3.11.23

Cuento vs novela vs fixup y una novela que puedes saltarte

 


En el video Julio Cortázar, que sin dudarlo ni un segundo es mi escritor favorito de todos los tiempos, habla de la diferencia que él cree que separa la novela del cuento. Dice que el cuento para él es una esfera, una obra acotada en torno a un centro, en el que nada está fuera de esa esfera ni a distancias arbitrarias de ese centro, mientras que la novela es un árbol que se ramifica y ramifica, subdividiéndose tantas veces como sea necesario. Mi interpretación de esas palabras sería que el cuento no solo cuenta una única circunstancia, evento o anécdota más o menos centrado en un momento del tiempo, sino que además versa son un único tema y se desvía muy poco de él; mientras que una novela es más bien una visión poliédrica, caleidoscópica sobre un tema que se recorre a través de todos los puntos de vista relevantes, incluso aquellos contradictorios entre sí, sobre todo desde los que se contraponen, y desde los temas próximos en la nube semántica, en lugar desde solo el opinión del autor. El cuento va al grano, mientras que la novela se recrea en la periferia de lo que quiere contar.  Esta diferencia me parece tan clara y relevante que para mí supera cualquier consideración de longitud. Creo, sinceramente, que se pueden escribir novelas de cinco mil palabras (puedes ver un intento por mi parte en el añadido Lana llega a Loytas de la actual edición de Aportación personal) y cuentos de doscientas páginas (esto probablemente resultaría algo cansino, por lo excesivamente centrado de mantener el mismo tema, tiempo y punto de vista durante tal longitud). Para mí La metamorfosis de Kafka tiene más forma de cuento que de novela corta, por poner un ejemplo.

La tradición popular usaba el cuento como herramienta de comunicación social, de transmisión de conocimientos y advertencias, porque es corto, fácil de recordar y legar a los descendientes. Incluso las obras de más longitud antiguas, desde las epopeyas griegas o romanas, hasta las obras de 'caballería' medievales son frecuentemente una amalgama de cuentos sucesivos que circundan los mismos temas y personajes: es decir un fixup. La aparición de la novela realmente crea un modo de narrar más intelectual, sosegado, y que contiene en sí misma la negación del mensaje principal, ofreciendo al lector la capacidad de llegar a sus propias conclusiones (las novelas que no lo hacen, que machaconamente insisten en un único punto de vista acaban sintiéndose como panfletos políticos y su lectura resulta mucho más pobre).

Me parece que los tiempos han cambiado. Estamos sometidos a un bombardeo constante de ofertas culturales, de actividades alternativas absorbentes y por un ritmo de vida y de trabajo que no deja mucho espacio para el disfrute lento, pausado, de la orquesta atonal y ruidosa que es una novela; por ello estoy convencido de que el siglo XXI es el momento de retornar al cuento, y, sobre todo, a la forma que permite, a la vez, disfrutar de píldoras cortas, memorables y digeribles con facilidad en los huecos que nos deja la vida, y la visión múltiple, enriquecedora, de la novela: el fixup. Hay fixup maravillosos que he leído en los últimos tiempos como Gente que ríe de Laura Chivite, o novelas que tienen una forma muy cercanas al fixup, como Farándula de Marta Sanz. La primera es en puridad un fixup con un único centro (una persona y su vida), con cuentos que cada uno tiene valor narrativo y formal por sí mismo, pero que en conjunto conforman una visión global múltiple. La segunda es una especie de novela, pero en la que los capítulos se elevan con la fuerza de cuentos individuales, con estructuras formales variables. Ambas me parecieron muy interesantes de leer.

Lo último que he leído, BocaBesada de Juan del Val, sin embargo, me parece que fracasa en el intento de recorrer esta dirección. Capítulos cortísimos que buscan la lectura ágil y trepidante, muchos de ellos con una forma interior que ansían demostrar de forma explícita la multiplicidad de la visión de una novela mediante el artefacto literario de contraponer el blanco y el negro, el positivo y el negativo, un punto de vista con el contrario, mediante la narración de dos momentos, acciones, circunstancia, que son las mismas y a la vez sus opuestas. Algunos de esos momentos me han parecido espectaculares (por ejemplo, hay un capítulo en la que una madre y un hijo están hablando/pensando en sexo, recorriendo su circunstancia y sus esperanzas o miedos vitales respecto al tema, compartiéndolas sin hablar en absoluto de ellas, sin comunicarse entre ellos); sin embargo, otros me han parecidos repetitivos, redundantes, reiterativos como la enumeración de adjetivos que acabo de hacer. La misma cosa contada varias veces sin a penas diferencia entre ocasión y ocasión. El resultado, sobre todo comparándolo con Farándula, queda muy pobre. Dónde en el premio Herralde la ruptura de la trama en forma de casi cuentos, lo viví con atención y pasión, en este libro lo viví con aburrimiento.  He leído algunas reseñas de esta novela en el que se quejaban de que lo habían terminado y aún no sabían de qué iba. Me parece normal. El único tema que se repite a lo largo de las diversas tramas (hay muchas en el libro) y capítulos (todos cortos) es una especie de sexo travieso o canalla aunque ligero, que además es muy falocéntrico, incluso cuando hablan de él la mujeres.

Si la novela tuviese un núcleo sobre el que se articulase, aunque fuesen reflexiones sobre el sexo falocéntrico, me habría interesado más, pero lo cierto es que algunas tramas (las más interesantes por otra parte) se alejan mucho de ese tema. Si el narrador fuese más neutral y no esa voz un tanto creída, de un cinismo barato, que mira a los personajes por encima del hombro, demasiado parecida al personaje que el autor interpreta en la televisión, podría creerme que la novela es una foto de la sociedad actual (una foto un poco demasiado centrada en los pijos madrileños que me resultan tan insoportables). Si el autor hubiese mantenido el artificio del ying y el yang a lo largo de toda la obra, capítulo a capítulo, demostrando su capacidad de mantenerlo durante tantas páginas, hubiese aplaudido su capacidad artesana. Si el autor se hubiese centrado en las historias más humanas, podría haber sintonizado un poco con la obra. 

Tal y como está debo decir que considero esta obra como algo que podéis saltaros.

No hay comentarios: