21.12.22
A eso de tres días
15.12.22
Fusión nuclear está que arde, pero aún no quema
- Expansión decía: EEUU anuncia un logro histórico en la fusión nuclear que es un titular moderado, pero en el interior decía: "[...] producción de una fuente de energía limpia, barata e inagotable que pueda acabar con la dependencia energética del petróleo, el gas y el carbón sin los residuos nucleares de los reactores actuales [...]". Sin duda la energía de fusión será la fuente principal de energía a medio/largo plazo, pero incluso cuando funciones perfectamente ni será ilimitada, ni será completamente limpia. Normalmente para la fusión nuclear se necesita tritio o, al menos deuterio, que habrá que buscar pacientemente en el mar o en la Luna. Y en cuanto a la limpieza del proceso, casi seguro que, sea cual sea, el procedimiento usado generará pequeñas dosis de materiales radiactivos, aunque menores y de materiales de vida mucho más corta que la fisión actual. Por suerte el mismo medio aclara la situación en este otro artículo.
- Después de la noticia los medios se llenaron de cosas como esta: Manuel Asorey: "Con la fusión del hidrógeno de un vaso de agua, una vivienda tendrá energía durante décadas", que aunque ciertas alientan un tecnoptimismo excesivo y la creencia de que las soluciones al problema energético están aquí mismo.
- Hubo cagadas como esta El patinazo de un corresponsal de Antena 3 con la fusión nuclear, que efectivamente cuando yo mismo lo escuché me puso los pelos de punta.
13.12.22
Más de cuarenta libros leídos
- Breve introducción a la teoría literaria (Jonathan D. Culler): un ensayo, con algunas cosas interesantes, pero que no me interesó demasiado.
- Piranesi (Susanna Clarke): fantasía, pero muy diferente a lo que habitualmente recibe ese nombre.
- Ángel 122 (Francisco J. Jariego, Isabel F. Peñuelas): ciencia ficción, biopunk, de unos amigos. Recomendable sobre todo por lo diferente que resulta a las propuestas habituales.
- La Noche del Silencio (Mar Hernández): fantasía, de una conocida de La Escribeteca.
- Cero K (Don DeLillo): algo cercano a la ciencia ficción, bastante interesante.
- Cincuenta sombras mágicas (Diosdado, Nahikari): fantasía, esto casi no se puede contar como libro, es minúsculo.
- Por un bistec. El chinago (London, Jack): antología de relatos. Se nota que está envejecido, aún así interesante.
- Voces remotas en Albión (Conde, Víctor): querría decir ciencia ficción, pero no, es cienciasía y de la mala.
- La Hermandad de la Noche: Cuentos de Sangre y Oscuridad. La Hermandad de la Noche #1 (Muchos autores): una antología de... no sé si decir terror, la verdad es que creo que no, dejémoslo en que son relatos de vampiros. Algunos bastante interesantes.
- Hija de sangre y otros relatos (Butler, Octavia E.): colección de relatos diversos, algunos de ciencia ficción. Muy bueno y recomendables, aunque se nota en ellos que la autora se siente más cómoda en formatos más largos.
- Mercado De Barcelo (Almudena Grandes): me gusta mucho esta autora de la que lamentablemente no tendremos ya más obras. Este librito es una recopilación de columnas de periódico. En realidad conforman un fixup de relatos, muchos bastante buenos.
- Primera persona del singular (Murakami, Haruki): antología de relatos. No me ha parecido la mejor que le he leído a Murakami, sinceramente.
- Mil desiertos (Jurado, Cristina): ciencia ficción, antología. Algunos me han gustado mucho, aunque por lo general los finales me resultan confusos.
- Los asquerosos (Lorenzo, Santiago): esta obra me gustó mucho al principio, especialmente por el uso desvergonzado del lenguaje, pero luego se me fue desinflando y acabó por aburrirme.
- Degustación de calabazas 2021 (Muchos autores): selección de relatos de los compañeros de La Escribiteca.
- SuperSonic #20 (Muchos autores): revista, ciencia ficción, en este número me publicaron 'Maestro de ceremonias', un relato del que me siento bastante satisfecho.
- Si una noche de invierno un viajero (Calvino, Italo): sin duda lo mejor que he leído este año. Un fascinante ejercicio de estilo, autoreferencia, postmodernismo, en fin... leedlo y ya.
