29.9.23
El mundo de Yarek de Elia Barceló
18.9.23
Un par de obras de Víctor Conde
5.9.23
Éxodo de David Luna
- Los adultos cuidan de las crías.
- En un nido viven dos o más generaciones.
- Los miembros están divididos en casta reproductora “real” y en casta no reproductora “obrera”.
Mis reflexiones sobre los géneros de lo imaginario
Pero ¿qué es eso de la ciencia ficción?
Para la mayor parte de la gente la ciencia ficción es cualquier narración de índole fantástica. Si le preguntáramos a la gente «normal» nos contestarían cosas diversas, las más de las veces algo parecido a «lo de las naves y los robots» o «cosas de esas de marcianos». Es posible que alguno te conteste «las pelis como Matrix o Star Wars», y unos pocos frikis te hablarán de Star Trek —eso sí, te hablarán apasionadamente de ello. Pero ¿qué es la ciencia ficción?
Tampoco lograrás
aclararlo del todo si vas a buscar información en la red o en los libros
sesudos del tema. La Wikipedia llega a reconocer que no se ha podido llegar a
un consenso completo sobre lo que es la ciencia ficción, aunque al tiempo que
se queja de que se trata de una mala traducción del inglés y que deberíamos
llamarla ficción científica. Lo que sí queda claro, para casi todo el
mundo, es su encuadre entre los géneros no realistas, junto con la fantasía y
el terror. Sinceramente, lo de
En la web de la Biblioteca
Nacional,
en la página introductoria a la ciencia ficción dice:
“[…] La
ciencia ficción es un género narrativo que sitúa la acción en unas coordenadas
espacio-temporales imaginarias y diferentes a las nuestras, y que especula racionalmente sobre posibles avances
científicos o sociales y su impacto en la sociedad. […]”
La primera parte no me parece muy
diferenciador, porque hay infinidad de novelas que podemos llamar de fantasía separables de la ciencia ficción, que ocurren en lugares diferentes
al nuestros o en tiempos remotos o aún por venir. La segunda parte “que
especula racionalmente”, sin embargo, creo que da en el clavo.
En una web editorial encabezan la
sección de introducción a la ciencia ficción con esta explicación:
“[…] La
ciencia ficción es un género de la narrativa de ficción en el que están
presentes avances científicos y técnicos, ya sea en el futuro o en el presente,
que afectan e intervienen en la sociedad y en la vida de los individuos. […]”
Esta idea de que para que sea ciencia ficción debe concurrir elementos científicos o tecnológicos, la he encontrado muy frecuentemente, hasta el punto que bastantes personas me han dicho que es el requisito, el elemento diferenciador. A mí no me convence mucho porque no me parece muy diferente a lo de decir «lo de las naves y los robots». Y, sobre todo, hay obras de autores de ciencia ficción que creo que podemos clasificar dentro del género como Exhalación de Ted Chiang, El planeta del exilio de Úrsula K. LeGuin o, uno de mis favoritos, El crisol del tiempo de John Brunner, que no soportan demasiado bien la exigencia de contener ‘avances científicos y técnicos’.
¿Cuál es, entonces, la
característica definitoria de la ciencia ficción? Al menos para mí.
La ciencia ficción y los demás géneros de lo imaginario
Hay cursos en los que se
denominan a los ‘tres géneros hermanos’ literatura no mimética,
nombre que proviene, entiendo, de la Poética de Aristóteles. Sin
embargo, si uno busca qué es eso de la mímesis, que un género sea mimético o no
parece depender del contenido más o menos fantástico, más bien de la forma: así
hablan de no miméticos cuando hablan de ensayo, crítica literaria, o de obras
con forma de cartas y similares.
El término género no realista,
podría ser mejor alternativa excepto porque la ciencia ficción más interesante
intenta mantenerse lo más cerca posible de la realidad. Otro término
interesante es el de ficción especulativa que en la Wikipedia española
está definida como:
“[…] Ficción
especulativa en literatura es una denominación general que engloba los géneros
de ficción con mayor grado de fantasía e imaginación, y, específicamente,
ciencia ficción, fantasía, terror, ficción utópica y distópica, ficción
apocalíptica, y ucronía. […]”
Que no deja de ser una definición
por extensión —una extensión que parece incluir más géneros que el terror,
ciencia ficción y fantasía, pero que, sin embargo, deja fuera otros como el
realismo mágico— y en la inglesa la describen como:
“[…] is a
broad category of fiction encompassing genres with elements that do not exist
in reality, recorded history, nature, or the present universe. […]”
Lo que tampoco parece ser muy
diferenciador. O, al menos a mí, no me lo parece. Elementos que no existen aquí
y ahora tienen muchas obras que consideraríamos realistas. A fin de cuentas, la
mayoría de los personajes que aparecen en obras realista son, eran y serán
inexistentes. Remedos o remezclas de personas que existieron o podrían existir
en nuestra realidad o en la del momento de la escritura de la obra, pero que
estrictamente hablando nunca existieron.
