Hoy cumplo cuarenta y nueve, o lo que es lo mismo, en este año que entra cumpliré los cincuenta.
2020. Quién hubiera dicho que las cosas iba a ser como son ahora cuando tantas cosas iban a pasar mucho antes: el viaje en el tiempo en 2015, replicantes y coches voladores en el 2019, robots domésticos, naves espaciales, colonias en otros planetas... Por no hablar de que ya sólo faltarían nueve años para que la mayor Motoko Kusanagi ande por ahí con un cuerpo completamente artificial.
Claro que la verdad es que sí que tenemos muchas otras cosas positivas esperadas y no esperadas: fábricas y almacenes completamente automatizadas, una red global de conocimiento que no para de crecer, computación cuántica, clonación, tratamientos médicos que podrían ser personalizados, IAs capaces de pintar como pintores fallecidos o de crear fotos indistinguibles de unas reales de personas que jamás han existido, increíbles avances en biología y ciencia de los materiales.
Supongo que el mundo tiende a ser menos brillante y espectacular como lo podemos imaginar, aunque mucho menos dramático y espantoso como se muestra en nuestras pesadillas. Yo viví una infancia en la que parecía seguro que una guerra nuclear nos barrería de la historia, o que una pandemia mortal destruiría la civilización; cosas ante las que la actual fiebre 'zombie' parece un terror de opereta. Nada de eso ha ocurrido ni parece que vaya a ocurrir (sí, los zombies tampoco); así que alegrémonos por los terrores que hemos superado en lugar de lamentarnos por la gloria que no hemos alcanzando. No tendremos robots domésticos a los que saludar al entrar en casa, pero al menos tenemos cucarachas aspiradoras que sirven de entretenimiento para nuestros gatos.
En cuanto a mí, no voy a negaros que las décadas se notan y mucho, y a veces me recuerdo a mi viejo personaje del EVE, el de la cara seria que os he adjuntado arriba a la izquierda; pero cuando me pongo a escribir se me quitan todas las añoranzas, los arrepentimientos y casi que los dolores.
Repasemos un poco mi 2019. La verdad es que ha sido bastante menos productivo que el 2018, sobre todo porque este año he abandonado (espero que temporalmente), mi actividad en ficción interactiva. Supongo que el final de las Sillyberrys, me ha dejado un tanto alejado de todo eso de la literatura no lineal y exploratoria. Mis actividades (que, sinceramente me parecen pocas para todo lo que había prometido) este año han sido:
- Reordenar este blog creando secciones con relatos, libros, información sobre ficción interactiva y sobre el nanowrimo, que creo que buena falta le hacía.
- Escribir cuentos, incluyendo unos cuantos para varias convocatorias de antología. En algunas entré y en otras no:
- La rendición de Inanna
- Una píldora
- El punto dieciocho
- Conclusiones finales sobre...
- Las jornadas de evaluación
- Ärggston y RD
- y sobre todo 'Recuerdos podados'
- Participar en la antología de 'Ni en un millón de años'. Donde no sólo escribí tres de los relatos, sino que ayudé a la corrección de los demás y, en general, colaboré en parte de la existencia de la antología.
- He escrito el primer borrador de 'Virgins 61' que la verdad es que me ha gustado mucho, aunque aún no sé si saldrá una novela de verdad de ahí o no.
- Y trabajé en 'Cuentos de Hierro y Pólvora' del mundo de los 'Colonos de Tulgia'. Quería haberos traído hoy la noticia de su publicación, pero se ha retrasado un poco por varios temas, así que tendremos que dejarlo para el año en el que cumpliré cinco décadas. Os dejo con una de las ilustraciones que va a incluir, la de la Niña Flores, de la estupenda ilustradora Cecilia G.F. A la que os recomiendo encarecidamente para cualquier trabajo que podáis necesitar.
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