- Las primas (Venturini, Aurora): aunque esta obra ha gustado mucho, no acabé de creerme la voz principal. En lugar de un personaje bien construido veo todo el tiempo a la autora hablando de lo que quiere criticar.
- El jardín de infancia (Sacristán Horcajada, Sara): ciencia ficción, distópica. No está mal, pero me resultó bastante convencional. Terreno ya muy visitado.
- Rubicón (Mesa, J.G.): querría decir que es ciencia ficción, pero es sobre todo un relato bélico. No consigo encontrar el gusto por este autor.
- Llamando a la Tierra (Penalva, Andrea): ciencia ficción. Aunque la idea del personaje principal es atractiva, la trama me resulta muy poco creíble y ignorar durante todo el libro el problema del retardo de las comunicaciones espaciales para mí destruye totalmente el interés por la obra.
- One Love (Angulo Ardoy, María): ciencia ficción, la obra resulta lo bastante atractiva como para que escriba un artículo de este blog centrándome en ella. Veo en la obra varios problemas de credibilidad. Hablaré de ello en un artículo. Aún así bastante mejor que otras obras de este estilo que he leído.
- Gaugamela (Mesa, J.G.): otra obra bélica del mismo autor que Rubicón.
- El arpa de hierba (Capote, Truman): en su momento me gustaron bastante otras obras de este autor y esta la tenía por las estanterías sin leer. Aunque la historia (del medio oeste americano), no puede interesarme menos, me ha gustado bastante cómo rompe y juega con la idea del 'don't tell', ya que lo que haces es mostrar contando, una y otra vez cuenta historias en todas las páginas del libro. Muestra lo que quiere mostrar, contando una tras otra las historias de los personajes que van pasando por allí. Me hace sonreír ese truco que rompe la interpretación más superficial del mantra de moda.
- Pollo en pepitoria (Zelada, Andrés): distopismo de provincias. Muchas cosas de las que pasan en el libro son difíciles de creer, pero al menos se lee con una sonrisa y el propio libro no se toma muy en serio a sí mismo, lo que, para mí, siempre es un punto positivo.
- Bestiario (Cortázar, Julio): Cortázar es mi autor favorito y esta antología contiene algunos de sus cuentos más reconocidos. No me gusta tanto como la antología de 'Todos los fuegos el fuego', pero como siempre muy bien.
- Ojalá tú nunca (Miró, Javier): ucronía, distopía. Aunque la idea es interesante y la forma de narrar parece, a priori, interesante me parece que el final adolece de suficiente fuerza como para montar todo el artificie que la obra usa y el orden de narración no acaba de encajar con capítulos que son mayoritariamente de acción.
- El último vuelo de Icarus Flynn (Blanco, Aura): este libro es sobre todo sugerente, el worldbu, la estética, etc... enganchan y uno desearía que se contase más, que la autora dedicase más espacio a los personajes, que narrase con más calma. Tal y como está parece algo verde, a medio cocer, la trama no acaba de ser creíble y todo el conjunto se queda cojo.
- Escarcha (Blanco, Aura): la autora me pareció lo bastante interesante como para buscar más obras suyas con la esperanza de que estas fueran más maduras, más consistentes que la de Icarus Flynn, pero no es el caso de esta, que solo es un cuento no muy bien terminado que podéis encontrar en Lektu.
- Bienvenidos al Hotel Caronte (Varios autores, incluyendo Aura Blanco): busqué más obras de esta misma autora (como veis sí que me pareció alguien con bastante potencial), y así acabé leyendo esta antología digamos que de terror. Algunos cuentos son bastante buenos y otros mucho más flojos.
- Gente que ríe (Chivite, Laura): un fixup que coquetea con la ciencia ficción al principio (no le sale bien, es el relato más flojo), pero que me ha gustado muchísimo. Claramente el segundo mejor libro de los que he leído este año (el primero es el de Calvino). Simplemente no os lo perdáis.
- Asuntos de muertos (Mories, Nieves): terror. No conecto con esta autora y sus narradores iracundos, pero sin duda este me parece su mejor libro y el más comedido.