Parece más bien que el grupo de
géneros en el que se engloba la ciencia ficción, los géneros de lo imaginario, está más bien caracterizado por
usar VOLUNTARIAMENTE elementos no reales. Es decir, cuando en una obra de
fantasía se recurre a un dragón, a un hechicero o a un demonio, el autor y el
lector ya saben que esos elementos no existen, ni podrían existir, ni existirán
nunca, pero aceptan usarlos para explorar alguna dimensión diferente a la
realidad en la que viven (o de la realidad en la que viven mediante una
metáfora).
En las epopeyas antiguas como la
de Gilgamesh, o las de Homero, aparecen toda clase de fuerzas
sobrenaturales, dioses, semidioses o elementos similares, pero, por lo que
sabemos, los escritores y lectores de aquellas épocas no las consideraban fantásticas,
en el sentido anterior, es decir voluntariamente incluidas a pesar de su
inexistencia, sino que las consideraban parte de la realidad. Sus dioses de
alguna forma existían e influían realmente en sus vidas, así que desde su punto
de vista eran obras realistas.
Más allá del uso de elementos no
reales voluntariamente para crear una historia, para explorar algún aspecto de
nuestra realidad mediante una aproximación lateral, común a todos, ¿cómo
podemos clasificar, entonces los géneros de lo imaginario? Pues lo que parece más
acertado es pensar en aquello que apela principalmente:
-
En el caso de la fantasía, el autor apela
principalmente a la imaginación, a la maravilla, a lo diferente, al asombro. Le presenta al
lector escenarios y elementos inexistentes para llevarle por sendas que nunca
ha visitado y que le dejen fascinado. Busca sobre todo despertar la imaginación
del lector, dejarlo con la boca abierta.
-
En el caso del terror, el autor apela
principalmente a los sentimientos, casi siempre al espanto, al miedo y busca
dejar al lector intranquilo. Suele presentar sus historias en mundos que se
parecen mucho al nuestro para incrementar el efecto de los perturbador, lo
diferente o imposible que incluye. Busca sobre todo perturbar al lector.
- Finalmente, en el caso de la ciencia ficción,
el autor apela principalmente a la razón, al intelecto. Nos presenta mundos que
podrían ser el nuestro, tal vez ahora, tal vez en un futuro lejano, pero cuyas
reglas internas son coherentes con las que conocemos de nuestro mundo excepto algunas muy concretas divergencias. El autor cambia voluntariamente un elemento (o varios, pero pocos), y nos lleva, a través de una historia, a explorar los efectos de ese cambio. Nos plantea los resultados, frecuentemente inesperados, de esa
modificación para enfrentarnos intelectualmente a ellos, y, en el fondo, para forzarnos
a un cuestionamiento de nuestras creencias. Llamaremos a esta modificación
frente a las reglas del mundo ordinario el novum y hablaremos más delante de él.
Personalmente creo que hay que
hablar de un cuarto género, aunque muy cercano a la fantasía, que es el realismo
fantástico, que como la fantasía lleva al lector a enfrentarse a lo
diferente, a la maravilla, pero en este caso usa escenarios cotidianos,
cercanos, casi idénticos a nuestro mundo excepto que incluye algún elemento
sobrenatural o imposible. En esto es similar al terror y a la ciencia
ficción, excepto que en el caso del terror la intención es sobrecoger,
perturbar, y en la ciencia ficción es provocar una reflexión, mientras que en
este género la intención es tan solo maravillar. Es decir, tiene el mismo objetivo
que la fantasía pero con una aproximación más realista.
El novum y su importancia
Como hemos visto en las
anteriores secciones la literatura de ciencia ficción es un género de lo imaginario,
en el que la separación con la realidad proviene de la introducción de un
elemento diferenciador, el novum. Esta modificación es voluntaria y
tiene la intención de explorar las consecuencias de este cambio, así como provocar
alguna clase de reflexión en el lector.
El novum es el motor de la
obra de ciencia ficción, su justificación y su motivo. No tiene porqué ser una
innovación tecnológica o científica, aunque puede serlo. En El hombre
invisible,
de H.G. Wells la invisibilidad de una persona es la diferencia y el autor
explora sus consecuencias. En El hombre dorado de K. Dick, se nos presenta una criatura casi humana, sin inteligencia, pero
capaz de ver unos cuantos minutos del futuro y reaccionar de forma instintiva
para asegurar su propia existencia y asegurarse descendencia. Aquí K. Dick
juega con dos novums, entrelazados: la existencia de un mutante sin raciocinio,
y la capacidad de ver unos pocos minutos del futuro, para desarrollar luego sus
tesis sobre la importancia o no de la inteligencia humana. En este segundo
caso, es posible defender que se trata de una innovación científica o
tecnológica, pero hay que retorcer bastante el concepto para hacerlo. Se trata
más bien de un accidente natural y de las consecuencias que tiene. En sus relatos Ted
Chiang a menudo toma como auténticas visiones cosmológicas ya descartadas, arcaicas,
como el mundo según lo imaginaban los sumerios en La torre de Babilonia,
o el maravilloso Setenta y dos letras, en el que toma por cierto una
visión cabalística de la realidad y desarrolla el tema del golem y los
homúnculos. En estos casos el autor le ha dado la vuelta a las herramientas de
la ciencia ficción y el novum es el mundo entero en el que se desarrolla la
historia, es decir, todas sus reglas, sin embargo hace exactamente lo mismo
que hace un buen relato de ciencia ficción, explorar su innovación hasta las
últimas consecuencias y provocar en el lector un tambalearse de sus
convicciones, o, al menos una reflexión.
