31.12.23

Clases del maestro

 

Termino el año con mi segunda lectura de cinco estrellas.

Para ser mi autor favorito llegué a Cortázar muy tarde. No lo tuve entre mis manos hasta que trabajaba, sumido completamente en mi vida corporativa. Resulta extraño dado que leí Pedro Páramo o Cien años de soledad en el instituto y muchas más obras que se podrían encuadrar dentro del realismo mágico sudamericano durante mi estancia en la universidad. Resulta raro sobre todo porque el realismo mágico me gusta mucho y durante algunos años, los últimos de la carrera, estuve leyendo todo lo que pude encontrar de esos autores así como a Borges y otros autores próximos. Incluso estuve buscando y leyendo en ese tiempo a cuentistas de la región anteriores cronológicamente. Sin embargo, Cortázar no llegó a mí hasta que me prestaron uno de sus libros en la oficina.

Recuerdo que la primera antología de cuentos que leí incluía el cuento El perseguidor y que me impactó mucho. No. No lo he expresado adecuadamente. Ese cuento concreto me sacudió profundamente, le dio la vuelta a algunos conceptos importantes en mi mente y su lectura puedo calificarla como catarsis, de hito muy relevante en mi biografía personal. Este cuento larguísimo me hizo reflexionar largamente sobre el concepto de perfección y la inutilidad de perseguirla. Tras leer la historia de Johnny Carter no tuve más remedio que postrarme a los pies del maestro y rendirle pleitesía leyendo todo lo que he podido conseguir a lo largo de los años y casi nunca (excepto por algún cuento temprano de terror, que, como siempre, me ha dejado indiferente) me he sentido decepcionado.

Esta transcripción de unas clases que dio en Berkeley en 1980 (fecha en la que yo, con menos de diez años, andaba perdido en reflexiones sobre la religión, buscando una fe y alcanzando mi fuerte convicción sobre la inexistencia de dios; vivencias que recuerdo vagamente) contiene muchos de las afirmaciones que le he escuchado en otras entrevistas y artículos, incluyendo sus explicaciones de las diferencias entre novela y cuento que ya he mencionado alguna que otra vez, así como se percibe como el cuento que he mencionado fue para él un relevante punto de inflexión en la escritura.

Da gusto escuchar a Cortázar decir que la imitación de aquello que admiras raramente va a generar una obra que persista en la memoria, por mucho que inspirarse en ellos sea razonable o incluso admirable. Yo pienso de forma similar: prefiero mil veces una historia pobre pero personal de alguien, siempre que haya salido de sus entrañas, que un retelling o un fanfic por fascinante o bien escrito que esté. Creo que no hay que copiar, sino devorar, digerir lentamente tus textos favoritos hasta hacer propios a tus maestros y vomitar así tu propia mierda en lugar de apoyarse tanto en el perfume sublime del pasado.

Da gusto escucharle decir que por mucho que le guste divertirse escribiendo o jugar con las historias, el exceso de restricciones técnicas (tipo evitar una vocal en toda una novela o fijar de forma rígida unas reglas arbitrarias) por lo general matarán la intensidad de una obra y seguramente le restarán capacidad para impactar, para dejar una huella persistente en el lector. A mí me interesan las obras cortas creadas como retos, como ejercicios, pero cuando estos planteamientos se transforman en lo importante, en lo central de una obra, también me parece que se trata solo de 'circo', de un 'más difícil todavía' que me interesa mucho menos que un autor que sinceramente intenta expresar lo que lleva dentro. 

Da gusto escuchar cómo le contesta a uno de sus alumnos norteamericanos cuando le pregunta si escribe para un determinado tipo de lector (algo que puedes encontrar en muchos videos y tutoriales como un elemento fundamental para tener éxito en todo esto de escribir: todo ese rollo de 'conoce a tu lector') que él escribe solo pensando en que no escribe solo para él mismo y que si el escritor piensa demasiado en el lector para el que escribe entonces se autolimita o incluso se autocensura. Da gusta escucharlo cuando me han llegado a decir personas a las que aprecio cosas como que no existe eso llamado 'autocensura'.

En definitiva merece y mucho escuchar al maestro cuando habla de literatura, aunque la parte política, que ocupa demasiado parte de estas clases e incluso de la parte final de su obra, haya quedado en casi todo desfasada después de más de cuarenta años.