- Exilium: Primer impacto (Delgado, Nieves y otros muchos autores): querría decir que es una antología de relatos de ciencia ficción, pero, siendo sinceros, me parecen más bien relatos de terror o bizarros. Compré la antología para leer a Nieves que es una autora que me gusta mucho y que se prodiga muy poco. Me parece que sus relatos son los mejores de toda la antología y, sí, creo que ella entiende mejor que los demás que lo que tienen entre manos es terror y sus dos relatos son estremecedores.
- Isla (Duncan, Eva): ciencia ficción, supuestamente distópica. No está mal escrito pero se queda bastante coja como historia. Me sorprende que en un relato distópico, todos los personajes, incluso la protagonista pobre como una rata, disponen de algo equivalente a un móvil y que piensen en liderar la 'revolución' mediante videos y redes sociales.
- Escribir ficción: Guía práctica de la famosa escuela de escritores de Nueva York (Steele, Alexander y otros): libro didáctico sobre la escritura, algo convencional, pero algunos capítulos merecen la pena. Recomendable.
- El escritor emprendedor: cómo ganarte la vida como escritor (Duque, Ana Gonzalez): mucho contenido de los mantras del pensamiento positivo y mucho rollo de emprendimiento. A mí no me ha aportado nada. Nada recomendable.
- La singularidad (Sacristán Horcajada, Sara): el segundo libro de esta autora que he leído este año. Me ha interesado más que el otro, porque es un tema mucho más original, aunque tiene el problema de ser lo que me gustaría llamar 'obra derivativa'. Tal vez escriba un artículo sobre lo que es eso y ejemplos de ello.
- Modelo K-75 y otros garabatos: Los modelos son el mensaje (Jariego, Francisco J): la antología de relatos de Paco de este año. En realidad 'relatos' habría que ponerlo entre comillas, ya que en la mayoría de los casos no son cuentos sino entradas de blog, que funcionan bien como eso, pero regular como historia independiente. Aún así hay varios muy interesante y otros tantos bastante divertidos. Recomendable.
- El acontecimiento (Ernaux, Annie): me ha encantado este libro. Bajo una apariencia sencilla y una prosa ultraplana, se esconde una obra que narra a cuatro niveles diferentes y transmite la indefensión y la desorientación que sufrió a la perfección. Breve, simple y muy recomendable. Un ejemplo en el que fijarse a la hora de escribir.
- Amanecer Verde (Fernández, Marcos): ciencia ficción, crisis pre-greenpunk. Aunque el supuesto es interesante, el libro es muy flojo y construido torpemente.
- La parábola del sembrador (Butler, Octavia E.): distopía. Me gusta mucho más la Butler novelista que la cuentista (y eso que algunos de sus cuentos son impresionantes). Esta novela es buena, no se puede negar, pero lo que narra es una historia tan estadounidense que me ha interesado bastante poco.
- Tiempo de silencio (Luis Martín-Santos): por mucho que reconozco su calidad literaria, no he podido terminarlo. Como me pasa con el Ulises de Joyce, cuando la forma domina demasiado sobre el contenido y parece creada de forma intencional para sorprender y provocar admiración entre académicos, acabo por desvincularme del texto y abandono. Necesito que los textos sean más personales, más emocionales, más viscerales.
- Orlando (Virginia Woolf): no he logrado conectar con el protagonista. Lo he intentado en varias ocasiones a lo largo del año y he llegado a leer un tercio de la novela, pero el tufo nobiliario, el profundo desagrado que siento ante este privilegiado que se queja de lo vacío de su vida fácil es superior a mí.
11.12.22
Virginis 61
Escribí la primera versión de esta novela corta (aunque algo más larga de las que suelo crear) durante el nanowrimo de 2019, antes de dejar mi trabajo de ingeniero, pero ya encaminado a hacerlo. Comparto así con el protagonista no solo el nombre, sino el hartazgo por un trabajo que no parece llevar a ninguna parte y el deseo de abandonar la seguridad acomodaticia de la vida burgesa para, simplemente, darse tiempo para vivir.
Por supuesto esta no es solo la historia de un tipo que deja su trabajo para poder pasarse los lunes (en el caso de esta colonia espacial, el primer día) al sol (o sea, bajo la luz de Vesta) sino que se cruzan en su camino problemas y reflexiones que he considerado que merecen las más de doscientas páginas que tiene la versión impresa del libro.
Sería muy largo enumerar todas las cuestiones que salpican el texto, o que se insinúan bajo sus líneas, pero no está mal hablar de algunas de ellas.
