29.6.23

Es oficial: ya no me interesa Black Mirror

 

Las primeras temporadas de Black Mirror me fascinaron. Capítulos bien acabados, tramas interesantes, temas que siempre me han atraído, impacto emocional significativo. Vamos, todo bien.

El capítulo de las bicicletas, es decir, 15 millones de créditos, me parece casi perfecto y el de la grabación de la vida propia, Toda tu historia, brillante. Después de eso he podido disfrutar en las siguientes temporadas de capítulos difíciles de olvidar, como el de la pareja muerta, Ahora mismo vuelvo, el de la sociedad basada en los méritos sociales, Caída en picado, el de las simulaciones que se enamoran, Hang the DJ,  o el de los amantes virtuales, Striking Vipers. Acompañados por algunos capítulos no tan interesantes en su planteamiento pero magníficos en su acabado y sensibilidad, como San Junípero, La ciencia de matar, Arkangel o USS Callister

Casi todos los capítulos incluyen reflexiones relevantes sobre el futuro de nuestras vivencias, de nuestro comportamiento en sociedad, de la evolución de la moral y de la identidad bajo la influencia de las nuevas tecnologías: desde las redes sociales a la emergente potencia de las inteligencias artificiales. Todo ello con un tono desasosegante, terrorífica a ratos, pero suficientemente contenido como para no desbarrar, para no caer en lo imposible de creer.

Ya en la temporada cuatro se mostraba una debilidad: Black Museum, sugería una interpretación muy poco sostenible de lo que es la identidad de la mente, una interpretación sugerida en el especial de navidad, mezclada con un peligroso concepto de justicia en forma de venganza absurda incluida también en Oso blanco. En este último capítulo una condenada sufre un terror de forma repetida, una angustia salvaje, que se 'justifica' como castigo judicial (convertido en espectáculo). Ese castigo resulta diluido por completo dado que se le borra la memoria en cada sesión. Imaginar que la tortura de cualquier clase es un castigo judicial útil para la sociedad o el individuo es de por sí absurdo, pero aún asumiendo una visión tan depravada, ¿qué sentido tiene si le borras el conocimiento que ha sufrido terror en cada ocasión? En el fondo esa supuesta criminal no está sufriendo ningún castigo en absoluto. En el mencionado Black Museum el absurdo va más allá, y el condenado a sufrir y morir repetidamente es la mente simulada del criminal. ¿De qué sirve tal cosa? ¿Qué sentido tiene? Ni siquiera es el criminal. Es torturar por torturar a una mente artificial creada como reflejo del criminal original.

Aunque hay un trasfondo que remotamente justifica estos capítulos (y también a USS Callister), la idea que está detrás de la novela Ciudad permutación. Una idea que para mi no tiene sentido, pero que, para mi sorpresa, está en la base de la creencia de mucha gente sobre la vida más allá de la muerte. La primera vez que escuché tal idea fue en un programa filosófico-literario en boca de Ana María Matuta y no es difícil de entender: si crees que el pensamiento (y el yo), es continuo y tiene relevancia ontológica, se te antoja imposible considerar la posibilidad de que simplemente pueda acabarse abruptamente, ergo la vida más allá de la muerte debe existir de alguna forma, pues el 'yo' que es continuo y una unidad no puede simplemente terminarse. 

La idea es una falacia, claro, y la demostración es evidente, dado que el yo y la mente no son ni una unidad (véase el ejemplo de las personalidades múltiples) ni continuos pues mueren cada noche cuando dormimos. Cada día se rompe la continuidad, tal y como demuestran los electroencefalogramas tomados a personas dormidas. La actividad neuronal que llamamos mente simplemente se 'desvanece' y resurge al despertar.

Pero es la idea que aparece en Black Mirror en el especial de navidad, en USS Callister, en Black Museum o en el final de Joan is Awful. La idea de que lo fundamental de la realidad es la experiencia de la misma, es decir, que es más real el pensamiento que la realidad misma y por lo tanto las mentes simuladas son tan reales como cualquier otra, de forma que pueden persistir, escapar o ser castigadas ad eternum.

Estas debilidades se transforman, para mí, en fracaso completo en la sexta temporada y, también para mí, última. Pero mejor revisemos los capítulos uno a uno:

Joan is Awful:

Este capítulo es un entretenimiento divertido y chulo, una revisita a la interesante Nivel 13, que alerta además del tema de los permisos que damos a los diversos servicios de internet, pero en el fondo no transmite nada ni deja regusto. Se queda en la mera anécdota y tiene un fallo importante (más allá del mito del ordenador cuántico de poderes ilimitados, que me temo que es un problema de los guionistas demasiado común). En el climax cuando la Joan del nivel 2 se encuentra armada y dispuesta a destruir el ordenador cuántico de su nivel, duda y en ese momento dice algo como esto: "Esto es inevitable, pues si estoy yo aquí dispuesta a hacer esto, es porque la Joan del nivel 1, ya lo ha hecho antes".

La idea está simplemente mal, es estética, intrigante, conmovedora, pero completamente incorrecta. En la propia serie que vemos (la vida de la Joan 2), se ve que el ordenador cuántico está 'calculando' la realidad 2 con retraso (lógico), y potencialmente con casi un día de retraso, luego cuando Joan 2 está frente al ordenador cuántico de su nivel, el ordenador original, el del nivel 1, ya está destruido y por lo tanto nada del nivel 2 puede existir, por lo que Joan 2 no puede ni siquiera pensar.

La única manera en la que esa escena tenga sentido es de nuevo recurrir al truco de la mencionada historia de Ciudad Permutación. Y en tal caso habría infinitas Joans (como en Nivel 13), lo que por otra parte no parece tener sentido ya que la empresa que posee al ordenador del nivel 1 no tendría una cantidad infinita de actrices famosas de las que usar sus derechos de imagen.

O sea es un capítulo divertido pero sin fondo.

Loch Henry:

Este capítulo no sé que pinta en Black Mirror. Es una historia interesante de asesinos depravados, que está muy bien hecha, pero que me interesa cero, que no tiene nada que ver con la tecnología futura, ni con la identidad... no sé, igual es que no lo entiendo bien.

Beyond the sea:

Esta capítulo que más se ha comentado y que aparentemente más tiene que ver con la serie, pero le veo muchísimos problemas:
  1. Por algunas razón que no acabo a comprender sitúan la historia a finales de los sesenta aunque los astronautas disponen de unos sofisticadísimos avatares en la Tierra a los que pueden ir a visitar. ¿Cómo es posible que existan tales robots en ese momento? Puedes pensar que se trata de un episodio de retrofuturista (al estilo de steampunk, un dieselpunk, o lo que correspondería que es el atomicpunk)... pero no lo es. La famosa serie de videojuegos Fallout es atomicpunk, todo parece sacado de la visión del futuro que tenían en los años cincuenta, incluyendo coches atómicos enormes y elementos similares. No hay nada de todo eso en el capítulo. Los años sesenta que presentan parecen completamente normales excepto por los avatares que parecen completamente fuera de lugar.
  2. Los astronautas tienen gravedad en su nave, y no se explica cómo. Las vistas exteriores de la nave NO MUESTRAN MOTORES, ningún motor, y de haberlos no están encendidos. No pueden tener gravedad por aceleración (que sería lo normal en la misión larga). La nave tampoco parece girar a gran velocidad, ni tener el tamaño adecuado como para que la gravedad se consiga por fuerza centrífuga. Para empeorar aún más las cosas cuando el astronauta que hace los paseos espaciales sale SE MUEVE COMO SI NO TUVIESE GRAVEDAD. O sea un sinsentido total. Parece un error de principiantes que ha visto otras veces: la idea de que la gravedad aparece por arte de magia cuando hay aire y desaparece con él, como si estuviese relacionada con la presión. Esto es un error gravísimo como pasarlo por alto en una serie tan seria como esta. Es absolutamente inaceptable.
  3. Aún peor, ¿dónde se ha metido el retardo? Por las vistas exteriores de la nave parece que están viajando a algún sitio remoto (no sé dónde, ¿un planeta exterior?) y no orbitando la Tierra (que no se ve por ninguna parte), si es así las comunicaciones entre el usuario y el avatar se vería dificultado por MINUTOS u HORAS de retardo, transformando el avatar en no funcional.  Una mera estatua que no podría interactuar en absoluto. Si alguien me saca a colación una comunicación cuántica lo mando apalear: la cuántica no permite la comunicación más rápida que la luz, como he dicho muchas veces y como se explica aquí. Avatares a distancias interplanetarias simplemente NO SE PUEDEN USAR.
  4. Y ya para terminar el desastre que me parece este capítulo decir que la trama aburre intelectualmente. La historia más interesante es la que pasa en la cabeza de la mujer del segundo astronauta, la confusión y la tentación de enamorarse de alguien que tiene el cuerpo de tu marido, más culto, más artístico y más atento, pero que sabes que no es tu marido. Por cierto esa historia se podría haber contado usando IA (como en Ahora mismo vuelvo), con separación de personalidades en la misma mente, o inventando alguna clase de traspaso de mentes temporal (como en la novelette One Love). Cualquiera de todas esas opciones hubiesen funcionado, habrían proporcionado una historia más interesante y no hubiesen  necesitado ni situarlo en los sesenta ni cagarla tanto con física básica.
Un desastre de capítulo.

Mazey Day y Demonio 79:

De nuevo dos capítulos muy bien narrados, pero QUE SON FANTASÍA O TERROR. ¿Qué pintan en esta serie?

Una cosa que me molesta y mucho, es que me den fantasía cuando me venden que algo es de ciencia ficción (y está clasificada como tal en Netflix), y eso que consumo fantasía con regularidad, pero es que una cosa no tiene que ver nada con la otra.

La verdad para mí se ha roto la magia de Black Mirror y no creo que vea la temporada 7 si es que la hacen. Para ver historias de fantasía o terror me quedo con Love, death & robots que además me ofrecen innovaciones al nivel visual.