23.11.14

Majid. 18

Día Decimoctavo del mes del Calor del año 208

He vuelto a salir. De nuevo rutina, ejercicio, tratamiento e hipnosis. No es que hayan desaparecido todas las sensaciones extrañas que me provoca el tratamiento. Creo que ya no van a desaparecer, pero no veo nada especialmente grave ni molesto.  Las sensaciones se limitan a cierta incomodidad en lugares oscuros, en donde me parece que hay cosas que me observan y que no deberían estar ahí. Así que he cogido la costumbre de dejar siempre un candil encendido. He hablado con la viuda y está de acuerdo en que deje el candil toda la noche y hemos negociado un precio por todo el aceite que estoy gastando de más.


Día Decimonoveno del mes del Calor del año 208

Hoy he estado charlando un largo rato con un viejo buhonero khin. Venía sólo, sin familia, acompañantes o siquiera guardias que lo acompañasen. He visto otros parecidos en Balidran, con su carromato cerrado, que puede abrirse por un lateral y formar una auténtica tienda rodante, sus bueyes de larga cornamenta y frente peluda. Normalmente tienen de todo un poco pues aprovechan cada parada en cada pueblo no sólo para vender, sino también para comprar lo que esté más barato y pueda ser vendido más adelante. Así que hay una mezcla de cosas habituales que vienen de lugares muy cercanos, con algunas piezas de bastante más valor que de lugares remotos. Este buhonero que se llamaba Hiroke, tenía un buen montón de dátiles, miel y otras cosas de Al Ossi, así como joyería que sí que podrían apreciar en Yarim, pero también tenía en su carro, libros khines de hermosas ilustraciones que deben llevar años con él, y restos aún de valiosas especias, como la canela. Imagino que cuando se vaya de Yarim en los próximos días cargará el carro con botas de piel de cabra y muchos fez.

Lo descubrí justo cuando estaba asegurando el carro junto al Pozo y me empeñé en hablar con él. Fui lo bastante insistente como para que aceptase tomar un té en la casa de la viuda. No traía noticias de Balidran y hace muchos meses que no pasa por mis tierras, pero traía noticias preocupantes de los otros reinos.

Según parece el vacío de poder en el mar interior continúa. Los emires que traicionaron al Sultán, desconfían los unos de los otros, y con frecuencia detienen, interrogan e incluso apresan a viajeros como él acusados de ser espías. La ciudad de los hechiceros, Tamana Bal Omara, sigue en turbulentos juicios tras ser liberada, en donde toda clase de personalidades relevantes de la ciudad son acusadas de colaboración con los adoradores del Señor de la Noche. Hay ejecuciones e incluso ha habido algunas revueltas populares que han acabado en muerte de familias adineradas completas. Los vencedores de la guerra, los rebeldes de Marmud, aunque prósperos, parece que tampoco se libran de problemas. Muerto su rey en la última batalla, el general principal, un nórdico, parece que ha desaparecido sin que se sepa porqué. El hermano mayor del rey, un tal Sephyr que parece ser tener influencia pirata, actúa de manera inteligente pero algo despiadada, y ha estado menoscabando la autoridad de sus jeques para centralizar el poder en su persona. Y finalmente, en las praderas del norte de Dacca y del sur de Tamana, bandas de forajidos, desertores de todos los ejércitos, campan a sus anchas como asaltantes, cuatreros e incluso nuevos esclavistas.

Esto último, los desertores transformados en forajidos, lo he vivido en cruda primera persona, pero no deja de ser triste que toda guerra, por importante o justificadas que sean las intenciones de los bandos en contienda acabe siempre en enfermedad, hambre y violencia. Mi tío, tiene suerte de estar muerto, así no ha visto cómo todo el mundo que conocía, cómo la fidelidad que le debía al Sultán incluso por encima de la que le debiese haber tenido a su rey, se ha desmoronado en esta suerte de caos abandonado de la mano de Dios.

Estoy de ánimo melancólico. ¿Será la medicación? Sí, debe serlo, a fin de cuenta me afecta lo suficiente como para hacerme ver visiones, y por lo que puedo releer en este mismo diario, hacerme ver una esperanza y una belleza que probablemente nunca estuvo ahí; excepto la de Djamila, que sigue a mi lado.

Día Vigésimo del mes del Calor del año 208

Si la intención del tratamiento es que me convenza de que voy a vivir, entonces no está funcionando porque me estoy sumergiendo más y más en la melancolía. Así se lo he dicho a Massud antes de la sesión de hipnosis. Este me ha dicho que es un proceso, que debo tener paciencia, pero no la he tenido y he montado en cólera.

