18.5.23

Sigue sin gustarme el terror

 

Lo he intentado muchas veces y con muchos autores sin éxito. Lo cierto es que no me llegan los relatos de terror. No es que me gusten o dejen de gustarme, es que me aburren casi siempre. Me dejan frío. Existen excepciones. La antología Lo grotesco del amigo Santiago Eximeno, contiene cuentos que me parecen fascinantes: Nonatos, Tradición o Quilla, por poner un ejemplo, me parece que realmente capturan lo inquietante y lo extravagante de una forma que me puedo creer y, que por lo tanto, puede llegarme. Y especialmente Pajaritos, ese cuento absolutamente increíble, pero, al tiempo, tan realista, en el que se percibe el pálpito constante de la tentación de la muerte rápida, de la atracción por el suicidio. Me encanta. Sin embargo, una de las obras favoritas del mismo autor Umbría, obra a la que se refiere constantemente y que aparece incluso en la cabecera de su propia página web, me aburre. Creo que me aburre por lo convencional que me resulta, por que es fundamentalmente forma, estética y casi no me creo ninguno de los cuentos. Bostezo y me arrastro por sus páginas, por lo demás magníficas.

Con esta antología de Mariana Enríquez me pasa algo parecido. El primer cuento me parece magnífico... No, eso es poco. Es maravilloso. Me llevó de la mano página tras página y acabó en un fascinante y muy creíble final que me resultó a la vez muy inquietante. Solo por ese cuento la antología merecería la pena. Me sorprendió y asombró igualmente el sutilísimo (dentro de su salvajismo), relato de las tres brujas y el precioso relato Tela de araña. La prosa de la autora es magnífica, ágil, cuidada, soberbia en definitiva. Si tengo que buscarle un pero a los relatos es que se percibe un ansia, una tensión, un deseo por irse por las ramas, pero la autora la mantiene controlada en casi todos los momentos, excepto en un par de cuentos en los que se deja llevar por una digresión en forma de flashback, que casi me hace perder el hilo. Incluso cuando el narrador iracundo asoma sus espantosas antenas de cucaracha (siento auténtica repulsión por este narrador repleto de ira y deseos de venganza que me parece hueco y por el que no puedo sentir ninguna simpatía; un narrador que encuentro demasiado a menudo en el terror actual), la autora logra que me resulte aceptable e incluso creíble. Sin embargo, dentro de esta antología hay varios cuentos demasiado convencionales para mi gusto, revisiones de mitos comunes que parecen sostenerse demasiado en la tradición, como el de la casa encantada o el del duende. Esos relatos, como me suele pasar con el terror, me hicieron bostezar.

Hay un regusto amargo y común en muchos de los cuentos: un hastío y un rechazo por los hombres. Casi todas las voces son femeninas, con amigas y confidentes femeninas. Casi todas están hartas de sus parejas, a menudo incluso les desean la muerte o se vuelven iracundas ante las muestras de estupidez o la debilidad de sus hombres (que en los relatos son casi todos inútiles y egocéntricos). Este rechazo a los hombres se cristaliza en el cuento final, el que da nombre a la antología. Normalmente cuando las autoras muestran un rechazo tan simplista y tan plano por lo masculino, tuerzo el gesto y frecuentemente abandono la lectura; pero estos relatos son demasiado buenos para abandonarlos y el particular el último cuento es tan bueno como el primero, y del tipo de terror no formal, no estético, que sí que me llega.

Magnífica antología. No os la perdáis.

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