10.11.14

Majid. 9

Día Trigésimo del mes de las Flores del año 208

He tenido este diario abandonado en favor de mi trabajo de clasificación de hierbas locales. Hay muchas que se parecen a las que conozco pero que no son exactamente iguales. Por ejemplo, nuestro botón dorado que tiene muchos usos, especialmente la infusión de su raíz que en Balidram se usa incluso como sustituto del café, aquí tiene una flor naranja, y la conocen como amargón, sin embargo sus propiedades son aparentemente las mismas, para mejorar el hígado y los riñones, aunque como cabía esperar los yarimes la usan sobre todo para lograr el mismo efecto en la salud de sus ovejas y cabras. El corazón de ciervo local, sin embargo es más blanco que el nuestro, y los frutos con casi negros; aunque el aceite realizado con su esencia es igualmente eficaz para la cicatrización, el poder contra la depresión que tanto he aprovechado al parecer en esta planta se transforma en alucinaciones peligrosas y por eso la llaman corre-cabras y hacen lo posible para que el ganado no las coma. También hay muchas cortezas de árboles e incluso bayas de los muchos arbustos de la región, con propiedades similares pero no exactas a las que conocemos en Balidram. Es fascinante que plantas tan similares tengan tantos cambios de valor medicinal, que aunque sean leves, provocarían un muy erróneo tratamiento a un hakin no informado.

Por ejemplo, el jaramago blanco de Balidram con su característico fruto en forma de corazón verde, aparentemente es frecuente en las sombrías de Yarim, pero mirado de cerca el corazón tiene en este caso una fibras o venillas de color morado oscuro, que hace que le hayan cambado el nombre por corazoncillos muertos. Y el nombre es adecuado, el jaramago tiene un efecto adecuado para regular la circulación sanguínea e incluso ayudar al parto, el corazoncillo, sin embargo, tiene un efecto claro abortivo no muy deseable. Otro ejemplo sorprendente es el del gazapote. Las habillas del gazapote se refinan hasta obtener un aceite, que diluido adecuadamente está muy indicado en los libros de medicina para normalizar el ciclo menstrual de las mujeres. El equivalente de estas tierras es la huelemanos, pero sólo toman algunas habitas lo más verdes posible en caso de infestación con lombrices y cuando la haba es muy grande o muy madura podría provocar la muerte, en especial en niños.

Nunca había pensado en la riqueza oculta en las hierbas de lugares lejanos. Aunque me pasé una parte de la vida recorriendo los bosques de Balidram en busca de musgos y hongos, y sobre todo de muérdago, lo cierto es que mi contacto con la botánica siempre ha sido más teórica que práctica. Desprecié, probablemente por prisas y orgullo, las clases de herbología, que por lo general implicaban largas horas con las manos sucias de tierra, y desde que empecé mi formación como hakin, las plantas no han sido más que cosas que venían en tarros de cerámica o de cristal y que se identifican leyendo la etiqueta del exterior.

Empiezo a entender por qué algunos hakines se alejan de nuestro reino, no para trabajar, sino para encontrar nuevos remedios y al final jamás regresan. Me gustaría pensar que es el caso de Massud, pero aquellos que se pierden en la diversidad de las plantas no se quedan en el mismo rincón del mundo ayudando a parir a las cabras. Tiene que haber otra historia tras su desaparición, una historia que sospecho que será triste y oscura.


Día Trigésimo Quinto del mes de las Flores del año 208

Finalmente me he atrevido a salir al campo por mis propios medios. No puedo negar que he disfrutado al final con mi reclusión, gracias a todo el trabajo que he hecho comparando y dibujando plantas; pero ya era tiempo de enfrentarme al aire frío de las colinas y estirar las piernas.

He pasado casi todo el día recorriendo los caminos yarimes y parándome cada poco para observar las hierbas que hay en ellos. Ojalá la primavera hubiese empezado en su fecha. Casi todas están mustias o enfermas, no han logrado mostrar sus flores y, en general, es evidente lo mucho que están sufriendo con este frío antinatural. Djamila me ha acompañado durante la caminata. Es una mujer más fuerte de lo que pensaba, ha cargado con una comida ligera, con un buen cántaro de agua y con todas las hierbas que me han parecido interesantes.

Cuando regresábamos, Abdul Osramán nos ha salido al paso y me ha explicado que Massud mañana mismo, bajará a la casa a hablar conmigo de las lecciones que me debe y que él mismo tenía mucha confianza en que tras esa entrevista todo el tema quede aclarado. ¿Cuánta influencia tiene este hombre en el pueblo? Desde el principio me pareció algo parecido a un alcalde, un jefe de pueblo, pero él mismo  lo ha negado varias veces.

Se me olvidaba, he comprado una jambia, bueno, una ak’jambia y ahora la llevo por ahí como el resto de los hombres de yarim. Hace dos días un herrero ambulante estaba ofreciendo sus servicios a cualquiera que quisiera contratarle. Era un hombre robusto y de mediana edad procedente de Oyara que hacía casi cualquier cosa que le solicitaran, desde herrar caballerías a reparar ollas. Estuve viéndolo trabajar por la ventana de mi habitación y me fijé en que en su carromato estaba expuesta una ak’jambia sencilla pero bonita, con un mango en hueso rematado en una cabeza de cabra. No me resultó demasiado cara y ahora es un paso más de hermanamiento con los hombres del pueblo, uno que, sinceramente, me parece incómodo y pesado en exceso. No tengo ni la más mínima noción de esgrima, así que espero no tener que desenfundarla nunca. A Djamila le parece gracioso lo mal que la llevo amarrada. Todo el rato durante la caminata me iba diciendo que se me iba a caer, y cuando no, que parecía que iba a tropezarme con ella.

