10.4.24

Las dos mejores lecturas en lo que llevo de año

 

Las dos últimas obras que he leído me han parecido, con diferencia, lo mejor del año. La primera, Amarilla (por cierto el título en inglés Yellowface es mucho más atinado, pero no sabría traducirlo mejor de lo que lo han hecho), me ha parecido una maravillosa sátira del mundo editorial, de las redes sociales en general y especialmente de la mierda en la que se ha ido transformando la actual red social del plutócrata. La segunda es un fixup de cuentos fantásticos (en el sentido de cuentos borgianos, de Quiroga o de Buzzatti) que me ha emocionado, sorprendido y que voy a recomendar que no os perdáis aunque le veo un par de problemas que comentaré más adelante.

Amarilla de R.F. Kuang trata de una escritora de realismo mágico (más o menos), caucásica, estadounidense blanca y demás arquetipos de persona no racializada y perfectamente integrada, que tiene muy poco éxito y que sufre tanto el síndrome del impostor como la realidad de tener una amiga/conocida/compañera de universidad de origen chino y que tiene todo el éxito que pueda desear y más. Los celos de la protagonista por el éxito de su amiga son evidentes y el sentimiento de fracaso por comparación que siente también. Por un accidente (o supuesto accidente, solo escuchamos en la obra la voz de la protagonista y tenemos razones de sobra para pensar que se trata de un narrador no fiable), la amiga de origen chino muere y la protagonista se queda con el manuscrito secreto, no publicado, ni totalmente depurado de su amiga. Eso nos lleva a un trepidante (y para mí divertido) viaje de éxito, miedo, sentimiento de impostor, angustia y finalmente locura, que recorre la protagonista a la vez que la autora nos muestra una parodia de los entresijos editoriales y la ferocidad desalmada de la redes sociales (y en particular la visión estadounidense de todo esto). Me ha encantado, excepto el final.

Veo dos problemas principales en esta obra. Primero todo está muy acelerado. Tanto la protagonista como la amiga a la que le roban la obra son jovencísimas (lo cual es razonable dado que la autora es de 1996) y me cuesta aceptar que tengan éxito tan pronto. Pero, sobre todo, los tiempos desde que la protagonista roba el borrador hasta que se lo publican, etc... son cortísimos. Todo pasa en dos años escasos. Conozco muchos casos (propios, ajenos y narrados en podcast) de obras con tiempos de publicación tan largos como media década (y a veces mucho más). El segundo problema es el final. La protagonista hacia el final está escribiendo una obra que parece el mismo libro que estamos leyendo y dice que ninguno de los posibles finales de la obra le parece suficiente (por razones que no explicaré), y casi parece que la autora real se haya enfrentado al mismo problema, porque, de pronto, el libro (cuando parece que se aproxima a alcanzar una meditación filosófica y personal muy relevante) se precipita a las profundidades de un thriller muy convencional, casi una película de sobremesa y acaba resolviéndose de forma tan floja que casi no deja poso.

Aun así recomiendo que no os perdáis esta obra y su aguzada crítica al mundo editorial, a la redes sociales y, sobre todo, a nuestros propios sentimientos de envidia y síndrome del impostor.

En cuando a Canto yo y la montaña baila de Irene Solá, es un fixup que, a mi modo de ver, demuestra que esta forma narrativa representa el futuro de la literatura, que la forma novelística ya está superada y que el retorno al conjunto de cuentos es casi ineludible. Aquí se puede ver cómo un conjunto de cuentos desestructurado, sin una auténtica trama continua y única (como ya dije de Farándula), incluso sin un tema central claro, puede tener no solo la fuerza de una novela, sino superarla y dejar un impacto emocional mayor. Muchos de estos cuentos no solo tienen elementos fantásticos en su interior, sino que son la expresión de lo lógico que puede ser lo irracional. Muestran que la suma de experiencias no relacionadas ni claramente enlazadas ni perfectamente causales ni siquiera bien ordenadas en el tiempo (a la manera de un poemario) pueden tener todo el sentido y conmover más que una historia perfectamente hilada.

Veo dos problemas y medio en esta obra: primero no acabo de pillar un tema central bien delimitado que haga de esta obra un canon perfecto del fixup (este problema es más bien la falta de cumplimiento de un deseo propio) y el otro es que las voces son bastante parecidas de un cuento a otro: son voces primitivas, primarias, casi infantiles, y esta voz funciona muy bien con los cuentos que adoptan la forma de fábula, pero no tanto en los que son de corte cotidiano. El medio problema es que (como en Farándula) se abusa un poco de las listas de conceptos y de aliteración.

No os perdáis esta maravilla.


No hay comentarios: