7.12.23

Un proyecto aparentemente sin objetivo

 

Compré Proyecto Karón durante mi visita al Celsius, tras una presentación de Minotauro. Tengo que reconocer que cada vez me siento más huérfano de obras de ciencia ficción que despierten mi interés y más decepcionado por premios tan relevantes como el de la mencionada editorial. Me temo que este libro es una decepción más a incluir en la creciente lista que voy acumulando.

El libro se presentaba como un libro de futuro cercano, un tanto distópico, un tanto ciberpunk, un tanto de andanzas en la ciberrealidad. Siendo como soy un amante de los mundos de Shirow y en particular de Ghost in the Shell (los manga, los animes y demás películas me parecen flojillos en comparación) y dado que lo que dijo la autora me sonó interesante; nada más terminar la presentación busqué el libro y me lo compré. Fue una de las primeras compras que hice en el Celsius. Es cierto que la presencia de estos temas (ciberpunk, distopía, vivencias en realidad virtual), no son para mí suficientes para asegurar el disfrute de una obra: las descripciones del ciberespacio de Gibson me parecen absurdas, los primeros capítulos de la serie ciberpunk de Netflix me fliparon, pero la abandoné al tercero o así cuando me di cuenta de que no era más que una excusa para la estética de la brutalidad gore, no pasé del primer capítulo de Carbón alterado y me cuesta imaginar una película más detestable que Matrix. Aún así hay muchas obras que me han gustado mucho en este ámbito: Reina de los Ángeles de Bear, Ciudad permutación de Egan, Ubik de K. Dick o las mencionadas obras de Shirow. Así que la compra no parecía mala idea.

El principal problema de esta obra es que no acaba de decidirse. Se trata de una novela construida a partir de capítulos muy cortos (en principio eso me gusta: me atraen las obras fragmentarias o incluso periféricas, descompuestas o deconstruídas). Contiene muchos protagonistas (me gustan mucho las novelas corales) aunque no acaba por decidirse a abrazar un modo anónimo, realmente coral, de narrar la historia. Que supuestamente se cimenta en una exploración sicológica de alguien inconsciente (es decir, la misma premia de la Reina de los Ángeles), pero que acaba usando tal exploración como una excusa meramente estética (es decir la peor opción para mí), con tono de videojuego (es decir, lo malo de la lamentable Ready Player One). La trama se ajusta la tradición de espionaje corporativo que se transforma luego en un asunto político con un toque de 'algo más' (es decir, como muchas obras de Shirow), pero que para mí en este caso queda deslucido porque el asunto político tiene muy poca enjundia, no lleva a ninguna transformación del mundo imaginario y no consigo conectar para nada con todo el asunto. Hay todo un trasfondo de brutalidad sistemática y corporativa alienante, en la mejor tradición ciberpunk, pero como el mundo parece tan lejano y estético como las versiones más flojas del género (pienso en Aeon flux, por ejemplo, que solo era espuma decorativa sin nada de interés real) y ni siquiera es muy coherente ni está explorado con auténtica profundidad, se me queda vacío. Hay además una capa de distopía climática que es de lo más manida: se habla constantemente de sequía (no sé porqué tantos autores transforman cambio climático en absurdas ideas sobre agua tan cara como el petróleo) mientras que al tiempo se describe una sociedad de ricos ultratecnológica en donde no faltan aviones de lujo. Como ya he dicho otras veces, si tienes problemas con el suministro de agua pero tienes energía para seguir moviendo aviones o lanzando cohetes al espacio, resolverías el problema del agua con desaladoras de forma masiva. Así que es un escenario sin sentido.

Al menos es una obra 'dataísta' y se atreve a sugerir una nación gobernada tecnocráticamente por una IA (algo que no me parece improbable), pero la visión de la tal IA directora es tan estética y lejana que la obra en realidad no cuenta nada de todo eso. Lamentablemente coquetea con un discurso antivacunas muy despreciable (sobre todo para una novela tan cercana al 2020) y no está lejos de defender un discurso antidemocrático igual de despreciable (sobre todo cuando sus protagonistas son ricos de mierda, aristócratas, en una sociedad semifeudalista al estilo ciberpunk).

Así que no, no recomiendo esta obra. Y la añado a mi lista de decepciones con el premio Minotauro.

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