Massud me ha examinado y me ha dicho que tal vez deba ajustar un poco el tratamiento. Y que incidiría menos durante la hipnosis en elementos negativos y más en positivos.

De momento no me ha cambiado el tratamiento, pero sea lo que sea que haya hecho durante la hipnosis ha ido mejor, porque esta tarde me siento más ligero y más contento.

Veremos que va sucediendo.


Día Vigésimo tercero del mes del Calor del año 208

Para sorpresa de todos hace bastante calor. La temperatura ha estado subiendo mucho durante los últimos días, casi como si el mundo tuviese prisa por recuperar el tiempo perdido en un invierno larguísimo y quisiese derramar todo el calor del verano y de la primavera todos juntos estos días.

Hoy no hemos tenido sesión de hipnosis, porque Massud ha querido hacer pruebas con los efectos de diversas alternativas a mi tratamiento. No me ha dado de comer fragmento de plantas, ensaladas de la mente, como las llama, pero me ha dado de beber pequeñas gotas de esencias y tenía que explicarle los efectos que sentía.

Ha sido espantoso. En algunos casos he pasado casi una hora con dolores imaginarios, pero insoportables. En otros casos era lo que veía lo peor. Una de las veces mi piel explotaba y de ellas salían millones de hormigas. En otro de los casos, vi cómo la cara de Djamila se descolgaba dejando descubrir un monstruo rojo de sangre y de ojos negros como la piel de una cabra nocturna. No he podido regresar a la casa de la viuda por mi propio pie y hemos tenido que parar tres veces para que vomitase.

No sé cómo tengo fuerzas para escribir estas letras, sobre todo sabiendo que mañana continuaremos con más pruebas.


Día Vigésimo cuarto del mes del Calor del año 208

Casi no dormí anoche, porque toda clase de sonidos y sombras se arremolinaban en la oscuridad de mi habitación, y la llama del candil amenazaba a apagarse cada segundo. Cuando finalmente se ha hecho de día, Djamila ha venido a llevarme a desayunar, pero no he podido. Toda la comida me sabía amarga y desagradable.

Tan sólo la visión de la cascada que hoy parecía más que nunca un dechado de color, me ha animado.

Y el resto del día ha sido una tortura. Ni siquiera voy a describir las cosas que me ha hecho ver las pruebas de Massud. No me extraña que su hijo acabase loco y se quitase la vida. No sé si me estaré volviendo loco yo mismo.

Al final, Massud, ha quedado satisfecho con una de las pruebas y me ha mandado de vuelta a Yarim con una nueva receta de la ensalada para el alma. No sé si quiero seguir con esto.


Día Vigésimo octavo del mes del Calor del año 208

He hecho estos días lo que todo paciente le hace a su médico alguna vez, rebelarse, evitar el tratamiento. Pero lo cierto es que las visiones empeoraron y parece ser que hasta perdí momentáneamente el control, no ya de mi cuerpo, sino de mi pensamiento y estuve corriendo por el campo completamente desnudo, posiblemente comportándome como una oveja.

Cuando me desperté, Djamila estaba junto a mí llorando y pidiéndome que confiase en Massud, y en el tratamiento. Empecé a comer su ensalada del alma, más por Djamila que por otra cosa, pero mira por donde parece que esta vez el viejo ha acertado. Aquella noche dormí profundamente y sin pesadillas. No es que hayan desaparecido las visiones, en realidad, no deben desaparecer o el efecto de la hipnosis sería mucho menor y mis posibilidades de sanar se desvanecerían, pero ahora casi todo lo que veo es hermoso y brillante.

La cascada resplandece. Las joyas brillan con cada rayo del sol. La mezquita se ilumina cada mañana como si realmente Dios viviese en su interior. Los bordados del thoba de Djamila parecen más de magia pura que de plata. Y su pelo, cuando se escapa de su recogido no parece despeinado, sino bailando al son de un corazón compartido.

Parece que ahora las cosas vuelven a su cauce. Esta noche, antes de echarla de mi habitación para escribir estas líneas la he besado en la boca y la he dicho que la quiero. Ella ha sonreído, aunque con una lágrima detrás de sus ojos.

