22.11.23

Unas reflexiones sobre tres afirmaciones literarias que me encuentro a menudo

 

Hay tres afirmaciones que me encuentro a menudo en cursos de escritura, conferencias, videos sobre cómo escribir mejores cuentos o mejores novelas. Tres afirmaciones que no veo que nadie ponga en duda. Tres afirmaciones que incluso se usan como excusas para llegar a otras conclusiones sobre el arte literario. Tres afirmaciones con las que no estoy nada de acuerdo y va siendo hora de hablar un poco sobre ellas.

Probablemente no debería. Probablemente gente mejor formada e informada que yo podrían venir a discutir mis reflexiones al respecto. Probablemente lo que diga sobre estas tres afirmaciones hará que varias personas que conozco y muchas que desconozco me miren un poco peor de lo que ya me miran, pero la verdad es que no quiero seguir aceptando estas tres afirmaciones sin, al menos, quejarme un poco.

Las tres afirmaciones de las que hablo son:
  1. La literatura no realista ya sea de fantasía, terror o ciencia ficción es una herramienta alegórica para hablar de nuestro mundo cotidiano.
  2. Todo está escrito, intentar buscar historias nuevas es una pérdida de tiempo.
  3. Ya lo dijo Arthur C. Clarke «Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia».
Las tres afirmaciones me parecen limitadas, una parte solo de una complejidad mucho mayor y también una escusa para no escribir teniendo el pensamiento crítico a mano, para escribir sin esforzase demasiado en pensar sobre lo que se está escribiendo.

Empecemos por la última.


He llegado a escuchar cómo se recurría a esa cita cuando se hablaba de una explicación muy poco justificada de alguna novela junto con lo de «Lo hizo un mago». Esta afirmación, por muy efectista que sea, por bien que explique la sensación de incredulidad a la que nos enfrentamos ante una tecnología que nunca hubiésemos soñados que podría llegar a hacerse realidad, analizada de cerca se queda en un lema publicitario. La magia, los milagros, los prodigios, son por definición eventos no explicables mediante ninguna teoría consistente con el resto del conocimiento que tenemos del mundo. Habitualmente son producto de la voluntad de algo o alguien, de un hechicero, de una entidad sobrenatural, de un ángel o un dios. Se saltan 'las normas' para lograr algo fuera del curso común de la naturaleza. 

La tecnología es justo lo contrario: utiliza las normas, las reglas de funcionamiento de la naturaleza para lograr un efecto útil, agradable y deseable para la comunidad que la hace aparecer. La tecnología existe gracias al funcionamiento del mundo no a pesar de él. Los supuestos eventos paranormales se consideran por lo general no repetibles, no verificables, no se pueden sujetar a experimentación porque son... magia. Excepciones de la norma. Mientras que la tecnología una vez creada o encontrada podrá ser usada una y otra vez, con los mismos resultados. Es contrastable, verificable, repetible.

Incluso en el caso de tecnologías avanzadísimas, encontradas por legos a partir de restos de una civilización perdida para siempre, si es una tecnología usable: un arma, una impresora de comida, un generador de energía, un aparato de sanación milagrosa, cualquier cosa imaginable, su funcionamiento será analizable, pues se podrá repetir su uso muchas veces, y por lo tanto el método científico podrá buscarle explicación a su existencia paradójica. De hecho así es como hacemos ciencia. La primera vez que alguien encontró magnetita se dio de bruces con algo inexplicable, mágico, pero tras contrastar que sus 'poderes' podían usarse de forma repetida, empezamos a determinar el detalle de su funcionamiento y así hasta llegar a las leyes de Maxwell.

La magia y la tecnología, con suficiente tiempo, siempre son distinguibles y usar el lema efectista de Clarke para no pensar mucho en tu tecnología del futuro o incluso en tu magia sistemática (repetible y explicable por la naturaleza de tu mundo) al escribir es de vagos. Si quieres incluir magia de verdad haz que sea dependiente de la voluntad de algo o alguien, así será verdaderamente un milagro.


La idea de que todas las historias posibles han sido escritas ya, suele invocarse para descartar la búsqueda de ideas originales y ahondar en la importancia de la forma de nuestros relatos, poemas o novelas. Se dicen cosas como la originalidad no importa, lo que importa es la calidad con la que escribes tus historias. También se suele decir en este mismo sentido cosas como que las ideas no importan una mierda, que las ideas son gratis, que lo que importa es el resultado final, el conjunto con todos sus detalles pulidos en su forma poética.

