26.10.23

Esos libros de los que merece la pena hablar

He dicho muchas veces que soy un escritor de fantasía y ciencia ficción, y por el número de mini reseñas que suelo subir a este blog queda claro que soy un lector de los mismos géneros, pero también queda claro que no soy un booksgramer o como quiera que se llame. No soy un reseñador, ni un articulista. Si lo fuese mis reseñas serían mucho más detalladas, bonitas y entretenidas. La verdad es que no tengo vocación ni de periodista, ni de blogero. Por otra parte, hay muchos libros de los que siempre hablo cuando surge la conversación y sobre los que no he hecho nunca un artículo. Va siendo hora.

Esta lista de libros tiene que ver, más que con mis gustos personales, con aquellos libros que de alguna manera me han ido marcando como escritor. Además, voy a intentar no hablar de ningún libro ultra conocido que para eso ya hay mil artículos que podéis encontrar por la red. Ah, y solo hablaré de ciencia ficción.

Veamos unos cuantos:

Ciudad permutación:

Ciudad permutación es un libro de Greg Egan, publicado en 1994, y ganador del Premio John W. Campbell Memorial. El libro me parece un ejemplo casi perfecto de ciencia ficción de novum no tecnológico ni científico, ya que el núcleo del libro es una idea filosófica que en realidad la he visto en boca de muchas personas, aunque con formas ligeramente diferentes: la idea de que la consciencia es una continuidad y que como tal es impensable que pueda simplemente interrumpirse. Una de las personas a la que la escuché defender esta postura (para mi sorpresa) fue mi querida Ana María Matute, que en uno de estos programas pseudointelectuales que había antiguamente en la tele e interrogada por la vida después de la muerte, dijo que evidentemente algo debía de existir más allá de la vida, ya que algo tan ‘sustancial’ como la consciencia no podía simplemente desaparecer sin más. El razonamiento es una falacia, claro, y la propia sustancialidad de la consciencia es más que discutible (yo no creo en ella, igual que no creo en el libre albedrío o en el alma), pero Greg Egan logra montar un discurso muy bien articulado en torno a esa idea, introduce además mi tema preferido (el de la identidad) y lo transforma en un novum sobre el que montar una novela excelente que explora las conclusiones de esa aproximación filosófica y sus límites.

Un libro muy recomendable.

El crisol del tiempo:

Resulta muy difícil encontrar aliens que verdaderamente lo parezcan. Los de K. LeGuin, por poner un ejemplo de autora que no podemos considerar sospechosa de ser descuidada, son todos humanos. Asimov tiene algunos ejemplos de los que no voy a hablar porque son sobradamente conocidos, pero son pocos. La mayor parte de sus libros están protagonizados por humanos y los que no por robots que intentan serlo. Incluso K. Dick, que a menudo recorre en sus obras concepto tan raros que podríamos achacarlos a influencias lisérgicas, casi siempre usa humanos como protagonistas. Tan solo recuerdo el extraño mutante de ‘El hombre oro’ como ejemplo de rareza inhumana central. Incluso un autor como Andy Weir, que tiende a ser muy estricto en lo científico, al recurrir a un visitante alien en su Proyecto Hail Mary, nos pinta a un ser que morfológicamente no es en absoluto humano y que, sin embargo, una vez superado la barrera de comunicación parece uno bastante afable. Por eso recorrer la historia de una civilización de plantas móviles, capaces de automodificarse mediante injertos, a lo largo de una historia de pesadilla me parece una experiencia que es mejor no perderse. John Brunner, ganador de un Hugo, aunque no por esta obra, nos trae una delicia en forma de obra de ciencia ficción que en realidad no podemos considerar de novum, sino más bien de esa categoría de obras que recorren mundos posibles, creíbles, y nos ayudan a distanciarnos de las presunciones que hacemos sobre el nuestro.