La dificultad de la colonización interestelar
Dataísmo frente a Transhumanismo
21.11.22
Adiós, pájaro, adiós...
11.4.22
Fantaciencia y Cienciasía
Soy escritor de ciencia ficción y
de fantasía. Me gusta leer obras de ambos géneros —cuando están bien escritos—
y de tanto en tanto incluso fracaso con el tercer género de la tríada de la
ficción especulativa, el terror, lo que completa mi viaje al lado oscuro de la
literatura y el frikismo en general. Sin embargo, mentiría si no reconociese
que de todos esos géneros mi favorito, con mucha diferencia es la ciencia
ficción. ¿Qué es la ciencia ficción y cuáles son sus límites?
Si buscamos en la Wikipedia nos
encontramos con:
“[…]
Es un género especulativo que relata acontecimientos posibles desarrollados en un marco imaginario, cuya verosimilitud se fundamenta narrativamente en los campos de las
ciencias físicas, naturales y sociales. […] Esta acción puede tener lugar
en un tiempo pasado, presente o futuro, o, incluso, en tiempos alternativos
ajenos a la realidad conocida, y tener por escenario espacios físicos (reales o
imaginarios, terrestres o extraterrestres) o el espacio interno de la mente.
Los personajes son igualmente diversos: a partir del patrón natural humano,
recorre y explota modelos antropomórficos hasta desembocar en la creación de
entidades artificiales de forma humana (robot, androide, ciborg) o en criaturas
no antropomórficas. […]”
Si hacemos una búsqueda en internet
encontramos otras definiciones igual de amplias y difusas, pero, para mí, la
ciencia ficción se diferencia netamente de sus otras hermanas de ficción
especulativa en que apela directamente a la racionalidad. Toda buena obra de ciencia
ficción contiene un elemento al que me gusta llamar novum, que es la semilla del texto, el ¿qué pasaría sí…? del relato. El novum suele presentarse al principio de la obra y todo el texto se
articula sobre las consecuencias de dicho elemento. Así en Yo, robot de Asimov antes de exponer ninguna historia nos explica
la existencia de los robots y nos presenta las tres leyes, para luego poner a
prueba nuestro ingenio explicando, relato tras relato, casos en los que dichas
leyes parecen haberse roto sin que sea así realmente. En Ciudad permutación de Greg Egan, nos presenta una intrigante
especulación filosófica sobre la ‘continuidad’ de la existencia, la
persistencia tras la muerte y nos lleva de la mano hasta las conclusiones
inevitables. Otras obras de ciencia ficción presentan un escenario con un novum, pero son más exploratorias que
retadoras, como muchas de las obras de Úrsula K. Le Guin, tales como La mano izquierda de la oscuridad con
sus hermafroditas o Los desposeídos
con su descripción de una civilización anarquista.
El otro elemento que identifica la
ciencia ficción es que se basa en el conocimiento más o menos actualizado del
conocimiento científico y lo reta proponiendo un único elemento innovador, no
lo subvierte. Se plantea preguntas como: ¿y si pudiésemos hacer una máquina del
tiempo? ¿y si pudiésemos lograr que todos fuesen igual de ricos? ¿y si todos
fuésemos inmortales?, para luego mostrarnos en forma de narrativa los
resultados de esa pequeña diferencia. En La
ciudad y la ciudad, de China Miéville, todo es exactamente como nuestro
mundo, sin magia ni elementos sobrenaturales, excepto que la mitad de una
ciudad ha decidido ignorar la existencia de la otra mitad, desde hace siglos.
Como si en la Constantinopla recién tomada por los turcos, los bizantinos
hubiesen decidido ignorar la conquista, y en la actualidad existiesen
Constantinopla y Estambul a la vez, en el mismo lugar, calle junto a calle, con
personas de ambas ciudades cruzándose, sin verse ni mirarse nunca. Esa es la
clase de especulación que interpela a la mente, a la razón y que hace tan
especial a la ciencia ficción.
Siempre se han distinguido subclases
dentro del género, tales como: ciencia ficción dura contra blanda, y sobre todo
se reconoce como algo diferente el space ópera, o sea la novela de
aventuras con marco espacial. Sin embargo, últimamente, están apareciendo
muchos libros —también series y películas— que yo personalmente no puedo considerar
como ciencia ficción. Distingo dos clases a las que voy a llamar fantaciencia
y cienciasía.