Por esta razón creo que el novum,
que en la mayoría de las ocasiones es presentado en las primeras páginas de la
obra —en el caso de Yo Robot de Asimov, se va más allá y se plantean las tres
leyes justo al comenzar la antología—, ya que lo importante realmente no es el
descubrimiento de esta variación, sino las consecuencias que provoca. Casi
todas las ucronías comienzan mostrando el punto Jonbar que es el novum de esta clase de obras.
Recordemos que el comienzo de Un
mundo feliz, de Huxley es:
“Un edificio
gris, achaparrado, de sólo treinta y cuatro plantas. Encima de la entrada
principal las palabras: Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central
de Londres, y, en un escudo, la divisa del Estado Mundial: Comunidad,
Identidad, Estabilidad. […]”
Tras lo que nos presenta
directamente la sala de fecundación.
En resumen
Para mí una obra de ciencia ficción es una obra literaria especulativa, que, al tiempo que nos cuenta una historia con todos los elementos de cualquier otra obra literaria (trama, personajes, tema, etc...), está centrada, o más bien articulada, en torno a un punto de diferencia con nuestro mundo ordinario y destinada a sacudir intelectualmente el lector al mostrar aspectos que damos por supuestos (e inamovibles) de nuestras vidas.
Por eso cuando en una obra de ciencia ficción se acumulan demasiados novums, se amontonan elementos imaginarios que no refuerzan la reflexión central, la experiencia se deteriora o, si queréis, muta, se deviene en fantasía.
Una obra de ciencia ficción no tiene porqué llenar sus páginas de términos o conceptos científicos y tecnológicos (de hecho, si lo hace perderá a bastantes lectores), pero sí que debería ser cuidadosa con los que incluye. Así si durante una obra articulada en torno al efecto que tendrá para nosotros la futura y probable omnipresencia de la IA ejecutadas sobre ordenadores cuánticos, las mentes cuánticas de muchos de mis relatos, trasladamos la acción mediante un viaje FTL hasta Sirio, estaremos desviando la atención del lector introduciendo un novum probablemente innecesario (la tecnología FTL). Si al llegar a Sirio el autor la describe como una gigante roja (cuando es blanca o azul), o si la describe solitaria e ignora sus compañera estelares, denotará haber sido un descuidado o un vago (se tarda diez minutos encontrar y leer la página de la wikipedia) y nos estaremos adentrando en el mundo de la cienciasía. Si, finalmente, resuelve la trama mostrando que la IA de abordo ha desarrollado misteriosos poderes telepáticos debido a su naturaleza cuántica, además de estar incurriendo en un Deus ex machina de manual, habremos abandonado el campo de la ciencia ficción y abrazado el de la fantasía de baja calidad. En ese punto si en la portada dice que es una novela de ciencia ficción, o si lo hace la fajilla del libro, o el nombre de la colección, le pondré un dos sobre cinco, por muy conseguidos que estén los personajes, por cuidada que sea la prosa, o fascinante que sea la trama. Me sentiré estafado y lo puntuaré en sintonía con ese sentimiento.
No se puede ser experto en todo, pero se puede preguntar a expertos y, en un mundo como el que vivimos, los aspectos básicos de casi todo están a dos clicks de distancia, a veces en forma de un amable videotutorial. Resulta muy fácil saber si lo que estás escribiendo se ajusta a la realidad o es una completa invención. Ah, y no te fíes de lo que has visto en tu serie de ciencia ficción favorita, últimamente parece que los guionistas han decidido ignorar la ciencia, incluso la más básica.
El universo y la ciencia están repletos de hechos fascinantes, de realidades contraintuitivas y paradójicas, no uséis elementos inventados simplemente porque os parezcan molones y si no podéis evitarlo, escribid fantasía, y sobre todo, poned en la portada que se trata de una obra de fantasía y no de ciencia ficción.
Me parece importante que el escritor de ciencia ficción sea mínimamente cuidadoso con esto, ahora que parece que buena parte del mundo ha decidido ser anticientífico y creer disparates absolutos como que la tierra es plana o que el calentamiento global no se debe a nuestra actividad industrial.