La señora de los laberintos:

Este libro de Karl Schroeder es en realidad varios libros. Aunque está redactado como una novela con un hilo único, en realidad toca tantos palos, en tantos escenarios diferentes y en tantas fases sucesivas que bien podría haber sido un fixup. El libro se publicó en 2014 y creo que no ganó ninguno de los premios del género, aunque su autor sí lo hizo con la secuela de este escenario (que escribió antes). En realidad, La señora de los laberintos funciona casi como precuela del libro anterior Ventus. Hay tantas cosas incluidas en este libro que nos muestra un futuro remoto en los que los humanos siguen existiendo y viven tan bien como quieren (pero que ya no son los actores relevantes de la historia, tras haber cedido ese lugar a los transhumanos y a algunas IAs), que ni siquiera voy a intentar listarlas todas, pero sí mencionar un par de ellas.

La primera reflexión que propone el autor es si la humanidad cuando alcance un nivel de desarrollo tecnológico que le permita hacer cualquier cosa (en el libro una suerte de poderes parecidos a los del Planeta prohibido, mediante la convivencia constante con nanobots omnipresentes), evolucionará a algo nuevo o preferirá retrotraerse a escenarios tecnológicos más simples y comprensibles.

La segunda versa sobre si no resultará evidente nuestra falta de originalidad y de unicidad cuando la población humana supere con creces los millones de billones. Esta segunda reflexión me parece increíblemente bien mostrada.

El libro tal vez peca de ambición porque hay demasiadas reflexiones y propuestas amalgamadas a lo largo de sus hojas, pero aún así es un libro muy recomendable.

La velocidad de la oscuridad:

Elizabeth Moon ganó el Nébula del 2004 con esta deliciosa novela que fundamentalmente habla del autismo. Conforma así una novela de ciencia ficción descriptiva, llevándonos de la mano a hasta intentar asomarnos a una mente humana no normativa, a sus deseos y sus razonamientos. Ya solo por esa parte descriptiva merece la pena no perderse este libro, pero es que hacia el final de la obra la autora introduce un novum que se articula hacia el tema de la identidad y de la continuidad del yo. Temas que como ya he dicho muchas veces son mis favoritos.

Sin duda esta es otra obra que harías bien en leer.

Y creo que por hoy ya he hablado suficiente. Como podéis ver hay muchas obras que merecen la pena fuera de los autores más conocidos y clásicos, muchas de las cuales ni siquiera han ganado un premio de prestigio y que merecen mucho la pena leer. Aún estoy buscando obras que me impacten de forma similar entre las escritas por españoles, novelas que me dejen pensando o que sacudan sustancialmente mis ideas. La que más se ha acercado a lograrlo ha sido Jinetes de la tormenta, de Javier Castañeda de la Torre; un autor, por cierto, que he tenido la suerte de conocerlo en persona mucho después de leer su obra.

En otro artículo hablaremos de otras obras que me han resultado muy interesante, tal vez de lo escrito en lengua española o tal vez de autores mucho más conocidos como China Melville, o Paolo Bacigalupi.

1 comentario:

Juanlu dijo...

Ciudad Permutación, de la que ya charlamos un rato en Avilés, es una novela que en su momento me impactó y que influyó en que me pusiera a escribir ciencia ficción (en vez de terror que solía ser lo habitual). Creo que fue no tanto por el "novum" en sí mismo, sino por la forma de narrar, por darme cuenta de que se podía dar forma de novela a una idea un tanto abstracta y que encima la cosa resultara interesante y divertida. Por supuesto, esto lo habían hecho otros muchos autores antes, y probablemente mejor, pero a mí esta novela me llegó en el momento justo y por eso dejó huella. No recuerdo bien la trama, pero sí la sensación que me dejó, y esa es una sensación que busco cuando escribo. Algún cuento he escrito con ideas parecidas, aunque en vez de la continuidad de la consciencia, yo exploraba la fragmentación y la repetición de la misma en múltiples copias.
Las demás novelas no las conozco y me las apunto. Gracias por las recomendaciones.