Esta formulación en concreto me molesta sobre manera. Muchos cuentos de K. Dick tienen un acabado más bien pobre y, sin embargo, presentan ideas que me fascinaron. Muchos cuentos de Bradbury tienen una forma poética excelsa y cuidada y, sin embargo, me aburren hasta el vómito por su machacona insistencia en sus mismas obsesiones personales y su visión más bien poco imaginativa del universo. Así que cuando escucho lo de que 'la idea no importa, lo que importa es el acabado' o lo de 'lo importante es la forma, el fondo es lo de menos' me dan ganas de gritar:

¡¡HABLA POR TÍ!!

A mí si que me importan las ideas, el fondo y la originalidad de la historia que los autores traen a mi mesa de lectura. Es más la idea de que todo está ya más que escrito me parece una falacia. ¿Cómo podría haberse escrito 20000 leguas de viaje submarino antes de que se descubriese que la electricidad podía generar movimiento? Me podéis decir que es una historia de venganza, de megalomanía, de lo que queráis pero lo que a mí me flipó siendo adolescente es que era una historia de un submarino eléctrico alimentado por luz solar. ¿Cómo escribir la vuelta al mundo en ochenta días antes de que se inventasen los ferrocarriles? ¿Me vais a decir que se trata de una aventura sin más? ¿Vamos a ignorar que el autor está hablando de que el mundo se ha hecho muy pequeño ya en su época y que va a hacer aún más? ¿Que la globalización ya ha llegado, con los trenes, con los telegramas, con la opinión pública mundial y la pax británica? ¿Podemos imaginar a alguien escribiendo Her hace un par de siglos? ¿Uno sin mecánica cuántica? ¿Farenheit 451 antes del mass media? ¿Ciudad permutación antes del advenimiento de la computación personal? ¿Ciberpunk antes de las multinacionales globalizadas o internet?

A mí me cuesta, la verdad, pero estoy seguro que habrá más de uno que podrá encontrar ejemplos clásicos de griegos, romanos o chinos, en los que aborden historias que se puedan asemejar con todos los ejemplos anteriores. Si generalizas lo suficiente, si ignoras los detalles, si reduces todas las historias a las pasiones más básicas y primitivas de la humanidad, entonces sí, claro. Todo se ha escrito, porque, de momento, seguimos siendo humanos, los mismos antropoides hedonistas y pajilleros de siempre... ¿o no? ¿No somos acaso ciborgs armados con acceso al conocimiento universal en nuestros bolsillos? ¿No somos acaso una colmena de hormigas sincronizadas mediante tweets y reels que comparten convulsiones mundiales a velocidades de cientos de megas por segundo?

Si te pones a generalizar buscando la unicidad el patrón común de todas las historias acabas con algo le pasó a alguien, lo que, por cierto, me parece una restricción excesiva para hablar de literatura, muchos poemas (y algunos cuentos de Bradbury) no encajan con esa limitación, y al tiempo es un patrón tan vago que no deja de ser algo cercano a una tautología. 

A mí no me gustan la generalizaciones (nunca) y sobre todo no las compro si no tienen función práctica demostrable y contrastable. Es decir solo me interesa una categorización cuando me parece útil, en el sentido de 'toda novela negra debe tener estos elementos para que funcione', aunque habitualmente estas generalizaciones suelen demostrarse también arbitrarias. Al menos te pueden servir si no eres un experto en el tema como plantilla inicial.

El mundo es complejo, caótico y está en constante cambio. La literatura que se hace en cada época es una expresión artística de esa época, así que para mí las historias son igualmente mutables, complejas y cambiantes. No acepto que estemos condenados a repetir o solo mejorar las que ya se han escrito antes.

La literatura de género fantástico es alegórica

La idea de que los relatos no realistas sirven para transmitir de forma más eficiente una idea de nuestro mundo mediante herramientas alegóricas, de símil, de metáfora, es algo que me encuentro a menudo en los cursos de escritura. En tales cursos analizan cuentos, normalmente cuentos muy buenos, clásicos, y empiezan a desgranar el conjunto de imágenes incluidas en el cuento y a explicar su auténtico significado. Te dicen que tal o cual personaje se marcha en barco o en tren porque el viaje representa la vida, el transcurrir del tiempo, o tal o cual otra cosa. Esta visión, sobre todo transmitida durante los cursos, para formar futuros escritores me parece limitante.

