15.3.24

Conocimiento fractal versus conocimiento sedimentario

 

Este breve artículo forma parte esencial de mis creencias, de las conclusiones que he ido alcanzando a lo largo de los años. Como lo son también este, este, este, este, este, este, esteeste, este, este, este y este.

Con el advenimiento de los LLM, la nueva vuelta de tuerca de la IA no general, que, sinceramente, son bastante entretenidas de usar (la ilustración de la izquierda es de una de ellas, con la que he tenido que estar hablando un rato para que me generase una imagen medio razonable), se pone de nuevo sobre la mesa la cuestión de la intuición versus razonamiento y la más importante aún de cómo se alcanza la verdad o, al menos, el conocimiento.

Una creencia (nunca mejor usada esta palabra) muy común es que se alcanza el conocimiento mediante la experiencia repetida a lo largo del tiempo. Por poner un ejemplo muy claro: si todas las mañanas sale el sol a pesar de que cada noche se pone, uno llega a la conclusión de que el sol aparece todos los días, que nunca dejará de aparecer y que tendremos muchas horas de luz aseguradas para siempre. La mayor parte de la gente considerará que la aparición del sol por el horizonte de Levante cada mañana es un conocimiento asegurado, una verdad. Bueno, en realidad no lo es. 

Hace cientos de años muchas culturas sacrificaban personas, les arrancaban el corazón, con tal de asegurarse que el sol siguiese brillando en el cielo, así que no estaban muy seguros. Eso es por que creían en misticismos sin sentido, dirán algunos. Bueno... la cercanía de alguna otra estrella puede afectar al funcionamiento de las órbitas, parece que ya ha pasado alguna vez. Una perturbación mayor podría cambiarlo todo. A fin de cuentas la Luna, que también vemos cada noche en el cielo, se va alejando lentamente de nosotros a ritmo de 4 centímetros al año. Nada es permanente. Puede que los aztecas tuviesen algo de razón al temer que el sol no resurgiera tras el invierno.

El acto de aceptar que algo es verdad porque parece ocurrir muchas veces se llama inducción. Y en realidad no demuestra nada. Por mucho que a lo largo de tu vida solo hayas visto cisnes blancos, no impide a la maldita realidad contener cisnes negros. El hecho que la mayoría de los mamíferos sean no voladores, no impide que existan los murciélagos. El razonamiento inductivo solo nos sirve para plantear modelos, imaginar las explicaciones probables como hace el método científico.

El procedimiento del método científico (lo tenéis a la izquierda), propone las siguientes fases:

  1. Enfrentarse a un misterio.
  2. Observarlo con detenimiento.
  3. INVENTARSE una hipótesis, un modelo de cómo funciona esa cosa misteriosa.
  4. Buscar qué pruebas podrían demostrar que tal hipótesis es falsa. Si no puedes encontrar una prueba que pueda demostrar que el modelo es incorrecto, tienes que descartar la explicación y empezar de nuevo.
  5. Realizar todas las pruebas posibles, hasta encontrar una que demuestre que estás equivocado o quedarte sin ideas.
  6. Revisar con compañeros y mucho cuidado las pruebas que has hecho.
  7. Aceptar el modelo que has hecho como LA MEJOR EXPLICACIÓN QUE SE TE HA OCURRIDO.
Véase que he dicho: INVENTARSE una explicación y LA MEJOR EXPLICACIÓN QUE SE TE HA OCURRIDO. No he dicho, la realidad, ni la verdad, ni nada parecido. Porque la ciencia NO PROPORCIONA VERDADES. El método científico no puede decirte qué es correcto. Solo puede descartar lo que es incorrecto. Solo te permite descartar explicaciones que se contradicen con la realidad experimental. Luego, ya llegaremos los ingenieros, asumiremos que lo que no han descartado los científicos es la verdad y construiremos aviones con eso. Pero eso no es porque hayan alcanzado la verdad, sino porque los ingenieros somos unos atrevidos de narices.

¿Cómo que el conocimiento científico no es la verdad? No lo es. Es lo menos falso que hemos podido encontrar hasta la fecha. Como en el copo de nieve de Koch, si coges un punto cualquiera del plano no puedes decir si forma parte de la curva de Koch (necesitarías un tiempo infinito dibujando triángulos), pero sí que puedes concluir, en muchos casos, que NO está dentro en ella (por ejemplo todos los puntos DENTRO del triángulo inicial no pueden estar en la curva, porque esta solo crece 'hacia fuera').

