Soy un voyeur.
Lo soy porque te miro cuando no puedes verlo.
Lo hago. A escondidas. Con el corazón triste de vergüenza.
Y sé que lo sabes, pero ahora no te lo digo: soy tu voyeur.
Lo soy porque no debo serlo, porque ya escogiste. Lo hiciste y no fue a mí. Y no consigo aprender que lo sé, no consigo entender que eso fue todo. No consigo aprender del pasado ni del presente, tal vez porque no puedo dejar de mirarte.
Por eso hoy no te lo digo: soy un triste voyeur.
Te veo sin mirarte. Sin cruzar miradas, porque tu mirada ya no es para mí, porque nunca lo fue.
Te miro sin verte. Sin ver que sabes. Sin ver que no he te lo he dicho ya demasiadas veces. Que lo sabes demasiado bien de tanto no hablarte de ello.
Te miro sin ver que no debo mirar.
Soy tu voyeur.
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