creo que es algo diferente, porque los perros se han deformado a una increíble velocidad. Parece cosa de magia, no, más bien una maldición, imagino que con el mismo origen que el invierno de todo el año pasado y que tan sólo ha tenido un breve paréntesis en este gozoso verano tan repentinamente finalizado.

Los hombres se han organizado para localizar y matar a estos perros deformados, pero la dispersión de la población de Yarim está dificultando mucho proteger a la gente. Se está hablando de traer a todos cerca del Pozo. Es lógico, pero me preocupa mucho juntar a la gente justo dónde estamos juntando a los enfermos. Tal vez habría que llevar a los enfermos a otra parte, pero no se me ocurre dónde, necesitamos un edificio en donde podamos poner los braseros, arroparlos bien. ¿Dónde si no aquí? Tengo que pensar en ello.


Día Séptimo del mes de las Hojas del año 208

Notas de la epidemia en Yarim:

-         Diecisiete enfermos. Seis varones. Seis mujeres. El resto niños de ambos sexos.
-         Uno de los enfermos, Nadiya Rabal, ha empezado a mejorar, recuperando el color y aumentando su temperatura.
-         El resto está cada vez más blancos y su temperatura sigue bajando.
-         Saira Dabiles es la que peor se encuentra. Su temperatura nos parece cercana al colapso, al menos en el caso de una hipotermia normal.

Djamila no mejora. Massud está probando con varias infusiones que suben la temperatura, incluso si la temperatura fuese normal. No ha funcionado. Con Saira estamos aplicando además de una de las infusiones, la más intensa, unas friegas destinadas al incremento de la circulación sanguínea.

Estamos haciendo doce horas de turnos cada uno, necesitaríamos a algún médico más, o empezaremos a estar demasiado cansados.

Día Octavo del mes de las Hojas del año 208

Notas de la epidemia en Yarim:

-         Dieciesiete enfermos. Seis varones. Cinco mujeres. El resto niños de ambos sexos.
-         Nadiya Rabal, ha sanado de forma espontánea y muy repentina. Sobre el mediodía de hoy recuperó repentinamente el color y tras volver a la consciencia se quejó del excesivo calor de la mezquita. Massud está revisando su caso para buscar qué ha podido favorecer su curación.
-         La progresión de la enfermedad en los demás, no admite muchas esperanzas, excepto en el caso del niño Radiq Osramán, cuya temperatura es demasiado baja pero que se ha estabilizado.
-         Saira Dabiles, empieza a mostrar síntomas adicionales. Su piel en determinadas partes no sólo está fría y pálida, además muestra un aspecto escamoso, pero no exactamente reseco. Irritado, pero sin rojez.

Djamila no mejora nada. Le he rogado a Massud que le demos las friegas, pero se ha negado dado que no ha ayudado en nada a Saira. Me ha recordado que Nadiya ha sanado sin que le diésemos esas friegas. Ha aceptado, eso sí, que le dé a ella justo la infusión que estábamos usando con Nadiya, por si acaso es la razón de la curación.

He tenido una agria discusión con Abdul. Han empezado a juntar a toda la población en el núcleo de población del Pozo y unas pocas casas cercanas. Hacinar la población, sería más adecuado. Es por los perros. Hay muchos perros ovejeros en Yarim y parece que uno de cada cuatro se ha deformado transformándose en monstruos. Y ahora vagan juntos como una jauría monstruosa. Y claro la gente no se viene sin su ganado, así que vamos a tener a todo el mundo amontonada con miles de ovejas y de cabras todo alrededor, y con los enfermos justo sobre todos, en la mezquita.

Es inaceptable, pero para ellos es inaceptable seguir perdiendo ganado a manos de estos perros del invierno. Y no sólo ganado, en una de las casas más alejadas, los perros han matado a toda una familia. Todos muertos, hasta los niños. Massud ha mediado entre los dos. Al final hemos hablado de llevar a los enfermos lejos, con nosotros dos y un grupo de hombres para protegerles de la jauría. ¿Pero dónde? La respuesta no me ha gustado nada, pero Massud tiene razón es que la única válida.

Dado que están muriéndose aparentemente de frío, colocar una tienda del desierto en un prado lejos del Pozo no es una buena opción, necesitamos paredes de piedra, un lugar dónde podamos poner estufas y braseros, pero alejados de la población general. La respuesta es el Valle de las Ruinas. El templo de la diosa vaca es ideal, ya que su casa sagrada, la cámara interior, es lo bastante amplia y está tallada en la montaña. Pero es un viaje de un día completo, hacia las montañas, tal vez perdamos a algún enfermo por el camino.

Temo tanto por Djamila.

Día Noveno del mes de las Hojas del año 208

No acabo de entender qué es lo que ha pasado. De verdad que no lo entiendo. Suhail, un chico de Yarim estaba dándole unas friegas a Saira con un aceite nuevo, un nuevo tratamiento que había preparado Massud, cuando me ha llamado muy preocupado. Me ha dicho que estaba peor, y me ha señalado la pierna que estaba frotando. Yo, no sé muy bien lo que estaba pasando, era como si la pierna se estuviera cubriendo de hielo. He tocado la frente de Saira y estaba tan fría que dolía. Sin embargo aún respiraba, y su corazón latía enloquecido. Le he gritado que le pusiera más mantas y que acercase los braseros. Corrí un a ver si Massud estaba en alguna parte visible desde la puerta de la mezquita, pero no estaba en ninguna parte, y entonces he escuchado un grito apagado de Suhail. Cuando he mirado el cuerpo de Saira se estaba… disolviendo. No puedo expresarlo de otra manera. Cuando que querido levantar la manta, un viento antinatural se ha levantado y lo que parecían los restos de Saira se han levantado en el aire, como un torbellino, un torbellino de nieve. Nos hemos echado al suelo intentando protegernos de la ventisca sin entender lo que estaba pasando. La nieve ha seguido dando vueltas en el aire, hasta que de pronto se ha detenido, y de lo que parecía un montón de nieve se ha formado de nuevo el cuerpo de la mujer que acabábamos de ver desaparecer. Allí estaba de nuevo, Saira, pero hecha de pura nieve. Tanto Suhail como yo nos hemos quedado en el sitio, sin saber qué hacer. Ella parecía sin embargo tranquila, casi contenta, pero sobre todo segura. Ha empezado a caminar, o al menos algo parecido a caminar, entre los enfermos casi como si estuviese buscando. Se ha agachado y tocando a uno de los niños lo ha transformado en algo aterrador. Una monstruosidad flaca, blanca, con terribles colmillos y zarpas que ha empezado a seguirla como si fuese un perro. Luego ha caminado directamente hacia mí, y con una voz sensual que no parecía humana, me ha dicho: ‘oh, el dulce e inocente doctorcito de Balidram, por qué no me das uno de esos besos que tanto le gustan a Djamila’. Si no llega a ser por Suhail, que le ha arrojado un brasero, no sé qué hubiese pasado. Eso, lo que sea en lo que parece que se ha transformado Saira ha chillado al contacto de las brasas y se ha transformado en un torbellino de nieve, que ha acabado saliendo por una de las ventanas superiores. ¿Y el niño perro? Juro por Dios, que no sé cómo, pero ha desaparecido en un parpadeo.

Cuando los otros hombres y Massud han llegado a la mezquita, me han encontrado en shock, en el mismo punto en el que estaba.

Esto no es una enfermedad, no, esto es cosa de demonios.



