15.1.24

Fixup: un formato del futuro próximo y del pasado remoto

Cortázar decía en sus entrevistas y en sus cursos que la diferencia entre el cuento y la novela consiste en que el primero tiene forma esférica y la segunda, arborescente.

El cuento contiene en su centro un tema único y todo lo que hay en él (cómo el decía: desde la primera palabra hasta la última) existe en función de ese núcleo, sirve no solo para expresarlo, sino también para reforzarlo y como cámara de resonancia. El cuento es una luz láser que se reafirma a sí misma en una única y perfecta frecuencia pura. No lo podemos considerar acabado y pulido hasta que no parece sobrarle nada ni faltarle nada.

La novela de cierta manera es lo contrario: si bien tiene también un tema central, una columna vertebral que la sustenta y le da sentido, debe perseguir mostrar todos los aspectos posibles de ese concepto, los diversos puntos de vistas posibles, toda la gama de grises, la paleta completa de significados que surgen (o delimitan) el núcleo central. La novela es como la luz iridiscente y múltiple que surge de un diamante tallado. Ampliar un cuento puede romper su esencia mientras que recortarlo suele mejorarlo. Ampliar una novela solo añade matices extra, puede enriquecerla si no se rellena con paja o lastre. Reducirla puede limitar su alcance.

El cuento es la forma primigenia de narrativa humana. Es corto, se reafirma a sí mismo y normalmente se recuerda con facilidad. Se transforma así en un medio para transmitir el supuesto sentido común o los tabús absurdos de una cultura. La novela, sin embargo, no surge hasta épocas mucho más recientes de la mano de personas con tiempo, recursos e ilustración necesaria como para recorrer parsimoniosamente las sutilezas de alguna idea o principio. Las novelas han sido desde su nacimiento largas (véase las dimensiones de El Quijote), y aunque, por suerte, las hay más manejables, han seguido creciendo a medida que el tiempo y las exigencias de los lectores, cada vez más cultos, han aumentado. Las novelas se han vuelto tan enormes que se transforman en sagas de miles de páginas divididas en docenas de tomos que requieren para leerlas la parsimonia y el tiempo que se han necesitado para escribirlas.

La extorsión constante del sistema productivo, unida al surgimiento de los medios digitales de comunicación y expresión, que proporcionan una oferta ilimitada de entretenimiento, así como un bombardeo constante de información o propaganda, nos hace sospechar que la novela debería ir declinando en el futuro y que daría paso al resurgimiento del cuento como sustento narrativo principal. Y, aunque el cuento es maravilloso, es unifocal, y un autor que quiera recorrer los múltiples posibles aspectos de un tema o una problemática, sentirá que se queda corto, maniqueísta. Podemos temer que el mundo se vuelva aún más extremista en sus opiniones al menguar la longitud de sus expresiones narrativas. ¿Cómo podríamos mostrar la pluralidad de respuestas posibles a las preguntas importantes en un formato rápido, ágil, que se ajuste a nuestros tiempos de atención subdividida hasta dimensiones nanométricas sin perder potencia ni calidad literaria?

Una posible respuesta es el fixup. 

¿Qué es el fixup?

El fixup es una forma de agrupación de cuentos (en algunos artículos se habla de una forma de novela, yo no estoy de acuerdo) que difiere de una antología corriente en que contiene elementos comunes que relacionan los relatos, proporcionando continuidad y haciendo que el conjunto sea superior en impacto a cada uno de ellos por separado.

Ejemplos claros y habitualmente mencionados de fixup son Yo, robot, de Isaac Asimov y Crónicas marcianas, de Bradbury. En ambos casos muchos de los relatos habían sido escritos e incluso publicados por separados en revistas del género. Es decir, los relatos funcionaban como obras independientes; sin embargo, al unirlas e hilarlas adecuadamente, elevan aún más el impacto final en el lector. En el caso de la obra de Bradbury el autor introduce pequeños interludios entre los cuentos de un nivel más lírico que hacen avanzar la trama y conforman un marco temporal, le dan un sentido histórico. El caso de Yo, robot es para mí aún más paradigmático ya que el autor sitúa en la primera página las tres leyes de la robótica, añade después una pequeña introducción histórica del nacimiento de los robots, para, inmediatamente, con el primer cuento, poner al lector en duda sobre el funcionamiento de estas. Cuando el lector ha entendido la aparente paradoja del primer cuento y la ha integrado en el funcionamiento de las leyes, Asimov, presenta un nuevo caso aún más sofisticado de aparente violación y así continúa y continúa a lo largo de todo el fixup, logrando que el lector acabe por entender la extrema dificultad que implica obtener el resultado moral esperado de las tres leyes mediante la aplicación de estas y el sorprendente alcance que tienen.

Es fácil encontrar la enorme lista de fixup que existen haciendo una rápida búsqueda en internet o leyendo la entrada de la Wikipedia.

¿Solo se usa el fixup en ciencia ficción?

Aunque la ciencia ficción es un género que agradece mucho el fixup y de dónde surge su nombre, en realidad hay muchos ejemplos en la fantasía e incluso fuera de los géneros de lo imaginario. No voy a referirme ya a los mundos compartidos que tienen algunos escritores de terror (Lovecraft y sus amigos, cuyo conjunto global de cuentos casi parece un fixup mastodóntico), ya que un mundo compartido no tiene exactamente la función de explorar desde diversos prismas un tema central ni están unidos ni pulidos para reforzar un concepto (aunque podríamos pensarlo así: ¿no es acaso todo el asunto de los Mitos una exploración del miedo a la otredad?). Pero baste con mencionar el maravilloso fixup Gente que ríe, de Laura Chivite que usando como hilo central la vida de un personaje contada de forma invertida (desde su final hacia su principio), permite a la autora trazar reflexiones sobre la vida de las personas, lo que importa y lo que no mientras se divierte y divierte al lector escribiendo cuentos con toda clase de artefactos y formatos, desde el falso manual de instrucciones hasta la falsa obra de teatro.

¿Es esto una modernez?

Pues más bien es lo contrario. El fixup es un retorno a las bases ya que, ¿qué son las historias artúricas (cuando se novelan) o las novelas de caballería o los mitos creacionales de todas las culturas o las eddas nórdicas o el Mahabhárata o el Rāmāyaṇa sino extensos conjuntos de cuentos unidos por un escenario y unos personajes comunes? ¿Qué son sino fixup? Como se ha dicho unos cuantos párrafos más arriba el cuento es probablemente la primera expresión narrativa de la humanidad y cuando las culturas los recuperan de la tradición oral, los ordenan y los clasifican el resultado más natural y primigenio no es otra cosa que el fixup.

Así que recuperad las tradiciones más antiguas de nuestros ancestros y dadles forma a vuestras historias hilvanando un hermoso collar de piedras de muchos colores.

Buscad la unidad temática en la potencial diversidad formal del fixup.


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