El método científico funciona parecido. No puede decirte que algo sea la verdad, solo puede decirte que hasta el momento no se ha encontrado que sea falso. Por eso el conocimiento científico empiezo a llamarlo últimamente conocimiento fractal: es lo que nos queda a medida que vamos recortando espacios de falsedad.

¿Es la única clase de conocimiento que manejamos? La verdad es que no: está el tautológico (que en este caso sí que se trata de verdades absolutas, pero que no nos dicen nada de la realidad) y el que últimamente estoy llamando sedimentario. ¿Qué diablos es el conocimiento sedimentario? Pues empecemos con el método científico. Como he dicho antes una de las fases del mismo es:

Revisar con compañeros y mucho cuidado las pruebas que has hecho.

A esta parte se la suele llamar 'revisión por pares' (no de dos en dos, :), sino de gente que está al mismo nivel). La idea es que cuando estás ya muy convencido de tus conclusiones lo sacas al mundo (¡¡lo regalas, mierda que locura de socialistas, estos malditos científicos regalando conocimiento!!) para que vengan todos los pejigueras del planeta a tocarte las narices y decirte en qué te has equivocado. Es una parte esencial del avance de la ciencia. Para simplificar la labor de los trolls el artículo que publicas con tus conclusiones tiene que ser detallado y repleto de referencias a todas la fuentes de información que has usado en tus conclusiones, hipótesis y experimentos, tienes que mostrar en los hombros de qué gigante te has subido.

Vale, la gente del método científico hace eso, comparte información y llena los artículos de referencias. Por desgracia, en los tiempos modernos, la carrera de un científico depende de este procedimiento, de forma que tendrá más o menos éxito según, no ya de las posibles verdades que haya encontrado, sino del número de otros artículos que lo señalen a él como uno de los gigantes sobre cuyos hombros merece la pena subirse.

Eso en realidad es un disparate, pero es como están ahora mismo las cosas.

¿Y aquello que no puede probarse en un laboratorio? La respuesta es simple y la he dicho antes: si no puedes rechazar una hipótesis mediante una prueba no puedes decir ni siquiera si es falsa, por lo tanto ni es una hipótesis ni es nada, no es científica y como decía Wittgenstein en el Tractatus logico-philosophicus.

Sobre lo que no se puede hablar hay que callar.

Pero no lo hacemos. Ojalá, pero no. En lugar de eso la gente que trata con cosas que ni son medibles, adopta la misma medida de éxito: si mucha gente referencia mis escritos, mis opiniones y creencias, mis explicaciones, entonces será que tengo razón. Es lo que llamo conocimiento sedimentario: la idea de que si mucha piensa que alguien tiene razón y lo argumenta con pilas y pilas de estratos de documentos diciendo que tiene razón, será que es verdad. Una verdad sedimentada por capas y capas de creencias compartidas.

No tienen ninguna manera de demostrar que esto eso sea 'real', y, sin embargo, ahí están imponiendo sus creencia por el simple peso de la tradición. En el fondo es el 'es que siempre se ha hecho así' o aún peor, 'es que es intuitivo'. ¡Leches fritas! Siempre me he rebelado ante el principio de autoridad. Desde mi más tierna infancia siempre que alguien me ha dicho 'esto es así', inmediatamente he preguntado '¿Por qué?' y si la respuesta no me convencía he ignorado a tal persona y me he puesto a investigar por mí mismo.

Mucha gente acepta las cosas simplemente porque parecen 'intuitivas', pero la intuición no es nada mágico, la intuición no es más que el razonamiento por inducción, transformado en carne. No es más que nuestras redes neuronales blanditas entrenadas por nuestra experiencia vital. Los LLM que seguramente ya habéis probado son intuición codificada en bits y ya veis como van. La intuición no tiene porqué estar en lo cierto, frecuentemente no lo está y de hecho la ciencia se ha encontrado con muchas realidades contraintuitivas que, de momento, no ha logrado demostrar que sean falsas.

Pues de la misma forma que no deberíamos fiarnos de la intuición para perseguir la verdad, tampoco deberíamos aceptar nada del conocimiento sedimentario. NADA. Lo que de nuevo me lleva a mi lema:

Aunque en los números no esté la verdad, sin números no hay ninguna verdad.

Sin experimentos realizables, cualquier cosa que os digan, por muchos estratos de documentos que sabios bien intencionados del pasado hayan puesto bajo esa afirmación, no es más que una opinión

Y, la verdad, hay mucho conocimiento sedimentario, lamentablemente, en las teorías narrativas: como  las afirmaciones de Aristóteles o de Campbell. Consideradlas como lo que son: opiniones de sabios del pasado que puede que tengan razón, o puede que no. 

Mirad ese 'conocimiento' a la cara y creéoslo solo si os convence a vosotros.




14.3.24

La escolomancia de Naomi Novik

El año pasado leí un par de libros de Naomi Novik: un cuento oscuro (que me regalaron por navidad) y un mundo helado

El primero, un cuento oscuro, me pareció flojillo. Siendo sincero el comienzo me gustó mucho, pero a medida que se me fue haciendo más evidente que se trataba de una suerte de retelling de la bella y la bestia, y que él, en concreto, parecía un calco a nivel de personalidad de la bestia más sosa de todas (la de Disney), fui perdiendo el interés. Cuando el libro cambia drásticamente al viajar la protagonista a la corte (y empezar ella a transformarse en Mary Sue), mi interés se precipitó a las profundidades de la indiferencia.

Tras esa decepción pregunté si ese libro era lo mejor de la Novik (me habían estado hablando mucho de la Escolomancia) y la opinión mayoritaria fue que Un mundo helado era seguramente lo mejor de la autora. Lo compré y, sí, sin duda es muy superior. 

Un mundo helado me parece un libro fascinante, que juega con tres personajes, tres narradores y dos mundos, para hablar de la violencia masculina sobre las mujeres, la sumisión del género femenino que de una manera u otra intenta la masculinidad no solo tóxica sin gañán provocar. Cada una de las tres protagonistas es de una extracción social diferente, tienen visiones del mundo y de lo que pueden aspirar diferentes, lenguajes diferentes y soluciones diferentes. Sin embargo, el libro habla, en las tres historias, del mismo problema. Además logra entrecruzar las tres historias magistralmente a la vez que juega con la coexistencia de los dos mundos en escenas que da gusto leer. Todo es fascinante en este libro, excepto el final, que es muy flojo.

La cualidad más potente de esta autora es la facilidad, la agilidad, con la que se lee su prosa. Aún no sé a qué se debe esta cualidad, pero es innegable. Sus libros se leen como si bebieses agua incluso cuando se pone más poética o rebuscada. Su defecto principal es que se le dan fatal los finales, o para ser más específico, los clímax. Tras llevarnos de la mano por toda la historia de manera fácil y agradable, cuando llega el enfrentamiento final, sea de la naturaleza que sea, la Novik se vuelve confusa y a menudo decepcionante. Creo que la propia autora es consciente y intenta reducir el clímax a la mínima expresión. Lo retrasa lo que puede y luego salta por encima si puede permitírselo.

Lo mismo pasa con los tres libros de la Escolomancia. La prosa muy legible de la autora está presente de forma indudable en estas mil doscientas páginas. Los personajes son más o menos creíbles (aunque la protagonista se vuelve Mary Sue en el segundo libro y lo es de forma demasiado palpable en el tercero). El trasfondo es muy interesante, de hecho es lo más interesante de todo. 

Detengámonos un momento en él.

El mundo de la Escolomancia, parte de unos principios muy similares a los presentados en el juego de rol Mago: La ascención de Mundo de tinieblas. Es decir, la idea de que la realidad es según cree la mayoría de las personas que es. De forma que los magos se dedican a hacer creer a la población (y al universo en general), que las cosas con como les apetece que sean y si lo logran entonces las cosas se tornan así. A esos principios se añaden los de racionalidad/irracionalidad del Aquelarre de Ricard Ibañez. De forma que cuando los mundanos (los no magos) están presentes imponen su no-creencia en la magia y los hechizos se vuelven imposibles o complicados de realizar, y los monstruos se vuelven animales normales y corrientes. Pero lo más interesante, para mí, es que la Novik tiene la inteligencia de mostrar las conclusiones del Planeta prohibido: la idea de que si proporcionas a una mente normal un poder ilimitado, entonces su subconsciente, sus temores, sus anhelos inconfesables, se tornarán reales y nos matarán a todos.