Día Décimo del mes de las Hojas del año 208

Hoy han empezado a trasladar a los enfermos hacia el Valle de las ruinas. Hay quince. Nadie ha vuelto a ver a Saira, ni al niño transformado. Yo hoy, no he hecho casi nada. Estoy confuso y asustado. No lo entiendo. ¿Le pasará lo mismo a Djamila? Cuando faltan diez días para la fecha en el que tendrían que habernos casados, ella está blanca, gélida, y tal vez pueda transformarse en un monstruo.


Día Undécimo del mes de las Hojas del año 208

De mala gana y aún sumido en el miedo, he subido junto a mi yaciente prometida, en un carro hasta el Valle de las Ruinas. Yo mismo la he colocado en cerca de uno de los braseros. Está tan blanca. Luego he salido y me he sentado justo frente de la vieja estatua de la diosa vaca y le he rogado en silencio.

Si ella se muere no sé qué voy a hacer.

Las visiones han vuelto y son terribles, claro, cómo si no. Mi cabeza es un torbellino de miedos y confusión. Miro a los enfermos, incluso a ella, y me parecen hechos de nieve, de hielo, a veces de cosas peores.

En el traslado uno de los niños ha muerto. Mejor muerto que transformado en esa especie de perro monstruoso que vimos en la mezquita. Aunque a veces llego a pensar si realmente era así o fue una de mis visiones.

En fin, esta es la situación:

-         Catorce enfermos. Seis varones. Cinco mujeres. El resto niños de ambos sexos.
-         Uno de los varones, Sa’d Naril, tiene un color un poco más natural. Tal vez se sane, aunque si ocurre no será por lo que estamos haciendo. Las infusiones, las friegas, las inhalaciones que usamos, no parecen tener ningún efecto en ellos.
-         Lo demás, pues igual o peor.


Día Duodécimo del mes de las Hojas del año 208

Situación:

-         Catorce enfermos. Seis varones. Cinco mujeres. El resto niños de ambos sexos.
-         Sa’d no acaba de mejorar.
-         Una de las mujeres, Munira Reaf, empieza a tener otros síntomas. Algunas partes de su cuerpo se están acrecentando, de forma grotesca y asimétrica, pero no es que se le estén hinchando por líquidos o inflamación. Por muy improbable que parezca, parece estar aumentando su musculatura. Visto lo visto con Saira, Massud ha decidido situar varios hombres con lanzas y sus ak’jambias dentro del recinto de la diosa.
-         Lo demás está igual o peor.

He apartado lo que he podido Djamila de donde está Munira. Mis pesadillas van a peor. Llegan noticias aún más preocupantes desde el pueblo. Algunos hombres han visto a una mujer hecha de nieve, a la que seguía la jauría de perros helados y un extraño niño. El mundo se ha vuelto loco.

Día Décimo tercero del mes de las Hojas del año 208

Situación:

-         Doce enfermos. Cinco varones. Cinco mujeres. Un niño y una niña.
-         Sa’d se ha curado por si mismo, esa es la única interpretación posible. De pronto su color ha cambiado y se ha levantado preguntando que dónde estaba y que porqué hacía tanto calor. Es tan frustrante no saber por qué algunos se curan sin más.
-         Munira, sin embargo, ahora parece un luchador, un mercenario de tantos músculos que le han salido.
-         Me temo que muchos de los otros enfermos empiezan a presentar unos síntomas parecidos a los de Munira.
-         Los niños no muestran la musculación adicional.

Massud está como loco buscando algo que pueda servir, pero la musculación adicional le tiene ya complemente perdido. Me he pasado buena parte de la tarde sentado al lado de Djamila. Ya no siento ni pena, creo que estoy superado por la situación. Mi hermosa Djamila, tan fría, tan blanca. Ahora su hombro derecho parece el de un leñador.

No sé qué hacer, creo que en el fondo ya he muerto y aún no me he enterado.



Día Décimo cuarto del mes de las Hojas del año 208

Estaba haciendo la ronda de la noche, bueno, no, estaba sentado junto a ella simplemente por estar junto a ella, cuando Munira se ha levantado. Parecía un hombre muy musculado. Muy musculado. Ni siquiera un guerrero o un leñador tienen tanto músculo. Nos ha mirado sin mirarnos. Creo que ni siquiera me he asustado. Sólo he mirado la transformación que amenaza a Djamila sin pensar en nada, como si no me estuviese pasando a mí. Si no hubiesen estado los hombres armados allí mismo, esa cosa que antes había sido Munira podría haber hecho cualquier cosa con el resto de los enfermos.

Uno de ellos ha reaccionado de inmediato y le ha clavado una lanza por la espalda tan profundamente que la punta ha asomado bajo su esternón. Es una herida mortal. Probablemente le ha destrozado el hígado y el estómago. Ella sin embargo ha mirado con incredulidad la punta de la lanza agarrado la lanza por detrás y a pesar de que el hombre seguía empujando se la ha sacado sin dificultad. Luego la ha dejado caer, y los demás, todos esos hombres robustos de campo, degolladores de cabras, acostumbrados a la sangre y que se dicen unos a otros tan valientes, sólo han acertado a sostener la lanza frente a ellos.

Ella ha gritado con una voz que no era humana, ni animal, no sé qué era, pero no era de este mundo, y corriendo hasta el fondo de la sala, simplemente ha desaparecido en la pared. En la pared. En la pared de roca sólida. Simplemente ha caminado hasta la pared y luego ha desaparecido dentro de la pared, como si no estuviese allí.

Me ha dado por reír, por lo absurdo de la situación. Una mujer enferma se levanta, recibe e ignora un lanzazo, y luego cruza la pared como si no estuviese allí. Creo que los hombres del pueblo piensan que me he vuelto loco. Creo que tienen razón.


Día Décimo quinto del mes de las Hojas del año 208

Hoy hemos perdido a los dos niños. Ambos han empezado a transformarse. Les han salido garras, y colmillos, pero estaban deformes, asimétricas y por alguna razón no han soportado el cambio. Han muerto.

Todos los demás siguen cambiando, aunque más lentamente que Saira y que Munira. Massud está como loco probando toda clase de cosas.

Parece que ayer hubo un ataque de los perros liderados por Saira a una de las casas donde la gente se ha refugiado, no muy lejos del Pozo.  Fue una masacre. Murieron bastantes perros, pero no Saira ni el niño transformado, y hubo al menos doce muertos por parte de los defensores. Según me cuenta Munira estaba con ellos.

Está claro que el mal que los transforma pretende matarnos a todos. ¿Podré enfrentarme a Djamila cuando sea ella la que se transforme? No creo. No creo que pueda enfrentarme a nada ahora mismo. Vivo como si todo esto no fuese real, esperando que no sea real, rogando porque todo esto sea una alucinación más, producto de mi tratamiento, producto de la ensalada de alma. Sólo que sé que no es así, ya que hace días que no pruebo el cactus.


Día Décimo sexto del mes de las Hojas del año 208

Hoy he encontrado a Massud conteniendo el llanto fuera, frente al templo del dios de la muerte. Cuando le he tocado el hombro, se ha girado y me ha dicho que no hay solución, no una que él pueda encontrar.

Tiene razón. Hoy hemos perdido a uno de los hombres. Se ha transformado exactamente igual que Munira. Ni lo hemos combatido, sólo lo hemos hecho huir y lo ha hecho, de nuevo desaparecido por el muro. Y luego más tarde, una de las mujeres, ha muerto como los niños, al fallar su transformación.

Tiene razón. No tenemos ninguna solución. Los que no cambien a monstruos, morirán en el proceso.

Tiene Djamila, morirá o cambiará. Y no sé qué haré cuando eso pase.



Un día que no importa en un año aún menos importante

Supongo que habría que acabar este libro que dejé sin su final. Acabarlo y luego entregarlo al fuego.

Perdimos algunos de los otros enfermos y la transformación de Djamila empezó a ser clara e irreversible.  Y un día, tras despertarme, me di cuenta de que el ambiente estaba enrarecido. No me refiero a que hiciese más frío ni nada parecido, sino que los que estaban arriba, en el campamento de los leñadores, se comportaban raro. Entré en el recinto sagrado de la diosa vaca y no había nadie. Ni guardias, ni enfermos, nadie.

¿Dónde estaba ella? Creo que fue más la perplejidad que el miedo, y claramente fue más el abatimiento que la rabia, lo que me embargó. Sin embargo, cuando uno de los hombres del pueblo, me dijo desde atrás: ‘No están aquí’. Una furia ciega me embargó y creo que llegué a agarrarle de la camisa mientras gritaba como loco: ‘¿dónde?, ¿dónde están?’.

Él dejó que le pegase y se limitó a contestarme: ‘doctor, usted sabe dónde están’. Y sí, que lo sabía, pero no quería saberlo, porque saberlo implicaba lo aterrador y lo imposible. Pero había partes de mi mente que no sabían ni saben de cosas aterradoras ni imposibles, partes de mi mente que llevaron al resto cruzando el valle, bajando por el estrecho pasillo fangoso hasta las tinieblas.

Ellos estaban allí y los enfermos estaban muertos. Vestían máscaras, máscaras grotescas de animales, máscaras negras de madera y cuerno de cabra. Todos menos Azfal, porque Azfal no necesitaba máscaras, Azfal llevaba sus propios cuernos. Había sangre desparramada por el suelo, cubriendo los huesos, y el pecho abierto de los enfermos no dejaba lugar a dudas, les habían arrancado el corazón. A todos ellos. Azfal los sostenía, en un cuenco, en un cuenco viejo e impío, un cuenco tan viejo e impío como el lugar en el que estábamos.

Massud se quitó la máscara y dijo que me estaban esperando. Eché mano del ak’jambia. Deseaba matarle, por mentirme, por ser un brujo, un sectario sanginario y asesino, un animal. Deseaba matarle por haberme hecho creer que era un amigo, un maestro. Pero, no llevaba mi espada. No la llevaba.

Me abalancé contra él, y lo empujé hasta la pared del templo. No escuché desenvainar ninguna espada, ninguna daga a mis espaldas, como si no les importase que le matase. Entonces pensé que porqué les iba a importar si acababan de sacrificar a su propia gente a un demonio. Y de pronto me di cuenta de que estaba solo, sin armas, que ellos eran al menos cinco hombres, brujos probablemente, y que había un demonio en la sala. Yo estaba muerto ya. Y todos los enfermos también, y las fuerzas me abandonaron.

Massud me dijo que entendía mi rabia pero que era lo mejor, que ellos ya estaban muertos, que lo sabía, muertos o algo peor, transformados en monstruos. Yo acerté a gritarles que ellos también eran monstruos, servidores de la sombra, siervos de un demonio. Lo dije mientras señalaba a aquella cosa que se hacía pasar por juglar.

Massud me volvió a decir que no, que no eran monstruos. Que sí, que no eran como los demás. Que creían en un dios diferente, uno que los llevaba a pelear por su propio destino, uno que no les exigía sumisión completa, que daba según se pagaba. Un dios con el que se podía negociar, un dios que permitía la libertad.

Yo les hablé confusamente de la sangre, de los muertos, de los sacrificios humanos. Y él me dijo que su dios sólo pedía lo que uno estaba dispuesto a pagar, y que sólo concedía según lo que se pagaba. Que era natural y que era más justo que la supuesta justicia de las leyes y la que los gobernantes escribían en roca. Que el pueblo entero estaba en peligro, y que estos pocos sacrificios podrían salvar muchas vidas, que el auténtico enemigo era el dios del invierno, ese que con sus perros deformados ya había matado a muchos más de los que ellos habían tomado como sacrificio. Y entonces lo dijo, dijo que aún podía conseguirse algo más. Mi curación.

Retrocedí asustado de lo que esas palabras anunciaban, y tropecé al retroceder, desde el suelo le escuché contar la auténtica historia. Me contó que mi mal no era una enfermedad, sino una maldición. Me contó que mi antepasado mató al dragón allá arriba en mi valle con traición, amparado en la confianza de su señor y en la noche. Me contó que el dragón era un sacerdote de su propia religión y que con su último aliento maldijo a mi antepasado y a todos sus descendientes varones a una vida corta y de dolor indescriptible. Me dijo que no había cura, ni podía haberla, pues una maldición no se cura con hierbas. Que sólo un dios puede cambiar lo que otro dios ha hecho.

Balbuceé que entonces cómo pudo sanar su hijo, Chizia, que si eso era también una mentira. Y entonces me dijo que para su condenación eterna no, no era una mentira, pero que su dios paga según lo que se le ofrece, y que él y Chizia, su hijo habían ofrecido una vida por otra vida. Aunque su hijo se había arrepentido y había tenido el valor de devolver el regalo que se le había hecho. Llegué a preguntar que qué vida era la que habían entregado, pero los ojos del viejo ya estaban contestando a esa pregunta. Ya estaban contestando una respuesta que me dejó vacío el corazón.

Cuando me levanté, vi que Djamila, doliente y deformada pero aún viva, estaba atada en un altar, bajo la estatua negra del dios cabra. Su pecho desnudo estaba blanco como la nieve, e incluso sus pezones eran de color azul. No quedaba mucho para que se transformase en uno de aquellas mujeres musculosas.

Abdul se había quitado la máscara y estaba junto a ella. Extendió su mano mostrando una jambia ensangrentada y me dijo que ella era mi curación. Que yo la amaba y ella me amaba, así que era un precio suficiente, y que ella misma lo hubiese querido, que lo habría pedido de haber podido hablar.

Massud me miraba. Abdul me miraba. El monstruoso Azfal me miraba. Y yo conocía ahora todos sus secretos.

Me acerqué hasta Abdul, tomé la jambia de su mano, y me curé.


Los dioses, que son muchos me perdonen, me curé.

29.11.14

Majid. 21

Día Trigésimo del mes Sagrado del año 208

La cosa está ya más o menos clara. Los detalles de lo que aportaré al matrimonio han quedado fijados. La casa en la que viviremos ya la he pagado y mañana mismo empezaremos a adecentarla al estilo yarim, lo que implica que limpiaremos, encalaremos, repondremos el techo y compraré tan sólo una cama para los dos y una olla grande para cocinar. Al parecer se considera inadecuado que una pareja empiece a vivir con nada más. Deben esperar que la pareja sólo se dedique al principio a comer y a fornicar, lo que tampoco me parece mal plan. El vestido que llevará ella a la boda así como las joyas, están ya encargados en Al Ossi. Ya conocemos quién irá a la boda y cuántos cabritos tenemos que cocinar. Muchas mujeres del pueblo han visto con buenos ojos la boda, al parecer porque les gusta mucho la idea de tener un hakin más joven por aquí, así que al parecer vamos a tener dulces y otros complementos a la carne de sobra en el banquete. Algunos jóvenes tenían el ojo echado a mi morena, así que según la tradición debo organizar una fiesta grande antes de la boda para compensarles, ya que todos dicen que ella aún era muy joven y que de alguna manera no he sido cortés. Creo que quieren decir que no había forma de que compitiesen con un doctor rico de ciudad. La cosa es que tengo que pagar una fiesta más, con mucha leche fermentada, música y bailes, a los jóvenes casaderos. Hemos quedado en que la fiesta será el día cuarenta de este mes.