No es sólo que no esté acostumbrado al peso, es que el trabajo del herrero es demasiado bueno para mi comodidad. La hoja está peligrosamente afilada, y pesa como un hacha. Es arma mortal, hasta un inútil como yo, tan sólo con que consiga levantarla y dejarla caer con algo de suerte podría abrirse un cráneo en dos, o cortar un brazo. Soy demasiado consciente de la fragilidad del cuerpo humano.

Día Trigésimo Sexto del mes de las Flores del año 208

Como me anunció Abdul, el viejo ha aparecido hoy por la casa. Se ha hecho de rogar, eso sí, ya era avanzada la tarde y yo estaba dando por supuesto que se había echado a atrás. Además lo ha planteado como su fuese una consulta. Ha venido con viejas herramientas de hakin que está claro que no ha usado en años y me ha hecho toda clase de pruebas. Me ha preguntado detalles íntimos como lo que como, la forma de mis deposiciones o la cantidad de actividad sexual que estaba teniendo. Luego ha palpado mis músculos, sobre todo los de la espalda y los de los brazos y, finalmente ha palpado mis órganos internos.

A mitad del proceso me he cansado y le he dicho que de sobras sabe que tengo el mal de Kamaj y que se dejase de tonterías. Que sabía que había curado a Chizia y que quería el mismo tratamiento. Él se ha limitado a decir que él es el hakin ahora y que me calle hasta que tenga claro su diagnóstico y ha seguido haciéndome pruebas completamente innecesarias. Al final, cuando ya estaba más que aburrido, por sorpresa, me ha cogido por la muñeca y ha presionado no sé de qué forma y no sé en qué articulación, pero jamás había sentido tanto dolor en mi vida. Ha mantenido su pulgar justo en esa posición hasta que he rogado entre lágrimas que me soltase.

Tras dejarme jadeante, se ha lavado las manos parsimoniosamente, ha echado a las mujeres que se habían visto atraídas por mis gritos lastimeros y sólo después, se ha sentado y me ha dicho que era el mal de Kamaj. En ese momento he explotado, le he soltado toda clase de insultos y le he dicho que claro que era, que qué esperaba, que cómo iba a ser otra cosa y toda clase de disparates que han salido de mi boca todo de seguido. Él me ha hecho callar y me ha dicho, que no todos los Kamaj varones mueren del mal, aunque es cierto que casi todos sí. Y me ha dicho que la enfermedad es demasiado grave como para no darle un atisbo de oportunidad a cualquier otra cosa. Tras lo cual me ha dicho que sin embargo en este caso no le cabía duda. Me ha girado la muñeca por la fuerza y me ha señalado una parte la unión con la mano. Me ha exigido que palpase justo en ese punto y entonces lo he notado. Duro, hinchado, pero irregular, como si fuese una araña que se hubiese instalado en mis huesos. El mal de Kamaj, ha dicho él. Yo le he dicho que esta clase de inflamación no está documentada como parte del mal, a lo que me ha contestado que por algo le había estado buscando, que él era el mayor experto en el mal que yo podría encontrar. Que ese nódulo sólo se encuentra en el punto en donde la enfermedad se hacía patente por primera vez, así que sospechaba que ya se me retorcía la mano, aunque no se lo hubiese dicho. Le he preguntado que qué era ese nódulo y me ha dicho que no lo sabía, pero que si quería me cortaba la mano y mirábamos, igual había realmente una araña ahí en mis huesos. No me ha hecho ninguna gracia. Y me ha dicho entonces que la enfermedad no tiene cura. Y yo le he vuelto a espetar el caso de Chizia. Y él me ha dicho que yo no estaba preparado para seguir el tratamiento que le dio a Chizia. Yo le he dicho que estaba dispuesto a someterme a cualquier tratamiento, sea el que sea, que me daba igual los efectos secundarios, el estar vomitando o que se me cayese el pelo, incluso a quedarme estéril. Él ha insistido en que no estaba preparado para soportar el tratamiento. Y entonces le he rogado que lo hiciese, que me preparase, que me dijese exactamente lo que había que hacer y que yo lo haría. Él ha aceptado a regañadientes, diciendo que ya se vería si estaba tan dispuesto llegado el momento. Y luego me ha dicho que la primera parte era fácil, que tenía que ponerme fuerte y saludable y que no lo estaba. Y que para empezar saliese a caminar por las colinas, bien abrigado, eso sí, siguiendo un pastor, para fortalecer mi cuerpo. Le he dicho que cómo iba a hacer eso, y entonces él me ha dicho que tenía el candidato perfecto para que lo siguiese por los campos. Un chaval que me llevaría a lugares bien lejanos para que mis músculos y mi corazón se preparasen para el auténtico tratamiento. Yo le he dicho que me aplicaría, y que sería el mejor paciente que había tenido, y él me ha dicho que en mi caso creía que aun así no sería suficiente, pero que me iba a dar una oportunidad.


Voy a vivir. Estaba tan contento por ello, que cuando Djamila ha entrado para preguntar cómo ha ido le he dado un beso completamente inapropiado. La pobre ha salido huyendo del cuarto, pero me da igual, voy a vivir.

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