La más habitual es la fantaciencia,
que consiste en escribir siguiendo las normas de la fantasía —ya sea épica,
urbana o de cualquier otra clase—, dándole importancia sobre todo a la
componente de aventura, pero usando como trasfondo tecnología muy avanzada casi
prodigiosa, a menudo perdida, en lugar de magia o poderes místicos. La fantaciencia
es literatura de fantasía, pero revestida con un hálito tecnológico —lo que
importa en la mayor parte de esas obras no es la ciencia, una especulación
sobre ella o el novum, sino los poderes que nos confiere la
tecnología. El papel de las razas no humanas de la fantasía la adoptan aquí los
robots o los ciborgs, el papel de la magia la adopta alguna clase de
nanotecnología o biotecnología muy avanzada, el papel de los dragones o
demonios lo adopta alguna clase de plaga apocalíptica o leviatanes cibernéticos
descontrolados. Los protagonistas, como en mucha literatura de fantasía, tienden
a ser jóvenes en búsqueda de su madurez, y hay, casi siempre, un enemigo
formidable a batir.
Como tal la fantaciencia no me parece
mal. Al leerla se percibe similar a novelas de fantasía épica o de los géneros
hermanos como el steampunk o el dieselpunk. Como lector de fantasía, la
disfruto, como escritor no me importa deslizarme por esa pendiente, aunque
pienso que debería sincerarse como género, porque en demasiadas ocasiones la fantaciencia
es lo que se oculta tras la etiqueta de ciencia ficción, por lo que acaba
siendo decepcionante para un lector que ande buscando el reto de un novum, y el recorrido de una
especulación científica o filosófica.
La cienciasía, sin embargo, se
me antoja detestable. Obras como El problema de los tres cuerpos de Liu Cixin, se presenta como obras de
ciencia ficción, son recomendadas por reconocidos personajes públicos e incluso
copan los premios del género —esa obra en concreto ganó el Hugo en 2015 y el
Ignotus del 2017—, pero no son ciencia ficción en absoluto.
Estas obras, aunque usan las técnicas
narrativas del género y se presentan como tal, no contienen un novum razonable, sino que fantasean con
ciencia alternativa, de forma completamente libre e incluso se podría decir que
disparatada. Estas obras comenten errores de bulto que no son fruto de una
intención especulativa sino de puro desconocimiento o simple desinterés por la
ciencia como tal. En la obra mencionada, por poner un ejemplo, se presenta en
forma de novum la existencia de una
civilización extraterrestre en un planeta que forma parte de un sistema estelar
ternario sometido a la irregularidad del mencionado problema de los tres
cuerpos. A lo largo de la novela se acaba situando dicha civilización en Alfa
Centauri, lo que es en sí mismo un disparate pues —como una investigación de
cinco minutos aclara— dicho sistema estelar no se encuentra en un estado
errático y aleatorio. Durante el resto de la novela, poco a poco de acumulan errores
cada vez más esperpénticos, hasta que se alcanza el sumun con la impresión de un computador en la superficie
de un neutrón.
No resulta difícil ver que el autor ha montado
un pastiche con elementos matemáticos y científicos que le han parecido chulos para juntarlos en un desparrame conspiranoico, y hacer así una novela de
sectas con justificación seudocientífica. Un libro que debería ir a la
estantería de los bestsellers de peor calidad junto a las historias sobre los catones,
las búsquedas del grial o de la Atlántida; y que sin embargo se ha colado en
los Hugos y los Ignotus.
La cienciasía es irrespetuosa
con la ciencia y su influjo se siente ya en las series de ciencia ficción, que
comentan errores de bulto con cosas como las escalas interplanetarias, los
tiempos de transmisión en las comunicaciones, etc. Lo peor de todo es que esta
clase de errores de bulto se pueden evitar realizando una investigación que, en
nuestro mundo interconectado, no requieren ni una hora de trabajo. Pero lo
cierto es que a los autores de cienciasía eso les da igual, porque tienen la
mente llena de seudociencia y lo único que les interesa es lo chulo que
queda poner frases como alcanzado por un frente de longitudes de onda
o interferencia cuántica binaria, tengan o no tengan esas expresiones
algún sentido.