La boda ha quedado fijada para el mes de las hojas, aún queda algunos detalles, así que no es seguro si será la segunda semana o la tercera. La viuda, mi futura suegra, ha estado midiendo el prado de la higuera y decidiendo dónde va a colocar qué mesas y todos esos detalles. Así que como he dicho la cosa está ya más o menos clara. ¿Quién lo hubiese siquiera imaginado cuando llegué a Yarim?

Anoche tuve una punzada de culpabilidad. De pronto me di cuenta de que no voy a llevar a nadie de mi familia a la boda. Ni siquiera a mi madre. Sé que mi madre habría estado muy contenta de ver cómo me casaba. Estuve a punto de decirles a todos que se retrasaran todos los preparativos para que mi madre pudiese llegar desde el valle hasta aquí, pero es absurdo. No sólo porque todo está ya en marcha, sino porque hay una distancia enorme desde mi pueblo hasta aquí. Y el camino no es sencillo para nada. Yo mismo he estado a punto de morir en el camino, simplemente no es un viaje al que quiera que mi madre se enfrente. No. Pero está claro que tendré que ir con Djamila hasta allí, en cuanto las circunstancias lo permitan.

Massud hoy me ha dicho de suspender el tratamiento al menos hasta que termine la boda, para que no nos arriesguemos a que alguna alucinación desagradable nos lo estropee, todo. Imagino que está pensando en que de pronto al intentar besar a Djamila le vea ojos de demonio y lengua de lagarto. Pero mis visiones con Djamila son hermosas, nunca de pesadilla, así que le he dicho que no, que prefiero no arriesgarme a que la enfermedad retome todo lo que hemos conquistado hasta ahora.

Día Trigésimo segundo del mes Sagrado del año 208

Ayer no escribí nada porque cuando me disponía a sentarme tuve un ataque de la enfermedad. Los dedos de la mano derecha empezaron a moverse por su cuenta, primero impidiéndome coger la pluma y el afilador, pero luego se retorcieron hasta el punto del dolor. Intenté no gritar por no asustar a nadie –era ya tarde, y todos estaban dormidos- pero no lo pude evitar. El dolor era demasiado intenso.

Entonces pasó algo extraño pero también hermoso. Djamila entró en el cuarto portando un candil, y tras dejarlo sobre mi mesa de trabajo, tomó con sus dos manos mi mano derecha. En ese momento estaba tan avergonzado como dolorido y asustado. No me gusta nada que ella vea la enfermedad. Ella agarró con cuidado pero con firmeza los dedos, los colocó uno a uno sobre su mano izquierda y luego apretó la mano derecha sobre ellos. Tuve un instante de gran dolor, y grité, pero ella sostuvo la mano con fuerza. Luego besó la punta de los dedos una a una, y el dolor, el movimiento involuntario fue desapareciendo.

Cuando el ataque desapareció, yo estaba sudorosos y las lágrimas caían por mis mejillas. Ella limpió las lágrimas y me besó. Me arrastró hasta la cama e hicimos el amor. No ha sido nuestra mejor noche, pero tengo claro que es una que nunca olvidaré. Cuando acabamos, ella, sonriente, me volvió a besar y me dijo que si iba a montar tanto escándalo por no tenerla en la cama estaba dispuesta a seguir haciéndolo un poquito mal de vez en cuando.

Luego se marchó, se escabulló más bien, pero no me importó. Había pasado del dolor más intenso al placer más deseado, así que simplemente me dormí acunado por la felicidad.

En cualquier caso estos dos días, más allá del ataque, han sido alborotados pero poco importantes, más y más detalles para la fiesta con los solteros y más y más detalles para la boda. Parece que nunca se han de acabar los detalles de ninguna de las dos cosas.


Día Trigésimo cuarto del mes Sagrado del año 208

Ayer Jalal y otros solteros me llevaron de casa en casa, en teoría a que probase las diversas calidades de leche fermentada para que escogiese la que vamos a beber en la fiesta de dentro de seis días. Pero ha sido una excusa para beber y para hacerme quedar en ridículo.

Como a la sexta casa ya no era capaz de distinguir una leche fermentada de otra. No sé qué le ponen los yarimes al kumis, pero desde luego no es la receta normal. Nunca he visto a nadie borracho de kumis, excepto aquí. Tal vez es por la leche de tricornia que se usa, no lo sé, la cosa es que llegado a la casa décima empezó todo a darme vueltas y no sé cómo esta mañana me he despertado en el campamento de leñadores del Valle de las Ruinas. ¡En el Valle de las Ruinas! Encima estaba desnudo y Almeis, uno de los pastores amigo de Jalal,  dormía casi desnudo babeando sobre mi pecho. Prefiero no imaginar lo que habrá pasado durante esa noche. Y, la verdad, empieza a darme miedo lo que pueda pasar durante la fiesta del día cuarenta, cuando haya mucha más bebida, comida y todos los jóvenes del pueblo.

Cuando me he incorporado apartando a Almeis, he visto que casi todos andaban por alrededor en parecidas circunstancias, pero al poco ha aparece Jalal, fresco como una rosa y llevando un buen desayuno. Nunca he sido de mucho apetito y menos después de una buena fiesta, pero ese desayuno me supo a gloria. No sé cómo hacen este kumis, pero aunque emborracha y mucho, parece que no deja demasiadas secuelas por la mañana.

Al final, hemos escogido un kumis que ya tenía Jalal en mente. Me ha dado la oportunidad de escoger, pero yo no podía tener opinión. Me ha preguntado tantas veces que he tenido que reconocer que a partir de la sexta casa ya no distinguía una bebida de otra. Se ha reído un buen rato, pero no les ha dicho nada a los demás cuando se han ido despertando.

Mientras esperaba a los demás he tenido tiempo a pensar un poco en estos últimos días. Mirando al viejo tiempo solar me ha embargado la necesidad de estar seguro de lo que estaba haciendo, la necesidad de reflexionar. Todo ha sido demasiado rápido y atropellado, y, sin embargo, allá arriba, sentado sobre una piedra fría y musgosa, con las casas de los ídolos paganos ya derruidas  y las tumbas de los hombres a pocas decenas de metros de distancia, la certeza de que deseo casarme con Djamila, la seguridad de que tener una vida junto a ella, e incluso tener hijos, aunque no pueda curarlos y alguno sufra la enfermedad hasta su muerte, es mi destino en este mundo.


Día Trigésimo quinto del mes Sagrado del año 208

Lo de la fiesta acaba de dar un vuelco. Massud dice que si no sabemos ser ni medio comedidos en la bebida, que el mismo se encargará de que lo seamos. Que no piensa permitir que Djamila se quede viuda antes de la boda, ni perder a un paciente porque se despeñe por ahí haciendo el cabra. Así que se apunta y además exige que se celebre en su propia casa.

