15.11.23

El libro de las metamorfosis de Anna Starobinets

 

Compré esta antología de relatos (no, no es un fixup) mientras esperaba a que empezase la Shirleycon, una actividad muy específica dentro del Festival 42 (que comentaré en una próxima entrada de este blog). De no haber sido por esas circunstancias no me hubiese hecho con un libro repletos de relatos de lo que han llamado las editoriales la reina del terror ruso. Si algo he asentado definitivamente durante este año tras bastantes intentos es que el terror no es para mí.

La sorpresa es que estos relatos son muy buenos. No. Eso se queda muy corto. La mayor parte de estos relatos son magistrales y no son de terror. Si me viese obligado a clasificarlos en conjunto bajo una etiqueta tendría que decir que son relatos fantásticos (como los que escribía Borges o Cortázar), pero no de género. Sin embargo, si soy totalmente sincero, lo que me pide el cuerpo es decir que muchos de estos relatos son de ciencia ficción, que son excelente cuentos especulativos que apelan tanto a la razón como al sentimiento.

En casi todos los relatos de terror se nota el fango del estilo tétrico, el chorreo de pus gótico, o la ira, no ya contenida, sino podrida. En la mayor parte de relatos de terror hay un gusto por lo puramente estético, por la pose, como si fuesen artistas del cosplay oscuro o como si perteneciesen a la misma tribu urbana a la que le flipan los encajes negros y el maquillaje reducidos a la paleta de una película de los años veinte que ocurre durante una noche sin luna.

Ahora mismo estoy audioleyendo Dientes rojos y a pesar de que reconozco que hay partes muy bien escritas, el tono de realismo sucio que se decanta por el terror más darky ya me tiene hasta las narices. El estilo a lo novela de terror, resulta tan evidente desde el primer capítulo, que me cansa. Me saca de la historia.

Estos cuentos rusos ultramodernos me parecen todo lo contrario. 

El primer cuento, la glándula de Ícaro, es un maravilloso cuento fantástico que no podemos encuadrar exactamente en la ciencia ficción (no existe la mencionada glándula y además es evidente que se trata de una alegoría), pero que puede mirar cara a cara a los mejores cuentos fantásticos de Borges e incluso Cortázar y no desentonarían en una antología de Ted Chiang. Juega además con los textos multimedia, los foros, las consultas a internet, etc... Muy muy recomendable.

Siti, el segundo cuento, es otro estupendo cuento fantástico, uno no especulativo, sino descriptivo. Una maravillosa crítica a las grandes ciudades occidentales, imagino que sobre todo a Nueva York, pero podrías encuadrarlo perfectamente en Londres. Aquí la autora juega a montar una alegoría perfecta aunque alucinada de las experiencias en esas ciudades/países.

El lazarillo es el cuento que menos me interesó, probablemente porque es el que más juega a ser un relato de terror.

El parásito es un cuento especulativo maravilloso, que si quieres verlo como un relato de terror lo puedes disfrutar así y si quieres verlo como ciencia ficción especulativa oscura también.

La frontera es un cuento de ciencia ficción genial, no quiero desvelar nada, pero es sobre viajes en el tiempo y a la vez habla de la muerte.

Delicados pastos es tan bueno que debería tener capítulo propio de Black Mirror.

Y la novela corta final, Spoki, me cansa por la misma razón que me cansan las novelas cortas de Ted Chiang, por su longitud. 

A mí esta autora no me parece una autora de terror, por mucho que sus relatos sean oscuros y chungos, ni siquiera me parece una autora de new weird, me parece una excelente autora de ciencia ficción visceral y despiadada. De hecho en la wikipedia aparece como escritora de ciencia ficción, no de terror.

No os la perdáis.

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