14.12.23

Algunos podcasts que he estado escuchando

 

Hoy os traigo una lista de recomendaciones de podcasts literarios con una mezcla heterogénea entre creación, reseñas y simples locuras. No dejan de ser los que he estado oyendo últimamente. No consideréis esta lista como la de los mejores, ni siquiera de los buenos o de los que recomiendo. Como ya he dicho no son más que unos cuantos podcasts que suelo escuchar.

Empecemos por el que me parece más serio y completo: Windumanoth. Esta parte de la revista de cuyo nombre nunca consigo acordarme ni pronunciar correctamente es de lo más serios y completos que podrás encontrarte. Los programas son largos o incluso muy largos, con formato de programa de radio tradicional, y los autores tienen el cuidado de posteriormente cortarlos en los tres o cuatro fragmentos temáticos que contienen, de forma que en la misma plataforma pues encontrarte las secciones separadas para que puedas escuchar solo lo que te interesa.  Podrás encontrar en estos programas, como en la revista a la que pertenecen, toda clase de contenidos desde novedades, hasta entrevistas a autores del mundillo, pasando por tertulias temáticas bastante interesantes. La única pega que le encuentro es que últimamente hay muchísimo contenido de terror que, como sabréis ya de sobra los que me leáis, simplemente no me interesa.

El siguiente podcast que merece la pena comentar es el brazo hablado del taller en que participo semanalmente: La Escribiteca de Alicia Pérez Gil. Este podcast que empezó casi como una versión narrada las propias lecciones que Alicia publica en su plataforma de enseñanza, pero hay que reconocer que poco a poco se está volviendo más y más interesante, sobre todo desde que está trayendo al programa a personalidades de ámbitos diferentes, aunque relacionados con esto de la escritura, y que no te vas a encontrar en los otros podcasts que tienen más ambición de revista literaria habitual (o sea que parecen estar vendiendo libros). Además Alicia se toma este contenido con su seriedad habitual cuida la edición y restringe la longitud a la justa y necesaria. Muy recomendable.

Un podcast del que escucho todos los programas (a pesar de su insistencia por el rollo zombi) es el de Otros Mundos, que es el de otra de las escuelas de escrituras a la que atiendo: Phantastica. No hay muchos programas y el contenido es un tanto disperso, pero la edición es cuidada y la longitud muy razonable.

Otro podcast que he estado escuchando muy a menudo este año ha sido Droids & Druids. Este grupo de amigas lleva ya cuatro temporadas en línea, se han ido volviendo más y más populares, han creado una revista en torno al programa y casi un embrión de editorial. En los premios de la Hispacón de este año brillaron con un éxito colectivo y personal de forma evidente y dentro de dos años serán las responsables de la reunión de la asociación. Tengo que reconocer que empecé a escuchar los primeros programas de este podcast con gusto. Se nota y notaba que hacen el contenido con el gusto y la pasión propia de la juventud, pero al final he dejado de seguirlas. El podcast contiene demasiada alegría y gusto por todo de lo que hablan. A ratos me espantaba la inocencia que mostraban al hablar como descubrimientos sorprendentes y apasionantes de temas que son muy viejos y más que conocidos, y sobre todo que todo les pareciera chulo, mono o cuqui. Si esta pasión desaforada no os molesta como a mí (que soy enemigo de Peter Pan y fan de Garfio), el podcast es muy recomendable (con entrevistas muy interesantes) y las chicas que lo llevan van a ser muy relevantes en la comunidad durante los próximos años.

También he intentado escuchar Furia en la Librería pero tampoco es para mí. Donde las chicas de Droids & Druids destilan pasión y amor por lo que hacen, en Furia parece haber demasiado caos como para quedarme a escucharlo.

Finalmente os puedo recomendar un podcast que he empezado a escuchar recientemente: Lectores anónimos. Los programas son de tamaño controlado y habitualmente monotemáticos, lo que es de agradecer. Y las pocas entrevistas que he podido escuchar me han gustado mucho, destacando sobre todo la que le hicieron a Ferran Varela. No es aún del nivel del primer podcast que he comentado, pero podría llegar a estarlo.

12.12.23

Cien libros (I)

 

Este año me había propuesto leer un total de cuarenta libros pero encontré Todo va a mejorar, el libro póstumo de Almudena Grandes, en Audible y la aplicación me ha permitido extender mi objetivo de lectura hasta los cien. Nunca me había planteado escuchar audiolibros por la misma razón que hasta hace muy poco tampoco escuchaba podcasts: me siento más cómodo y tengo la sensación de leer mucho más rápido sobre el texto escrito. La velocidad a la que el podcast o el audiolibro tienen por defecto me parece escasa. El medio oral por lo general me parece cansinamente lento, aunque el audiovisual, los videos que dominan las redes, es aún peor. Me agotan por su extrema parsimonia y el ratio elevadísimo de paja versus fondo. 