Cuando la magia no se torna un trasunto de ciencia (con sus reglas absurdas, como en los libros de la Rowling, los de Rothfuss o los de Sanderson), sino que se mantienen como consecuencia del poder de la voluntad del mago, la conclusión de que el horror está a la vuelta de la esquina es casi ineludible. La Novik en la Escolomancia muestra todo eso de manera clara y maravillosa. El mundo se vuelve horrible porque los hechiceros lo vuelven horrible, y lo hacen con la mejor intención todo el tiempo o por miedo. Cuando tus deseos pueden hacerse realidad lo hacen y regresan a devorarte por las noches.

Durante el primer libro la autora se recrea en ese horror. Te muestra un internado en el que los niños magos intentan sobrevivir sin supervisión adulta mientras una incontable legión de monstruos intenta matarlos. Ella insiste que la situación no es la de El señor de las moscas, pero lo es y no sé como no podría serlo. Mola, aunque cansa un poco tanto horror. Al ochenta por ciento del libro, cuando parece que todo se va a quedar en una larguísima presentación del mundo y de los personajes, la autora mete el acelerador, muestra un conflicto más claro y... lo resuelve en un plis, porque,  como he dicho, parece que odia enfrentarse a los clímax. Entonces plantea un cliff hanger que, la verdad, te deja con buen sabor de boca.

El segundo libro se me hizo muy pesado. Es básicamente una película de esas de instituto americano centrado en la chica impopular, que coquetea con la maldad de las populares y finalmente sale victoriosa cuando se desvela su auténtico potencial. Mucha política de instituto de peli americana y poco más. Como en el anterior libro justo al ochenta por ciento se desvela el conflicto real y se resuelve de una manera que ya se podía adivinar al principio del libro. 

El tercer libro es muy diferente y, para mí, peor. En este libro la autora intenta resolver todos los misterios con los que ha ido salpicando la saga, le da un sentido concreto a todo lo que pasa y proporciona hasta tres clímax que podrían ser conclusión de la saga. Los tres cortos, demasiado 'Deus ex machina' para mi gusto y que, sobre todo el último, saben a poco.

Uno de los problemas que le veo a la saga es que creo que la autora podría escribir incluso buena ciencia ficción de novum, pero se queda a medias. Parece más que capaz de asomarse a las tenebrosas profundidades de la conclusión lógica de una magia volitiva desatada: el horror del enfrentamiento de nuestras tinieblas, el abrazo tenebroso de la sombra de Ged. Pero en lugar de eso intenta (y desde mi punto de vista fracasa) mantener la idea de que su saga es fantasía urbana y que por lo tanto la magia es la excepción y que el mundo mundano, debe permanecer exactamente como lo vemos por la ventana. Necesita encontrar una explicación de porqué todo sigue igual a pesar de estar desatando poderes cósmicos de enorme magnitud. Y en ese trasunto, los conceptos se ponen zancadillas a sí mismos, tartamudean sus explicaciones y acaban contradiciéndose. 

Un ejemplo: la explicación de porqué hacen lo que hacen para crear los enclaves es que hace falta una mente única para hacerlo y, sin embargo, en dos de los clímax del tercer libro se muestra claramente cómo logran hacerlo gracias al esfuerzo colectivo. Desde el primer momento se dice que el maná (el bueno, el que no se roba) procede del esfuerzo, pero a menudo en el libro se indica que proviene del malestar y del sufrimiento (la propia narradora dice que ha logrado generar más maná haciendo calceta porque odia hacerla). A ratos sugiere que en los enclaves, con la concentración de magos, el maná se multiplica a niveles astronómicos y al mismo tiempo sugiere que el maná de esos enclaves siempre es robado. Finalmente, los hechiceros pueden cambiar la realidad parece que casi a voluntad, y sin embargo el dinero real sigue siendo importante (¿y eso?). Al mismo tiempo se dice que se pueden establecer lugares fuera del mundo para habitar en ellos y unas páginas más allá se indica que los enclaves solo pueden sacar espacio robándolo de la realidad (¿en qué quedamos?

En fin, un montón de inconsistencias que solo se entienden bien aceptando como realidad la religión que entiendo que empieza a ser la dominante en el país de residencia de la autora: el pensamiento positivo liberal. La idea de que si deseas y te esfuerzas logras cualquier cosa, aunque el dinero es absolutamente real y no una invención del sistema. Esa creencia cuadra bien con el maná que fluye con el esfuerzo, al tiempo que sigue habiendo élites ricas y muchedumbres pobres como ratas.