He dicho muchas veces que soy un escritor de fantasía y ciencia ficción, y por el número de mini reseñas que suelo subir a este blog queda claro que soy un lector de los mismos géneros, pero también queda claro que no soy un booksgramer o como quiera que se llame. No soy un reseñador, ni un articulista. Si lo fuese mis reseñas serían mucho más detalladas, bonitas y entretenidas. La verdad es que no tengo vocación ni de periodista, ni de blogero. Por otra parte, hay muchos libros de los que siempre hablo cuando surge la conversación y sobre los que no he hecho nunca un artículo. Va siendo hora.
Esta lista de libros tiene que
ver, más que con mis gustos personales, con aquellos libros que de alguna
manera me han ido marcando como escritor. Además, voy a intentar no hablar de
ningún libro ultra conocido que para eso ya hay mil artículos que podéis
encontrar por la red. Ah, y solo hablaré de ciencia ficción.
Veamos unos cuantos:
Ciudad permutación:
Ciudad permutación es un libro de
Greg Egan, publicado en 1994, y ganador del Premio John W. Campbell Memorial.
El libro me parece un ejemplo casi perfecto de ciencia ficción de novum no
tecnológico ni científico, ya que el núcleo del libro es una idea filosófica
que en realidad la he visto en boca de muchas personas, aunque con formas
ligeramente diferentes: la idea de que la consciencia es una continuidad y que
como tal es impensable que pueda simplemente interrumpirse. Una de las personas
a la que la escuché defender esta postura (para mi sorpresa) fue mi querida Ana
María Matute, que en uno de estos programas pseudointelectuales que había
antiguamente en la tele e interrogada por la vida después de la muerte, dijo
que evidentemente algo debía de existir más allá de la vida, ya que algo tan ‘sustancial’
como la consciencia no podía simplemente desaparecer sin más. El razonamiento
es una falacia, claro, y la propia sustancialidad de la consciencia es más que discutible
(yo no creo en ella, igual que no creo en el libre albedrío o en el alma), pero
Greg Egan logra montar un discurso muy bien articulado en torno a esa idea,
introduce además mi tema preferido (el de la identidad) y lo transforma en un novum
sobre el que montar una novela excelente que explora las conclusiones de esa aproximación
filosófica y sus límites.
Un libro muy recomendable.
El crisol del tiempo:
Resulta muy difícil encontrar
aliens que verdaderamente lo parezcan. Los de K. LeGuin, por poner un ejemplo
de autora que no podemos considerar sospechosa de ser descuidada, son todos
humanos. Asimov tiene algunos ejemplos de los que no voy a hablar porque son
sobradamente conocidos, pero son pocos. La mayor parte de sus libros están
protagonizados por humanos y los que no por robots que intentan serlo. Incluso
K. Dick, que a menudo recorre en sus obras concepto tan raros que podríamos
achacarlos a influencias lisérgicas, casi siempre usa humanos como protagonistas.
Tan solo recuerdo el extraño mutante de ‘El hombre oro’ como ejemplo de rareza
inhumana central. Incluso un autor como Andy Weir, que tiende a ser muy
estricto en lo científico, al recurrir a un visitante alien en su Proyecto Hail
Mary, nos pinta a un ser que morfológicamente no es en absoluto humano y que,
sin embargo, una vez superado la barrera de comunicación parece uno bastante
afable. Por eso recorrer la historia de una civilización de plantas móviles, capaces
de automodificarse mediante injertos, a lo largo de una historia de pesadilla me
parece una experiencia que es mejor no perderse. John Brunner, ganador de un Hugo,
aunque no por esta obra, nos trae una delicia en forma de obra de ciencia
ficción que en realidad no podemos considerar de novum, sino más bien de esa
categoría de obras que recorren mundos posibles, creíbles, y nos ayudan a
distanciarnos de las presunciones que hacemos sobre el nuestro.
La señora de los laberintos:
Este libro de Karl Schroeder es
en realidad varios libros. Aunque está redactado como una novela con un hilo
único, en realidad toca tantos palos, en tantos escenarios diferentes y en tantas
fases sucesivas que bien podría haber sido un fixup. El libro se publicó en
2014 y creo que no ganó ninguno de los premios del género, aunque su autor sí
lo hizo con la secuela de este escenario (que escribió antes). En realidad, La
señora de los laberintos funciona casi como precuela del libro anterior Ventus.
Hay tantas cosas incluidas en este libro que nos muestra un futuro remoto en
los que los humanos siguen existiendo y viven tan bien como quieren (pero que
ya no son los actores relevantes de la historia, tras haber cedido ese lugar a
los transhumanos y a algunas IAs), que ni siquiera voy a intentar listarlas todas,
pero sí mencionar un par de ellas.
La primera reflexión que propone
el autor es si la humanidad cuando alcance un nivel de desarrollo tecnológico
que le permita hacer cualquier cosa (en el libro una suerte de poderes parecidos
a los del Planeta prohibido, mediante la convivencia constante con nanobots omnipresentes),
evolucionará a algo nuevo o preferirá retrotraerse a escenarios tecnológicos
más simples y comprensibles.
La segunda versa sobre si no
resultará evidente nuestra falta de originalidad y de unicidad cuando la
población humana supere con creces los millones de billones. Esta segunda
reflexión me parece increíblemente bien mostrada.
El libro tal vez peca de ambición
porque hay demasiadas reflexiones y propuestas amalgamadas a lo largo de sus hojas,
pero aún así es un libro muy recomendable.
La velocidad de la oscuridad:
Elizabeth Moon ganó el Nébula del
2004 con esta deliciosa novela que fundamentalmente habla del autismo. Conforma
así una novela de ciencia ficción descriptiva, llevándonos de la mano a hasta
intentar asomarnos a una mente humana no normativa, a sus deseos y sus
razonamientos. Ya solo por esa parte descriptiva merece la pena no perderse
este libro, pero es que hacia el final de la obra la autora introduce un novum
que se articula hacia el tema de la identidad y de la continuidad del yo. Temas
que como ya he dicho muchas veces son mis favoritos.
Sin duda esta es otra obra que
harías bien en leer.
Y creo que por hoy ya he hablado
suficiente. Como podéis ver hay muchas obras que merecen la pena fuera de los autores
más conocidos y clásicos, muchas de las cuales ni siquiera han ganado un premio
de prestigio y que merecen mucho la pena leer. Aún estoy buscando obras que me
impacten de forma similar entre las escritas por españoles, novelas que me
dejen pensando o que sacudan sustancialmente mis ideas. La que más se ha
acercado a lograrlo ha sido Jinetes de la tormenta, de Javier Castañeda de la
Torre; un autor, por cierto, que he tenido la suerte de conocerlo en persona mucho
después de leer su obra.
En otro artículo hablaremos de
otras obras que me han resultado muy interesante, tal vez de lo escrito en
lengua española o tal vez de autores mucho más conocidos como China Melville, o
Paolo Bacigalupi.
1 comentario:
Ciudad Permutación, de la que ya charlamos un rato en Avilés, es una novela que en su momento me impactó y que influyó en que me pusiera a escribir ciencia ficción (en vez de terror que solía ser lo habitual). Creo que fue no tanto por el "novum" en sí mismo, sino por la forma de narrar, por darme cuenta de que se podía dar forma de novela a una idea un tanto abstracta y que encima la cosa resultara interesante y divertida. Por supuesto, esto lo habían hecho otros muchos autores antes, y probablemente mejor, pero a mí esta novela me llegó en el momento justo y por eso dejó huella. No recuerdo bien la trama, pero sí la sensación que me dejó, y esa es una sensación que busco cuando escribo. Algún cuento he escrito con ideas parecidas, aunque en vez de la continuidad de la consciencia, yo exploraba la fragmentación y la repetición de la misma en múltiples copias.
Las demás novelas no las conozco y me las apunto. Gracias por las recomendaciones.
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