En el caso de contenido formativo resulta desesperante.  Cuando me enfrento a un texto técnico o un ensayo puedo leer en diagonal las partes que no aportan nada o que ya conozco, incluso las partes que sé que están equivocadas o caducas, en el caso de un video o de un podcast no me queda otra que tragarme ese sobrante, que, en el caso de los videos, suele además estar acompañado de actuaciones flojas de actor aficionado, sonrisas forzadas y otras pantomimas de lo más básicas. Al menos en los audiolibros puedes poner al narrador a hablar a x1.2 sin perder calidad y los lectores suelen ser actores formados en escuelas de doblaje.

Por otra parte cuando te dedicas a caminar, como yo estoy haciendo todas las mañanas, por eso de acumular kilómetros, gastar calorías y mejorar un poco tu salud, la opción de escuchar obras literarias interesantes mientras caminas resulta más razonable que volver a escuchar de nuevo tus viejas listas de música que tienes más que agotadas o arriesgarte con novedades que están lamentablemente dominadas por el insufrible reguetón. 

Cien libros dan para hablar de muchas cosas y no me gusta publicar entradas muy largas en este blog, así que iré haciendo en los próximos días varias aportaciones para resaltar uno u otro aspecto de mi lista de lecturas de este año (que creo que podréis encontrar en goodreads). 

Empecemos en este primer artículo con los libros a los que he dado mejor puntuación este año.

Cinco estrellas:

Es muy difícil que yo ponga esta calificación en goodreads. Básicamente el texto me tiene que parecer inmejorable, debe además ser original en algún sentido y, finalmente, tiene que haberme llegado a las tripas de forma que, en conjunto, debe tratarse de una obra que vaya a recomendar durante muchos años, que incluso voy a regalar a conocidos. Una obra maestra que me haya, además, alcanzado el corazón.

Este año solo una antología ha alcanzado esta calificación La glándula de Ícaro, de Anna Starobinets. Estos cuentos me ha parecido modernos, inquietantes, relevantes y emotivos. Todo lo que espero encontrar en cuentos de ciencia ficción que se tomen en serio a sí mismos. Jamás hubiese pensado en comprar esta antología dado que la autora es calificada habitualmente como La reina del Terror, incluso por sus editoriales, pero estos relatos no son de terror (cosa que a mí habitualmente me aburre), sino excelente ciencia ficción oscura, situados, además, en nuestra época y tratan temas relevantes en la actualidad. 

Muy recomendable. Ya lo comenté en un artículo anterior de este mismo blog.

A parte de esta antología también califiqué con cinco estrellas un mini ensayo de Ian McEwan, porque lo que decía me pareció increíblemente acertado, aunque luego he podido comprobar leyendo obras suyas que de lo que dice a lo que hace hay muchas distancia y sobre todo un fallo importante en la ejecución.

Cuatro estrellas:

Aunque tengo que reconocer que me cuesta bastante poner cuatro estrellas este año he dado esta calificación a muchas obras. Veamos algunas de las más relevantes:

El lugar de Annie Ernaux: no conocía esta autora hasta este año y me gusta muchísimo. Su prosa desposeída de todo artificio, pero que, sin embargo, tiene la cualidad no solo de atraparme sino de emocionarme profundamente se ha convertido en un ideal a perseguir. De todas las obras y ensayos que le he leído este año sin duda esta novela minúscula, es la que más me ha llegado, hasta el punto de las lágrimas. No puedo recomendarla más. De la misma autora el ensayo La escritura como un cuchillo, también me ha parecido imprescindible para aquellos que quieran escribir algo que no sea mera repetición de fórmulas gastadas.

La hoja roja de Delibes: aunque había leído muchas obras de este autor no había leído algunas de las más famosas ni tampoco esta. Me ha encantado: el artefacto literario de la repetición con variaciones de discursos me ha parecido perfecto para representar el final de la vida de un hombre anciano y retirado y de su criada de baja formación. Muy recomendable. Sin embargo, he abandonado a la mitad la mucho más famosa Cinco horas con Mario, que usa casi el mismo artefacto literario pero que en este caso me parece fuera de lugar, artificioso y que me hace aún más insoportable a esa mujer que no para de hablarme de un mundo que por suerte ya no existe y que debemos intentar que no vuelva a existir votando en contra de los nostálgicos verdes que lo quieren de vuelta.

El despertar del levitán de James Corey: me resulta muy difícil encontrar novelas de ciencia ficción más o menos recientes que me parezcan creíbles e interesantes a la vez. Había visto, evidentemente, la serie que han hecho a partir de estos libros y me había parecido casi toda excelente; pues bien, he decidir que al menos este primer libro (el único que está en español en Audible), me parece incluso mejor que la serie. Muy recomendable.

Las cosas que perdimos en el fuego y Los peligros de fumar en la cama de Mariana Enriquez: me gusta esta autora, me cae bien. En estas dos antologías he encontrado muchos relatos magníficos, particularmente el primero de Las cosas, me pareció excepcional. Incluso los más clásicos de terror, con casas encantadas y demás clichés, aunque me aburrieron un poco, me parecieron excelentes. Además uno de los cuentos que contienen estas dos antologías es el mejor y más divertido cuento de fantasmas que he leído nunca. Muy recomendables ambas. Sin embargo de las dos novelas que le he leído este años, la primera y más famosa, Nuestra parte de la noche, la abandoné tras el primer quinto tras aburrirme hasta la saciedad, y la segunda y más antigua, Bajar es lo peor, la terminé pero sin que me dijese gran cosa. 

Cara de pan de Sara Mesa: esta autora, a la que le he leído varias novelas este año, ha sido otro descubrimiento inesperado. Esta novela en particular me parece muy recomendable. Una novela mucho más inquietante de lo que suelo encontrarme en el género de terror y al tiempo humana y creíble.

Lo que ruge de Izaskun Gracia Quintana: otra antología con relatos que me han llegado, me han parecido sorprendentes y recomendable y que de nuevo no hubiese comprado porque están calificados como de terror.

Un mundo helado de Naomi Novik: me regalaron las navidades pasadas Un cuento oscuro que no me gustó mucho. Me pareció lo que es: un retelling no muy interesante de la Bella y la Bestia, y más concretamente el protagonista me recuerda demasiado a una de las peores Bestias que he visto, la de las películas de Disney. Sin embargo, esta otra novela, que no deja de ser una reinterpretación (más que un retelling: los retelling suelen aburrirme porque acaban apoyándose demasiado en el efecto nostalgia) del cuento de la hilandera de paja, me ha fascinado por el juego de los diversos narradores, personajes femeninos muy diferentes en circunstancias, historia y trama y que sin embargo están hablando del mismo problema y lidiando con sus correspondientes antagonistas masculinos y brutales. Todas ellas se enfrentan a un hombres embrutecidos y que sin embargo son a su vez muy diferentes en historias y tramas. Un juego fascinante que solo se derrite en un clímax que me parece que no está a la altura.

Termino de momento con Lolita obra de la que había leído muchos fragmentos en diversos talleres y cursos, y de la que, claro, había visto varias películas. La obra es fascinante por el juego de espejos al que nos lleva ese narrador odioso, pero sobre todo mentiroso a más no poder, de cuya historia debemos dudar desde el principio hasta el fin, de la que podemos dudar incluso hasta de la existencia de la propia Lolita.

En los próximos post hablaré de mis favoritos de este año en diversos géneros y tipos de obra.

9.12.23

Personas y firmas

 

Va siendo hora de hacer un repaso a las firmas que conseguí durante mis visitas de este año a los festivales literarios y de paso a las personas que he conocido tras ellas.

Empecemos por Ferran Varela. Compré este librito, La danza del gohut, durante la Hispacón en una de las visitas que hice al stand del Transbordador. Acababa de terminar el libro anterior y me puse casi de inmediato con él mientras esperaba en algunas de colas. El principio no me gustó mucho, pero luego la prosa me pareció extraordinariamente trabajada y me recordó mucho al R.R. Martin. Durante la siguiente charla me encontré con que Ferran formaba parte de la mesa, detalle en el que no me había fijado. Me pareció un tipo cercano y mucho más normal que sus tremebundas historias, así que me acerqué y le dije lo que pensaba: que la prosa de esta novela corta me parecía ultratrabajada y que me recordaba al Martin. Me lo agradeció y me dedicó el libro, como podéis ver a la izquierda.

No mucho más tarde tuve la suerte de tomar unas cervezas con la gente de Phantastica y del Transbordador, y Ferran estuvo con nosotros. Me pareció una persona sencilla y amable. Hace no mucho he tenido la oportunidad de escuchar la entrevista (enlazada arriba en su nombre) que le hicieron los de Lectores anónimos y tengo que decir que me siento identificado con muchas cosas de las que dice, especialmente con la idea de que mientras escribo sus historias los personajes me llevan un poco por donde quieren y que el texto en sí muchas veces manda y acaba por crear detalles que incluso cambian el trasfondo.

Este año he tenido la suerte de que me publicasen uno de mis relatos en la primera antología de Historias Phantásticas de la Editorial Transbordador y aún he tenido más suerte al coincidir con muchos de los autores a lo largo de este verano.

A Juan Luis Muñoz Villar autor del relato El pasajero de Atenea me lo encontré en el Celsius donde tuvimos la oportunidad de charlar de varios temas, incluidas algunas reflexiones que me preocupan de la actualidad y el futuro de la ciencia ficción. Me lo volví a encontrar durante la Hispacón donde compartimos cervezas y ceremonia de entrega de premios.

A Gloria T. Dauden autora del relato Circulen. Aquí no ha pasado nada, de relatos y novelas que hace ya tiempo que he estado leyendo tuve la suerte de encontrármela en el centro de Cádiz, en una librería/pastelería y pude compartir con ella, café, tarta y una larga charla sobre literatura y creatividad.


A Neus Martín de Vidales Ortiz autora del relato El aliento del viajero, así como a Virginia Orive de la Rosa autora del relato Aunque sean gilipollas (uno de los que se publicó en Windumanoth) me la encontré en la Hispacón y compartimos cervezas una tarde junto a Juan Luis y otro de los participantes en la antología: Daniel Badosa Moriyama autor de Esa era su voluntad que fue muy amable no solo conmigo sino con mi pobre relato.

Aquella tarde en una especie de terraza/patio pudimos hablar de muchas cosas bajo una lluvia persistente aunque liviana que que amenazaba constantemente con cortar la conversación sin lograrlo no sé si por su timidez o por las ganas que teníamos los presentes de seguir hablando.

También fue especialmente amable con mi relato Susana Vallejo una de las fundadoras de Phantastica y una persona encantadora que he tenido la suerte de encontrarme (junto a Sergi Viciana) en los tres encuentros: Celsius, Hispacón y 42 y que además de haber participado en charlas, o haber hecho de controladora de algunas salas estuvo hablando de sus dos últimos libros: Nueve días en el jardín de Kiev (una novela de ámbito fantástico a caballo entre varios géneros) y La familia Delorean viaja por el tiempo (una novela juvenil).

Durante el Celsius habló de la primera y tuve la oportunidad de preguntarle sobre el final de la novela, que me había parecido algo surgido espontáneamente de la escritura de la misma más que algo premeditado y que ella me dijo que no era así, que siempre lo había tenido en mente. Además en el Celsius tanto Sergi como Susana, cuando me los encontré casi al principio del festival, estaban junto a David Mitchell y por esa casualidad tuve la oportunidad de cruzar un par de palabras con él.

No fue nada buscado, simplemente pasó así: espontáneamente. Durante el Celsius que era mi primer festival de esta clase, he de reconocer que estaba bastante perdido y estuve bien a mucha gente que conocía nada excepto por redes (como a Marina Tena) o de mucho tiempo a atrás como Carlos Sisí, con el que estuve charlando un rato recordando los viejos tiempos de la ficción interactiva o elucubrando de los tiempos próximos por venir, mientras él esperaba a su turno de presentación en la carpa central.

También el Celsius asalté a Lola Robles y a Victor Conde y conseguí el siguiente par de autógrafos.














Y muchos más como los de María Concepción Regueiro Digón, 


O Isabel del Río, que lo petó en el Celsius.


Durante la Hispacón asalté a Alfredo Álamo solo gracias a que Pak me avisó de que estaba justo detrás en su propio stand cuando compre After Punk.


Y por fin en el 42 tuve la oportunidad de pedirle la firma a Marina Tena y de paso tomar unas cervezas con ella y algunos de los otros ganadores de los premios del festival.