No la he dejado hablar, ni le he dado tiempo de ponerse a llorar. Si todo va bien, tendremos tiempo de sobra para ambas cosas. Si todo va bien, y si no, mejor quedarse con las cosas hermosas, mejor dejar que te embriague la belleza de la cascada cálida de agua pura e ignorar que algunas veces aún las sombras parecen habitadas por cosas que tienen dientes y cuernos.
Día Vigésimo noveno del mes del Calor del año 208

Ella está contenta y eso me da fuerzas. Y con esas fuerzas regreso a la rutina de mi sanación, caminata, más caminata, ejercicios, y la tarde perdida en la hipnosis de Massud. Esta vez casi que he podido entrever algo soñado durante la hipnosis en lugar de la pérdida completa. Había escenas intensas en las que estaba Djamila menos vestida de lo habitual.

Mientras regresábamos a la casa, no me he podido contener y la he apretado contra una de los muros de separación entre pastos. Ella se ha resistido primero en su sorpresa. Pero cuando he empezado a besarla me ha contestado, ansiosa incluso. Y así, bajo el cielo estrellado, en una noche acalorada, nos hemos deshecho de la ropa y de la prudencia.

Ella ya no podrá ir pura a ningún matrimonio y yo ahora no sólo tengo el deseo, sino la obligación de vivir para poder plantearme en serio el formar una vida con ella.


Día Trigésimo del mes del Calor del año 208

Me sorprende la capacidad de Djamila de comportarse con normalidad después de lo que pasó anoche. Durante todo el día se ha comportado con normalidad. Yo pensé que, bueno, no sé qué pensé. Ayer no pensaba, sólo la deseaba y la tomé. Y para ser justos, creo que debo decir que ella se entregó.

Dado que no ha habido ninguna señal de que algo diferente hubiese ocurrido, todo ha seguido la rutina habitual de ejercicios, comida e hipnosis. En el regreso le he cogido la mano, y he hecho ademán de atraerla hacia mí, pero simplemente se ha separado. La he mirado pero ella no lo ha hecho así que la he soltado.

Así que aquí estoy agitado, escribiendo a la luz de ninguna luna y con un candil que…

Ella acaba de entrar en la habitación, ha dejado caer su liviano thoba de verano y se ha metido en la cama.

Día Trigésimo cuarto del mes del Calor del año 208

Esta semana de luna negra, ha resultado ser de noches vibrantes. Cada noche Djamila y yo nos dejamos llevar la pasión. Ahora conozco rincones de su cuerpo que de pocas más mujeres he conocido. Ella llega a escondidas cuando todos los demás duermen. Me invita a disfrutarla y desaparece mucho antes de que yo me despierte, mucho antes de que nadie se despierte en la ciudad.

Día Trigésimo séptimo del mes del Calor del año 208

Temo que al acabar esta fase oscura de la luna, esta fase apasionada de mi vida acabe también. Creo que nos hemos precipitado. Yo aún no sé si voy a vivir, y yo.. yo no sé si estoy siendo justo con ella, porque, ¿realmente la amo o es pura pasión por su belleza y juventud? Sé que hay diferencia entre ambas cosas, sé que tiene que haber diferencia, y sé que no es posible conocer el amor tan rápido como en nuestra historia.

Si siempre he negado la posibilidad de tener una vida con una mujer porque no quiero dejar una viuda como mi madre, ¿por qué ahora me he dejado llevar? ¿Cómo no dudar de mi propia mente y de mis sentimientos si un doctor juega con ellos con una ensalada de hierbas enloquecedoras y sesiones de misteriosas hipnosis? ¿Cómo una mujer como Djamila tan fuerte y bella puede siquiera haber aceptado entre sus piernas a un enclenque moribundo como yo?

Por lo que sé, todo esto, hasta el trazo de la tinta sobre este papiro, podría ser una ensoñación producto de una sesión de hipnosis. Tal vez ella nunca ha entrado por las noches entre mis sábanas ni se desliza de ellas antes de que el sol salga. Tal vez los senos que acaricio cada noche, la suavidad de su piel, el olor intenso que huelo en su cuello, el dulce néctar que bebo de entre sus piernas, tal vez todo eso no sea más que una alucinación producto de la ensalada del alma de Massud.

¿Qué más da? ¿Cómo podría saberlo? Incluso sería posible que nunca hubiese superado aquel ataque que tuve en esta misma casa, tal vez morí y soy un espíritu que, viviendo en el purgatorio de los pecadores, aún busca un camino hacia la luz de Dios. Aunque, yo sé, que no puedo estar muerto, porque siendo el pecador egoísta que he sido toda mi vida, la otra vida tan sólo me deparará el sufrimiento helado del infierno, y no noches ardientes de calor y placer con Djamila.


Día Trigésimo noveno del mes del Calor del año 208

Anoche tuve una pesadilla terrible. Soñé que me despertaba en mitad de la noche. Todo estaba a oscuras y aún quedaba mucho para el amanecer. Sin luna ni luces Yarim era un pozo de sombras. Djamila no estaba en mi cama, aunque su olor aún permanecía en las sábanas. Salía a mear al patio, pero me daba cuenta de que algo extraño pasaba. No había ningún sonido. Siempre hay algún sonido en Yarim. Si no es la gente, es el ganado, que apagan el silencio ya  con berridos ya el escandaloso ruido de sus cencerros. Y si no siempre está el rugido de la cascada. Pero en mi sueño nada sonaba.

Extrañado salía hasta la plaza del Pozo y podía ver que las Lágrimas se habían ido y que de dónde sale el agua, un agujero, de más o menos un metro de alto, estaba levemente iluminado como si alguien hubiese llevado candiles allá adentro. No existe, por supuesto, pero en mi sueño una escalera tosca y estrecha subía hasta aquel agujero, así que atemorizado pero más sorprendido, subía las escaleras hasta el agujero. El agua lo hacía resbaloso y era difícil caminar, pero el sonido de unas voces y la triste melodía de una canción oscura llegaban desde el fondo.

En mi sueño seguí a aquellos sonidos hasta una cámara amplia, que se apartaba del curso del agua por unos metros. Una chimenea alta y cavada en la roca de la montaña, bajaba el cielo estrellado y se llevaba el humo de una fogata que era la única luz que los iluminaba a todos. El lugar tenía un olor desagradable, no apestoso, pero rancio; y todo el suelo estaba repleto de huesos, huesos quemados. Había más de un centenar de personas allí dentro. Repetían una letanía mientras agitaban el cuerpo en un baile que no era tal, sino más bien apareamiento simulado, al son de una voz que cantaba y que no podía ser otra que la de Afzal, el juglar de los leñadores, y de los tambores que sonaban desde el fondo de la cámara. Todos hombres y mujeres, bailaban encapuchados, no con una simple capucha para cubrirse de la lluvia o en una tormenta de arena, sino de una grande y profunda que ocultaba completamente sus rostros. Ellos vestían una túnica negra, ellas vestían un thobe con bordados tan negros como la tela. Y el cantor, el que sonaba como Afzal, cubria su cabeza con una cabeza de cabra de madera, con larguísimos cuernos.

Yo los miraba tan fascinado como asustado. Y entonces todos se desnudaron, quitándose toda la ropa excepto las capuchas y empezaron a tener sexos unos con otros en un desenfreno que distinguía hombres de mujeres, y que bien podría no distinguir extraños de familiares. Había cuerpos de todas clases, jóvenes y viejos. Robustos y blandos. Tanto podían pertenecer a musculados leñadores, como a niñas aún lejos de ser mujeres. Cuando entre aquel desenfreno me pareció ver el cuerpo desnudo de Djamila, haciendo el amor con un joven menudo pero de recia musculatura que bien podría ser Jalal, no pude contener un grito de frustración ni pude, en mi sueño, dejar de abandonar mi escondite.

En ese momento el canto, así como toda la concupiscencia se detuvieron de golpe y montones de ojos cubiertos por capuchas me miraron. Vi el brillo de varias ak’jambia aparecer en la cámara. Viendo que mi ira iba a llevarme a la muerte, en mi sueño salí corriendo por el túnel del agua, tropezando y cayendo varias veces. Entonces un atronador sonido rugió a mi espalda, y en muy poco tiempo las Lágrimas me alcanzaron y me expulsaron del túnel con tremenda violencia.

Mi último recuerdo del sueño fue verme caer hacia el Pozo justo antes de despertar entre sudores. Djamila aún dormía a mi lado, y se quejó de que no la dejase dormir. Me dolía el cuerpo como si realmente hubiese caído hasta el Pozo, pero le besé la nuca y la dejé dormir.

¿Habrá cambiado el nuevo tratamiento las visiones en vigilia por pesadillas en mis sueños?