Un escritor (no solo fantástico), puede introducir significados mediante la simbología, codificando significados, ocultándolos como si estuviese evitando la censura. Por ejemplo en uno de mis cuentos empiezo con:

Hoy el viejo pescador no ha preparado los cebos. Los gusanos, por una vez, se retuercen dentro 
del cubo, perezosos. El palangre permanece enrollado con sus múltiples y amenazantes anzuelos 
sobre su soporte de madera. La barca flota cabeceando sobre las olas, confusa porque no la han 
sacado al mar. Los remos permanecen apoyados sobre el lateral de la cabaña, atónitos y 
envarados, extrañando el agua. Hoy el viejo pescador no ha atendido sus tareas. En lugar de eso 
ha permitido que el sol se le adelante en el día, trepe a lo más alto y lo juzgue desde arriba. 
    No le importa. 
Sentado frente a su caseta, levantada con restos de naufragios, se dedica a quitarle el 
óxido a su viejo arpón de cazar ballenas. Usa una lija de afilar que pensaba que ya no tenía. La 
aplica meticulosamente sobre el metal del arpón, sacando fino polvo rojizo, oscuro como la 
sangre, generando indomables chispas de fuego, que amenazan con prender la hierba seca, con 
iniciar un fuego que el viejo pescador sabe que no podría detener, que, tal vez, no querría 
detener. La madera del mango está vieja, seca, agrietada, como su propia piel, pero no tiene 
forma de repararla, ninguna pintura con que pintarla y tampoco tiene tiempo para intentarlo. 
No queda tiempo. 
    Lo sabe bien.

Y la historia continua hablando de cómo prepara su arpón para enfrentarse al pueblo que viene por la playa dispuesto a matar a la joven amante del pescador: una sirena. El arpón se transforma a lo largo del cuento en un trasunto del miembro viril envejecido del marinero, de un arpón renovado y rejuvenecido por su joven amante. Es un símbolo que se hace evidente en el cuento cuando se señala su existencia, pero que ni siquiera cuando lo escribí lo incluí a propósito, simplemente se deslizó desde mi inconsciente.

En otro cuento una pareja descubre una especie de animal monstruoso que tiene piernecitas, hablan sobre si perdonarlo o no, y se trasluce que en el fondo la pareja  no ha logrado tener hijos y el hombre querría tenerlos. Se trata de un relato alegórico no muy explícito.

También se puede hacer un relato muy explícitamente alegórico: en uno de mis relatos un hombre defiende el derecho a la vida de una serie de inmigrantes del futuro que vienen huyendo de la catástrofe en la que se convertido su mundo. Y dice cosas como:

Esa es la auténtica verdad: los inmigrantes temporales son humanos como cualquiera de nosotros, gente que ha tenido que huir del desastre de su tiempo —un desastre en el que, debemos reconocerlo de una vez, tenemos mucho que ver con nuestro modo de vida descuidado y derrochador—, y que vienen a nuestro siglo en busca de una oportunidad, no para robarnos, ni para conquistarnos. No tienen en mente apoderarse de nuestros gobiernos con su tecnología más avanzada, ni exterminarnos con sus peligrosos patógenos. Son refugiados de un mundo imposible de vivir y solo quieren que les demos una oportunidad.

Evidentemente el relato está hablando de nuestro actual problema migratorio.

Pero también es posible utilizar mecanismos fantásticos, especulativos, imaginarios, para hacer relatos ilustrativos. Relatos en los que simplemente llevamos atravesando un mundo que no es el nuestro al lector hasta darle en las narices con una idea que es posible que no haya pensado, algo que nos parece importante, puede que novedosa, y que simplemente no tenga traslación a nuestro mundo como tal. Se pueden crear estos relatos como advertencia, como reflexión, como reclamo de atención de posibles futuros que se nos hacen insoportables. Y en estas historias no tiene porqué haber una transposición entre elementos del mundo imaginario y el mundo en el que vivimos. No tiene porqué haber una alegoría directa. El mensaje puede pertenecer al mundo imaginado (y con suerte nunca alcanzado). 

¿Cuál es la alegoría de Solaris o de La carretera o de Lo que se espera de nosotros de Ted Chiang?

El mecanismo simbólico, alegórico, el símil, creo que puede ser central en un relato de lo imaginario o no. Puede ser parte de la poética del relato, o simplemente no estar presente. Un relato de lo imaginario puede vivir fuera de nuestro mundo y aún así transmitirnos un mensaje, por ejemplo filosófico, importante. Puede funcionar como koan zen.



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