Todos estos autores son gente accesible y amable. Me gustó especialmente el trato con Ferran y con Gloria y tengo que reconocer que Marina es puro nervio (suerte que el viejo amigo Santi Eximeno estaba en la misma mesa y es pura tranquilidad zen para compensar).










7.12.23

Un proyecto aparentemente sin objetivo

 

Compré Proyecto Karón durante mi visita al Celsius, tras una presentación de Minotauro. Tengo que reconocer que cada vez me siento más huérfano de obras de ciencia ficción que despierten mi interés y más decepcionado por premios tan relevantes como el de la mencionada editorial. Me temo que este libro es una decepción más a incluir en la creciente lista que voy acumulando.

El libro se presentaba como un libro de futuro cercano, un tanto distópico, un tanto ciberpunk, un tanto de andanzas en la ciberrealidad. Siendo como soy un amante de los mundos de Shirow y en particular de Ghost in the Shell (los manga, los animes y demás películas me parecen flojillos en comparación) y dado que lo que dijo la autora me sonó interesante; nada más terminar la presentación busqué el libro y me lo compré. Fue una de las primeras compras que hice en el Celsius. Es cierto que la presencia de estos temas (ciberpunk, distopía, vivencias en realidad virtual), no son para mí suficientes para asegurar el disfrute de una obra: las descripciones del ciberespacio de Gibson me parecen absurdas, los primeros capítulos de la serie ciberpunk de Netflix me fliparon, pero la abandoné al tercero o así cuando me di cuenta de que no era más que una excusa para la estética de la brutalidad gore, no pasé del primer capítulo de Carbón alterado y me cuesta imaginar una película más detestable que Matrix. Aún así hay muchas obras que me han gustado mucho en este ámbito: Reina de los Ángeles de Bear, Ciudad permutación de Egan, Ubik de K. Dick o las mencionadas obras de Shirow. Así que la compra no parecía mala idea.

El principal problema de esta obra es que no acaba de decidirse. Se trata de una novela construida a partir de capítulos muy cortos (en principio eso me gusta: me atraen las obras fragmentarias o incluso periféricas, descompuestas o deconstruídas). Contiene muchos protagonistas (me gustan mucho las novelas corales) aunque no acaba por decidirse a abrazar un modo anónimo, realmente coral, de narrar la historia. Que supuestamente se cimenta en una exploración sicológica de alguien inconsciente (es decir, la misma premia de la Reina de los Ángeles), pero que acaba usando tal exploración como una excusa meramente estética (es decir la peor opción para mí), con tono de videojuego (es decir, lo malo de la lamentable Ready Player One). La trama se ajusta la tradición de espionaje corporativo que se transforma luego en un asunto político con un toque de 'algo más' (es decir, como muchas obras de Shirow), pero que para mí en este caso queda deslucido porque el asunto político tiene muy poca enjundia, no lleva a ninguna transformación del mundo imaginario y no consigo conectar para nada con todo el asunto. Hay todo un trasfondo de brutalidad sistemática y corporativa alienante, en la mejor tradición ciberpunk, pero como el mundo parece tan lejano y estético como las versiones más flojas del género (pienso en Aeon flux, por ejemplo, que solo era espuma decorativa sin nada de interés real) y ni siquiera es muy coherente ni está explorado con auténtica profundidad, se me queda vacío. Hay además una capa de distopía climática que es de lo más manida: se habla constantemente de sequía (no sé porqué tantos autores transforman cambio climático en absurdas ideas sobre agua tan cara como el petróleo) mientras que al tiempo se describe una sociedad de ricos ultratecnológica en donde no faltan aviones de lujo. Como ya he dicho otras veces, si tienes problemas con el suministro de agua pero tienes energía para seguir moviendo aviones o lanzando cohetes al espacio, resolverías el problema del agua con desaladoras de forma masiva. Así que es un escenario sin sentido.

Al menos es una obra 'dataísta' y se atreve a sugerir una nación gobernada tecnocráticamente por una IA (algo que no me parece improbable), pero la visión de la tal IA directora es tan estética y lejana que la obra en realidad no cuenta nada de todo eso. Lamentablemente coquetea con un discurso antivacunas muy despreciable (sobre todo para una novela tan cercana al 2020) y no está lejos de defender un discurso antidemocrático igual de despreciable (sobre todo cuando sus protagonistas son ricos de mierda, aristócratas, en una sociedad semifeudalista al estilo ciberpunk).

Así que no, no recomiendo esta obra. Y la añado a mi lista de decepciones con el premio Minotauro.