Yo le he dicho que sí. Me atemoriza un poco lo que puedan hacerme estos y lo que pueda hacer yo mismo con la mezcla del kumis y el tratamiento.

Los jóvenes a los que tengo que invitar no han estado tan a favor, pero han tenido que reconocer que Massud aunque no sea un ‘joven casadero’ casadero sí que es aún y que en justicia también tenía que invitarle. Jalal además les ha recordado que el viejo tiene ocultas toda clase de cosas raras que con el kumis igual acepta enseñarnos. Se refiere a una pequeña colección de fetos deformes de oveja y cabra que tiene guardados en conservante. Nunca me han llamado mucho la atención esas cosas, pero supongo que para estos pastores ver un feto de cabra con dos cabezas o un solo ojo será muy impresionante.

Por la tarde cuando he ido a por mi sesión de hipnosis, le he dicho a Massud que estaban de acuerdo en celebrar la fiesta en su casa y me ha dicho que era lo mejor, pero que no me iba a librar de ayudarle a organizarlo todo ni a guardar las cosas valiosas que se pudiesen romper.

Hemos quedado mañana, para que le ayude a prepararlo todo.


Día Trigésimo sexto del mes Sagrado del año 208

Creo que el viejo me ha vuelto a engañar. Cuando he llegado esta mañana para ayudarle con los preparativos de la fiesta me ha enseñado un buen montón de cosas sin ordenar ni clasificar, sobre todo notas, papeles y muestras de planta; y me ha dicho que antes de ponernos a guardar todo eso en cajas habría que organizarlo todo.

Nos va a llevar días clasificar todo esto. Se trata del desorden acumulado durante años. Cuando se lo he dicho, me ha dicho que tenía razón y que tal vez debería venirme a vivir con él unos cuantos días. Pensé que estaba bromeando, pero me ha mirado con cara muy seria. No le he dicho nada más. Me he puesto a ordenar y él, encima, me ha dejado a sólas mientras iba a por las cajas que vamos a usar.

Por la tarde Jalal, que ha pasado por allí, para empezar a traer la primera ánfora de kumis, me ha explicado que probablemente el viejo esté confabulado con la viuda, que querrá apartarme de su casa hasta que la boda se celebra. Y luego me ha dicho que en realidad no está nada bien que la novia comparta cama con el novio antes de la boda. ¿Es que lo saben todo de todos en el pueblo o qué?

Está bien, jugaré con las reglas de aquí, pero no sin resistirme un poco. Esta noche he vuelto a la casa de la viuda, y le he dado señales bastante claras a mi prometida de que la deseo a mi lado para dormir. Aquí estoy esperando, supongo que en definitiva sólo puedo jugar con las reglas de ella.

Día Trigésimo octavo del mes Sagrado del año 208

Tras una noche hermosa que ha sabido a mi primera auténtica victoria en años, he aceptado las condiciones no declaradas de la viuda y me he venido a casa de Massud a pasar los siguientes días, es decir los larguísimos días –porque me van a resultar larguísimos- desde ahora hasta que duerma en mi propia cama con mi esposa.

Me he traído los dos cuadernos, las tintas y todo lo necesario para escribir. Si voy a estar ordenando todo este barullo del viejo, al menos aprovecharé para copiar todo lo que me interese.

A parte de ordenar y guardar, hemos estando segando una buena parte del pasto de detrás de la casa. Hace bueno y se va a estar muy bien a la fresca de la noche, bajo las estrellas. Vamos a hacer unas fogatas grandes para hacer cabrito a la parrilla, beberemos kumis, y pondremos también unas fuentes de ensalada y fruta.

Esta mañana he cerrado el apartado de música. Afzal vendrá a la fiesta y le pagaré un dinerillo para que nos deleite y avergüence con unas cuantas canciones muy subidas de tono. No sé qué me pasa con el cantante. No hay ni una vez que no hable con él y lo vea extraño. Hoy no parecía estar afectado por visiones hasta que miré su sombra, y ahí estaba, aspecto caprino, grandes cuernos, patas de animal… qué escalofrío.


Día Trigésimo noveno del mes Sagrado del año 208

A duras penas pero hemos conseguido meter todo lo que al viejo le preocupaba que se rompiera, en cajas y en una zona seca y protegida de lo que en una casa normal de Yarim sería la casa de las cabras. Ahora tenemos dos zonas diáfanas en las que beber, bailar y criticarnos unos a otros –aunque supongo que sobre todo serán chanzas hacia mí. Una fuera, en la parte de atrás de la casa, en la que mañana por la mañana vamos a montar lo necesario para hacer varios cabritos a la vez, y dónde hemos clavado la mayor parte de las ánforas de kumis, y otra en la casa, más al abrigo, y por si a alguno le sienta mal la bebida.

Hemos preparado también una parte bastante más lejos de la casa para que la gente pueda hacer sus necesidades. Además lo hemos señalado con pintura amarilla sobre el murete para que todo el mundo pueda encontrarlo incluso si está muy afectado por el kumis, visto lo visto, mejor así.

Estoy un poco nervioso. Nunca he sido un tipo de muchos amigos, ni de fiestones como el que vamos a tener mañana, así que estoy nervioso. Sé que me van a fundir a críticas de bromas y quiero quedar bien, no sólo por mí, sino también por ella, que en el pueblo no puedan decir que el joven doctor no tiene lo que debe tener un hombre. Aunque en realidad no tengo ni idea de lo que por aquí creen realmente que debe tener un hombre de verdad. Ovejas probablemente, o cabras.



Día Segundo del mes de las Hojas del año 208

No sé cuántas líneas voy a poder escribir. Me tiemblan los dedos y la tinta se congela cada poco. Tengo que calentar el tintero sobre el candil directamente para poder escribir, y el candil mismo se apaga constantemente, incluso aunque lo he rellenado con el alcohol de limpiar heridas.

Es difícil resumir todo lo que ha estado pasando estos días. La mañana del día cuarenta llegaron a casa de Massud, demasiado temprano, gente con ganas de juerga; pero se portaron bien, nos estuvieron ayudando con los preparativos. Como al medio día estábamos haciendo la primera comida y comiéndonos un cabrito. Por la tarde llegó Afzal, y empezó a cantar y tocar una especie de laúd. La noche cayó enseguida sobre nosotros al esconderse el sol tras las montañas. Y la fiesta estaba bien, animada, y yo no tan avergonzado como cabía imaginar.

Voy a por más alcohol.

Es increíble el frío que hace.

No se limitaron a lanzarme pullas. Me obligaron a bailar, me mantearon, y, muchas cosas más. Entonces de pronto, empezó a hacer fresco. Sin que nos pusiésemos, de acuerdo, casi todos entramos en la casa para seguir la fiesta dentro. Y así fue durante un largo tiempo, pero entonces algunos de los que estaban fuera empezaron a decir, que pasaba algo extraño. El cielo se había vuelto completamente negro. Un viento del norte muy fuerte estaba soplando y estaba empezando a nevar. ¡El último día del mes Sagrado del Sol!

Metimos en la casa lo que quedaba de comida y las ánforas de kumis, pero nos dolían los dedos, y algunas ánforas ya estaban empezando a congelarse. ¡A congelarse!

Cerramos las puertas y las ventanas, y Massud hizo lo posible para que continuase la fiesta. Encendimos un gran fuego en la chimenea de Massud, pero pronto se vio que no era suficiente. En realidad, no sólo era frío, era… no, es más adecuado decir es, es algo más. Las llamas se hacen pequeñas ante esto que ha estado pasando y la leña se apaga como si estuviese húmeda.

Algunos salieron para intentar regresar a sus casas, pero tuvieron que regresar diciendo que si hubiesen seguido estarían congelados. Otros empezaron a preocuparse no sólo por sus familias, sino por sus rebaños. Uno dijo que si Massud tuviese rebaños podríamos calentarnos con las ovejas, y así es como acabamos todos muy pegados y debajo de mantas. Descubrimos que la leña no había forma de que ardiese, pero que el alcohol de curar heridas sí ardía, aunque trémulo, y eso es lo que hemos estado usando para descongelar el kumis que es lo que nos ha mantenido calientes, beber kumis y temblar.

Mis visiones han vuelto, como cabía temer ante una situación así. Veo cosas extraña entre los que nos refugiamos aquí. Sombras y deformidades. Y también fuera, cuando miro al exterior, las volutas de nieve no parecen tales, sino garras, garras de nieve y hielo que estuviesen intentando desgarrar el mundo.

Lo dejo, escribir empieza a resultar imposible.






Día Tercero del mes de las Hojas del año 208

El frío continúa, y Massud y yo estamos teniendo que atender a varios de los invitados a la fiesta que parecen afectados por este frío intenso. Pero tengo que escribir algo muy extraño que ha pasado hoy. Sobre la hora del almuerzo, hemos escuchado unos aullidos fuera y luego unos gruñidos.

Fuera, en el prado de delante de la casa, un perro pastor estaba olfateando como si buscase una pieza de caza. Sólo que no era un perro normal. Menyal, uno de los jóvenes, lo ha reconocido como uno de sus perros, Sherja, pero estaba deforme. Su cabeza era desproporcionadamente grande, así como su boca y sus dientes. Y parecía cubierto de una nieve que se le hubiese pegado a la espalda. Menyal ha intentado salir a ver si podía ver qué le pasaba y Sherja se ha abalanzado sobre él. Su no hubiésemos estado todos creo que lo hubiese desagarrado hasta la muerte.

A base de golpes con palos hemos derribado al animal, y hemos llevado a Menyal mal herido a dentro.

Unos diez hombres no han querido esperar más y se han ido en un grupo a ver qué pasaba ahí fuera. Se han llevado mantas, pero si no consiguen abrigos e invierno no sé si llegarán a las casas más próximas.

Voy a atender a Menyal.

Día Quinto del mes de las Hojas del año 208

Ayer el frío bajó de intensidad. Massud y yo estamos en el núcleo de Yarim. Cuando bajamos hasta aquí descubrimos que algunas personas se habían puesto enfermas, algunas de puro frío, pero parece que hay algo más. Están frías, demasiado frías, y tiemblan, pero va más allá de una hipotermia.

Djamila es una de estas personas. Me cuesta escribirlo.

Tienen el pulso acelerado y el corazón está tan agitad que deberían estar rojos, con la sangre en superficie de la piel, como si estuviesen corriendo largas distancias. Pero en lugar de eso están pálidos y su aliento no forma condensación, pues está tan frío como el aire, que ahora está lo bastante frío como para que tengamos que trabajar con guantes.

Djamila está igual.

Creo que no puedo seguir escribiendo.



27.11.14

Majid. 20

Día Décimo tercero del mes Sagrado del año 208

La visión de ayer no se ha disipado del todo y eso me preocupa. Esta mañana, cuando regresaba de mi caminata por el campo, Azfal estaba charlando con Abdul en el borde del Pozo. Comentaban algo de que el agua de las Lágrima se había reducido aún al caudal habitual para estas fechas del año. Me acerqué a saludar, primero porque quería hablar con Abdul sobre la posibilidad de buscar unas tierras donde asentarme en Yarim – si voy a considerar la posibilidad de pedir la mano de Djamila, debo conocer en qué lugar podríamos vivir, ella se merece una casa digna y no muy diferente a las del resto de las esposas de Yarim- y en segundo lugar porque quería sacar de mi cabeza de forma definitiva mi visión de ayer. El resultado fue el contrario.

Estaba bastante nervioso, impactado por la visión de Azfal como el Señor de la Noche, como un demonio, y eso debió influir. Estaba predispuesto y la ensalada del alma, coge mis miedos y mis predisposiciones y las pone no sólo en la superficie, sino fuera, enfrente de mí. En cualquier caso, cuando me paré delante de los dos con intención de saludarlos los ojos de Azfal me parecieron completamente negros. Sin iris, ni pupila, o como si todo el ojo fuese una pupila negra como la noche. A punto estuve de desmayarme allí mismo, suerte que pude contenerme por un poco. Hablé con los dos, e incluso Azfal me felicitó por la idea de quedarme en el pueblo, mientras hacía toda clase de bromas desenfadadas. Pero sus ojos no dejaron de ser negros como la pez en ningún momento. Llegué a pensar que de alguna manera podría ser ‘verdad’, pero Abdul no mostraba ninguna señal de estar viendo nada extraño en el cantante.

Esta tarde se lo he contado a Massud, que me ha confirmado que es producto de mi imaginación y mi temor. Me ha recordado que justo cuando conocí a Azfal fue cuando estuve en el templo que tanto me asustó, así que mi mente de alguna forma ha decidido proyectar mi miedo en él, el más raro de los habitantes del Valle de las Ruinas.

Le he preguntado si no podría usar sobre mí mismo la hipnosis para calmar los temores cuando se vuelven en visiones tan vívidas. Me ha dicho que no, que no podría, aunque supiese realizar una hipnosis, que no sé. He insistido un poco y me ha dicho que en cualquier caso la parte de la hipnosis del tratamiento requiere conocer los rudimentos de una hechicería, la de Ilusión, y he tenido que reconocer que de hechicería no tengo ni idea.

Creo que por darme gusto hemos pasado el resto de la tarde, hablando de magia, y en concreto aprendiendo algunos pases de manos básicos, así como las doce clases de entonaciones simples de mantras de hechicería. Así he descubierto que no sólo no tengo ni idea de todo eso, sino que además no se me da muy bien.


Día Décimo sexto del mes Sagrado del año 208

Ahora conozco completamente la fórmula del primer bebedizo que Massud me dio, y además creo que lo entiendo. La verdad es que resulta en extremo ingenioso. Varios de los componentes podrían provocar la muerte, pero están compensados por otras plantas que son justamente los antídotos de los venenos de las primeras. De esta forma se logra dejar tan sólo el efecto deseado, que está presente en las plantas venenosas, y en ninguna otra planta.

Una compensación inadecuada en los antídotos, podría llevar a una muerte segura, o si no al menos en terribles dolores, el método para lograr este equilibrio es también ingenioso, una última hierba se usa como indicador en la mezcla durante la cocción. Su papel es simplemente detectar la presencia activa de los venenos, ya que cambia de color rápidamente ante un desequilibrio entre el veneno y su antídoto; de forma que la forma que el doctor, debe estar presente y muy atento a la cocción para requilibrar durante la misma la cantidad de ambos grupos de plantas.

Jamás había visto un procedimiento como este, y depende completamente de las hierbas marcadoras. Sólo alguien con una increíble experiencia podría haber discernido este procedimiento. A mí no se me hubiese ocurrido nunca.

Como estaba claro que no tenía ni idea del procedimiento, Massud ha empezado a enseñarme qué plantas se pueden usar como marcadores en una cocción y porqué. Hay muchísimas más de las que hubiese imaginado, para detectar gran cantidad de sustancias y su proporción, eso sí, bajo una paciente y atenta mirada.

