1.1.13

Uno en Enero

Me gusta la caminata de las mañanas del uno de enero. Aquí en San Fernando casi siempre el cielo está despejado en esta época y acaba habiendo un solazo de impresión, así que da gusto simplemente poner un píe delante de otro y dejar que el ritmo de la radio sea acompañado por el calorcito en la cara.

Pero lo más interesante es dejarse llevar por la sensación de que todo empieza de nuevo y que esta vez se van a poder corregir todos los defectos del año acabado. La radio fórmula normalmente está llena de canciones no ya navideñas, sino de nuevos comienzos o nuevas esperanzas. Se ve a la gente, al menos aquí, haciendo cola en los puestos de loterías o simplemente llevando a los chavales que son demasiado jóvenes aún para haberse pasado la noche de juerga a desayunar a los bares de la Calle Real. Este espíritu de renovación me permite ver cosas que incluso habiendo estado por las mismas calles justo el día anterior no he visto.

Este año la noticia no es buena, la Isla está en venta o en traspaso, así en general. La crisis campa a sus anchas. Sin embargo, de alguna forma las tiendas de toda la vida, esas que llevan varias generaciones en el mismo sitio siguen resistiendo a pesar de todo. ¿Cómo lo harán? ¿Será porque realmente la experiencia de varias generaciones les permite sortear los problemas de la crisis? ¿Será porque tienen más reservas o menos deudas contraídas con los bancos tras varias generaciones de actividad? ¿Será porque al ser las tiendas de toda la vida tienen clientes de toda la vida? Sea por lo que sea, ahí siguen dando continuidad al espíritu de la ciudad.

Otra cosa que me llama la atención es que las parejas que se ven recogerse las últimas suelen ser de gente muy mayor o bien de lo que parecen parejas estables. ¿Las parejas que se forman en una noche como la de ayer acaban la fiesta antes? ¿Terminan la noche de forma más carnal y más discreta? Como no he tenido tal suerte nunca no sé realmente cómo se organizarán.

Recuerdo un primero de enero en el que me levanté muy temprano y, con la fresca, recorrí la ciudad buscando el único cajero que mi banco tenía en aquel entonces en la ciudad, metí mi tarjeta con expectación y saqué mis primeros euros. Me encantó estar en Europa. A ver cuántos unos de enero nos dura aún.

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