Con permiso de Massud he estado apuntado todo lo que me ha ido enseñando en mi cuaderno sobre hierbas. Al final va a quedar algo bastante interesante.

Echo de menos a Djamila. A ver si regresa pronto.

Día Décimo séptimo del mes Sagrado del año 208

Hoy he conseguido hipnotizar a una gallina. Massud dice que es el animal más fácil de hipnotizar, así que me he puesto a intentar lo que él me había enseñado y efectivamente he podido. Es sorprendente ver a una gallina completamente paralizada dejándose coger, trasladar, acariciar. Y sin machacarte a picotazos. Massud dice que haciendo esto es mucho más sencillo sacrificarlas. Me imagino, pero me sentiría un poco mal. Es como abusar un poco. Claro que en realidad no he matado muchas gallinas en toda mi vida. Cuando se lo he dicho, Massud se ha reído y me ha dicho que más me vale casarme con Djamila en cuanto ella regrese.

Hoy hemos estado un poco vagos, y la tarde la hemos pasado jugando al djerek. Massud me ha enseñado lo que se llama el ‘juego del asesino’. La pieza en cuestión me parece demasiado débil, pero Massud me ha enseñado su verdadera fuerza, como trayéndola y sacándola del tablero, puede desestabilizar completamente la posición del contrario, mi posición, y abrir paso a las piezas más importantes justo hasta el centro del campo de batalla.  Muy interesante. El djerek tiene tantas maneras diferentes de ser jugado, que más bien parece una metáfora del mundo y una con un secreto bien guardado entre sus piezas.

Está claro que la falta de Djamila me pone filosófico.


Día Décimo noveno del mes Sagrado del año 208

Hoy cuando me he despertado me ha parecido escuchar a Djamila en la cocina, en la parte de las mujeres. Sin pensar he asaltado la cocina, pero no era ella, sino una vecina que tiene una voz parecida. Lo peor es que con las prisas no me había puesto los pantalones. Se han reído a gusto de mí. Durante todo el día no han parado los comentarios y las puyas.

Aun así me he quedado en casa. Ayer Massud me subió la dosis de cactus y me siento un tanto mareado y confuso. Además le prometí que le llevaría una copia en limpio de mis dibujos del corazoncillo muerto y entre la vergüenza y el mareo me ha llevado todo el día.


Día Vigésimo del mes Sagrado del año 208

Massud tuvo muchísimas alabanzas para mi trabajo con los pinceles y las tintas. Siempre se me ha dado bien. ¿Debería haber sido escriba en lugar de hakin? ¿Pintor tal vez? No pintor no, apenas se ganan la vida y siempre están a merced de sus mecenas. Pintor no. Pero el oficio de escriba no está mal. No se corren peligros y los hechiceros siempre están dispuestos a pagar un buen dinero por una buena copia de un grimorio famoso. De hecho creo que pagan fortunas por grimorios famosos tanto si son verdaderos como si no.

Con los intentos de Massud de enseñarme hipnosis ha quedado claro que no estoy dotado para la magia. ¿Cómo debe sentirse uno invocando los poderes del mundo mediante la hechicería? Una vez vi a un hechicero dar un espectáculo con las llamas del fuego de la chimenea de una taberna allí arriba en el valle. Era un hechicero de poca monta, claro, los magos de verdad hacen cosas mucho más peligrosas con el fuego; pero aun así quedé fascinado por la forma en la que las llamas parecían obedecerle completamente. ¿Qué razón habrá tras la afinidad con la magia? ¿Por qué algunas personas, sobre todo hijos de otros hechiceros parecen conocer las palabras y los movimientos casi sin estudiarlos y sin embargo otros como yo parecemos negados para todo el arte hermético? De nuevo, volvemos a la herencia, a lo que se pasa de padres a hijos y de estos a los nietos. Hay secretos profundos en esta herencia que no conocemos y que me gustaría comprender si logro superar mis treinta años.


Día Vigésimo tercero del mes Sagrado del año 208

Hoy ha regresado Djamila. Estaba regresando desde casa de Massud, cuando la he visto caminando por uno de los caminos que llevan al Pozo junto a Jalal y el resto de los que se habían ido con ellos. No pensé. Ni siquiera tuve celos de Jalal al verlo junto a ella. Simplemente nada más verla estaba corriendo por los prados y saltando muretes separadores como si yo mismo, de tanto vivir entre ellas, me hubiese transformado en una cabra.

He caído sobre ella y, mientras la alzaba en un abrazo, la he besado en la boca. Creo que ha habido hasta aplausos. Y ella estaba muy avergonzada, claro. Sólo entonces me he dado cuenta de que la estaba besando en público y dejando muy claro, si es que aún le quedaba alguna duda a alguien, que la amo. Yo no soy así. Sinceramente espero que sea todo debido al amor que siento por ella, y no porque la ensalada del alma me exalta, me pone todos los sentimientos a flor de piel.

Ella ha intentado disimular un poco, pero me ha dejado cogerla de la mano y llevarla hasta su casa sin soltársela en todo el trayecto. Ya en la casa ha habido algo de revuelo, quejas y discusión, pero todo eso me da igual, ella ha vuelto al fin.

Cuando las cosas se han calmado un poco, ella ha sacado cosas que ha traído desde el otro pueblo, incluyendo una funda más bonita para mi ak’jambia, así como vestidos para sus hermanas y un fez para su madre. Luego ha estado contando todo lo que ha visto en el pueblo, y en el camino hasta allí. Y sobre todo ha dado muchos detalles sobre el parto y lo hermoso que era el niño que habían tenido.

Todo lo cual lo recuerdo de forma difusa, porque sólo podía mirar su increíble pelo, el hermoso color de sus ojos y de su piel y la forma en la que su cuerpo se insinuaba bajo su thoba. La debía estar mirando tan intensamente que Jalal, por lo bajo, me ha dicho que ya me valía, que la iba a desgastar y se volvería rubia de tanto mirarla.

No sé qué me ha dado entonces. De alguna forma la idea de que debería ser comedido al mirarla me ha parecido inaceptable, y de ese pensamiento he pasado a la idea de que debería poder mirarla cuándo y cómo quisiese, y, finalmente, para cierta sorpresa de todos, hasta para mí, me encontré pidiendo su mano a la viuda.

El resto de las hermanas me miraban como si estuviesen viendo un loco, y Djamila estaba roja como un tomate. La viuda los ha hecho salir a todos, hasta a Djamila y nos hemos quedado a solas. Me ha puesto un vaso de leche fermentada, y por primera vez desde que la conozco, se ha puesto otro ella misma.

Tras mirarme un rato muy seria, lo primero que ha soltado es que no tiene para pagar la dote de todos, y que Djamila es la más pequeña, así que no hay dinero para su dote. Yo le he recordado la mentira de que en mi tierra es el hombre el que paga. Entonces ella ha ido a lo que de verdad es un problema y que los dos sabíamos. Me ha dicho a las claras que aunque yo sea un hombre de provecho, con dinero y buena profesión, estaba claro que no era un hombre fuerte y que estaba muy enfermo. Me ha dicho que no quiere que su hija sea una triste viuda joven.

Es difícil argumentar contra algo que simplemente es verdad, pero le conté todos los planes. Primero le dije que ya había localizado y medio apalabrado una casa con un prado excelente que podría sostener un rebaño más que considerable. Que podía pagar esa casa y bastante más, de forma que incluso en el caso de que yo muriese pronto y ella se quedase sola, o aún peor, con hijos míos, tendría la casa, el prado y el rebaño. Que no le costaría encontrar un hombre dispuesto a aprovecharse de todo eso, y que ella misma podría pagarse una o dos dotes en tal caso. Además le he dicho, que pondría todo lo que he ahorrado a su nombre, de forma que tras mi muerte mis familiares del valle no heredarían, sino que lo harían ella y nuestros hijos si hubiesen. Luego, le he contado cómo Massud opinaba que el tratamiento iba mejor de lo que esperábamos, y más que una muerte joven pareciera que iba a tener una vida larga y sana.

Finalmente le dije una gran mentira. Le expliqué que la enfermedad que me aflige sólo la padecen los varones –lo que es cierto-, y que debido a mi formación de hakin, conozco las fórmulas y pociones necesarias para que ella y yo tuviésemos sólo hijas –lo cual es una gran mentira, pues como en otras muchos misterios, se desconoce por completo qué es lo que hace que nazca un infante varón o hembra.

La viuda no estaba muy convencida de mi poder para engendrar sólo niñas, pero sí que estaba convencida de los ‘poderes’ de Massud, así que si él decía que yo me curaría, me curaría. Dijo que tendría que hablar con aquel viejo loco de Balidran para estar segura, pero que si era así daría su permiso para nuestro matrimonio, siempre y cuando yo pasase el convite también, le buscase a ella unas joyas aceptables y sobre todo hiciéramos todos los pasos tradicionales en Yarim. Desde la solicitud pública, hasta la noche de bodas en el campo entre cabras.

Le dije, que a ese respecto quedase tranquila, pues si me concedía permiso para desposarme con Djamila tenía intención de convertirme en un yarime con todas las de la ley, que me esforzaría por parecer tan del pueblo como las blancadas. El chiste de cabras no le hizo ninguna gracia.

Cuando salimos a donde estaban los demás Djamila tenía cara de miedo, e hizo ademán de separar a su madre para hablar con ella; pero la viuda antes de que nadie hablase declaró que aceptaría el matrimonio entre el flacucho hakin y su hermosa Djamila siempre que se cumpliesen una serie de requisitos que se habían hablado y que se detallarían en los siguientes días. La cara de felicidad de mi amada, fue tan clara que de pronto me desaparecieron los temores y de pronto las visiones provocadas por la ensalada del alma, se hicieron brillantes y hermosa donde habitualmente eran tristes y tenebrosas. En ese momento las mujeres se volvieron locas, comenzaron a hablar de toda clase de cosas y no sé cómo aparecieron por allí muchísimas vecinas, algunas de las cuales creo que nunca había visto nunca.

Jalal me sacó de la casa. Me dio un codazo en el brazo y bromeó con que tenía el valor bien escondido. Estaba más que claro que su sonrisa escondía una profunda envidia. Entonces entendí que por mucho que fuese un joven apuesto, era demasiado joven, incluso para Djamila y sólo era un pastor, no era un hakin con dinero como yo. Le di un abrazo de hermano, y le di las gracias por todo lo que me había ayudado con ella, aunque no recordaba que me hubiese ayudado nunca en eso. Y entonces le pregunté si estaría dispuesto a hacer un favor, unas comprar en Al Ossi, que le pagaría bien.

El asintió, a pesar de que estaba claro que lo estaba separando de allí, y a pesar de que acababa de regresar de un viaje. Así que pasamos buena parte de la tarde en la única tasca del pueblo, hablando de cuál sería el vestido de boda más adecuado para ella, así como las joyas de que debían comprarse. Por supuesto al final del día todos los hombres del pueblo estaban en la tasca, bebiendo a mi costa, y haciendo chanzas sobre mi matrimonio. En algún momento hasta vi a Massud entre la gente riéndose con ganas.

He vuelto borracho y mareado a la casa. He tenido que meter la cara en la jofaina para aclararme un poco y estaba a medio desvestir cuando se ha colado en la habitación Djamila cubierta tan sólo con una túnica muy fina y bastante transparente. Me ha besado en la boca, me ha dicho que no creía aún que hubiese tenido valor para dar el paso y que estaba muy contenta. He intentado contestarle, pero ha seguido hablando, diciendo que iba a hablar con su madre y que no me preocupase que iba a lograr que se aligerasen las condiciones, que ella no necesitaba tanto, y que tal y que cual, yo ya no escuchaba, sólo olía y miraba. Entonces me ha vuelto a besar y me ha dicho que, eso sí, tendríamos que hacerlo bien hasta la boda. Yo le he dicho que todo lo que ella quisiera, a lo que ella me ha dado las gracias. No me he dado cuenta hasta que se ha marchado que eso significaba que no estaría en mi cama esta noche, ni el resto de las noches hasta la boda.

Día Vigésimo octavo del mes Sagrado del año 208

No tenía ni idea de cuántas cosas son necesarias para una boda. Pensaba que la única importante era el sacerdote, pero dado el estado de Rubbah, al parecer esto es lo único que no va a ser necesario.

Para mí lo más importante es asegurar su futuro, y eso pasa por conseguirle una casa y unos prados que estén a la altura de lo que he llegado a sentir por ella. La casa que había medio hablado, todos me han dicho que está muy bien, pero entre Massud y Jalal, han conseguido que me la rebajen de precio. Al parecer al precio que me estaban pidiendo hubiese sido un timo.

Finalmente, han sido las hermanas mayores de Djamila las que han decidido cómo ha de ser el vestido y las joyas, así que Jalal no ha salido hacia Al Ossi, hasta esta tarde. Por lo poco que he podido entender, no va a ser muy diferente que otros vestidos de boda, como los que aportan como ajuar las mujeres de Yarim, es decir bonito, para guardarlo más que para usarlo, y muy caro.

Ha habido un pequeño lío con el color. Claro, no soy un Osramán, ni ninguno de los otros apellidos de Yarim, ¿con qué color deberíamos casarnos? Al final, pensando en las nieves del Valle les he dicho que blanco, pero se han negado, ya que es el color del luto. Así que al final se ha llegado a la conclusión que los Ibn Kamaj vestirán del verde de las praderas que tienen en común estas tierras y las de mi nacimiento.

Al parecer nos casará Abdul, que a falta de Rubbah es lo más parecido a una autoridad que hay en el pueblo, y todo el mundo ha estado de acuerdo que debe celebrarse donde la gran higuera, así que había que negociar también un precio con la joven que es la única heredera del prado en el que está el árbol, lo que incluía tanto el precio por el alquiler para la ceremonia, como un dinero extra por si acaso el árbol resultase dañado de alguna manera.

Y claro, hay que empezar hablar del banquete, al que todo el mundo parece creer que está invitado, así que estoy teniendo que considerar cómo dar de comer básicamente a todo el pueblo. Eso sí, de inmediato han empezado a aparecer montones y montones de corderos y cabras teóricamente a buen precio. De negociar por la carne del banquete se va a dedicar la viuda, que ha dejado claro que de comprar comida no tengo ni idea. Se me ocurrió preguntarle si habría que contratar a alguien para cocinar todos esos platos y casi me echa de la casa a palos, entre gritos de si se había creído que las mujeres de su familia eran mancas o ciegas.


Mucho lío, y entre tanto lío tengo el tratamiento algo descuidado.