Día Primero del mes Sagrado del año 208

He tardado un poco en confesarle a Massud el extraño sueño que tuve y que incluso me ha dejado algunas secuelas físicas. Por supuesto, no le he desvelado que estoy acostándome con Djamila, así que él ha achacado el contenido sexual del mismo a mi necesidad de mujer. Incluso me ha recomendado que baje a Al Ossi y pague por compañía femenina, ya que en el pueblo, me iba a resultar difícil encontrar a alguien dedicado a la profesión y que estuviese a la altura de los gusto de un joven. Ni siquiera me he atrevido a preguntar quién está dedicado a la profesión aunque no sea tan joven como para satisfacer mis hipotéticas necesidades.

Ha añadido a la ensalada, unas plantas que supuestamente deberían darme noches tranquilas y sin sueños. De momento así ha sido en la primera noche.


Día Tercero del mes Sagrado del año 208

Han mandado a Djamila a pasar una temporada a un pueblo cercano llamado Heria, en teoría porque una de sus primas de allí, está a punto de parir y ella ha dicho que con lo que ha aprendido estas semanas conmigo y con Massud tal vez podría ser de utilidad. Sinceramente no creo que haya aprendido casi nada en tan poco tiempo, y no dejo de preguntarme si no será que la viuda ha descubierto nuestra aventura y quiere alejarla de mí.

Ella se ha despedido de mí contenta e incluso me ha dado un beso en la mejilla como despedida, pero verla partir, sobre todo acompañada por Jalal, me ha dejado un mal cuerpo que ha devenido más tarde en un ataque leve de los dedos de la mano izquierda. Desde que soñé que los dos participaban en una orgía secreta e impía, no he podido mirar a Jalal sin sentir fuertes celos injustificados.

En teoría regresará en unas dos semanas. Se me va a hacer muy árida mi cama durante esos veinte días.



Día Quinto del mes Sagrado del año 208

Este tiempo sin Djamila se me está haciendo mucho más largo de lo que ya temía. Me había acostumbrado a su visita cada noche. A oler su pelo, a acariciar sus curvas y lamer su rincón más íntimo. Me había acostumbrado a diluir mis problemas fundiéndome completamente con ella, noche tras noche.

Ayer, la viuda insistió mucho en hablar de mi estado civil, y sobre mis intenciones para el futuro. Si aceptaría trabajar con el viejo, si tenía intención de regresar a Balidran, que si tenía allí alguna hija de un jeque prendida de un médico famoso esperándome, que si tal y que si cuál. En definitiva sólo le faltó preguntarme sobre para cuándo tenía pensado pedir a Djamila en matrimonio, ya que llegó a ser tan clara como para preguntarme sobre las costumbres de la dote en mis tierras. Ahí estuve bastante despierto, aunque es falso, les dije que en Balidran es justo al revés que en el califato de Al Jorath, y que es el hombre el que aporta dinero a la familia de la novia, a cambio del privilegio de poder casarse con su esposa. Si me creen, y si me decido a intentarlo con Djamila, aunque no sobreviva al menos les dejaré algo de dinero y no deudas, por pagar un ajuar que sé de sobras que la viuda no puede pagar.

Las hermanas mayores de Djamila, por otra parte, dejaron caer que es bastante inadecuado en cualquier parte que una mujer se case sin que sus hermanas mayores lo estén. Ya me resulta complicado imaginarme realmente viviendo con ella, así que se olviden de la posibilidad de que me case con las tres hermanas. Eso ni pensarlo.

Tal vez lo más sensato sería hacerle caso a Massud y marcharme hasta Al Ossi y aplacar mis necesidades de hombre con alguna mujer de las que lo hacen por dinero; así tendría una excusa que contarle al viejo sobre mis sueños calientes, y no tendría que soportar un interrogatorio par el que no estoy aún preparado. Eso sería lo más sensato, pero la mera idea de no serle fiel se me hace intolerable.

Día Séptimo del mes Sagrado del año 208

Nunca he sido una persona pía, creo que ya lo he dicho en muchas ocasiones en este diario. No he rezado demasiado desde que bajé de las montañas, pero creo que este es el mes Sagrado en los que mis pensamientos han sido menos sagrados de toda mi vida. Todas las noches se llenan de la ausencia de ella, y a duras penas puedo no dejarme llevar y decirle a todo el mundo que su ausencia me está destruyendo. Cada mañana me resulta casi intolerable resistir las ganas que tengo de decirle a la viuda, que de acuerdo, que me comprometeré con ella, que yo pondré la dote, que la llenaré de joyas y que dejaré una larga prole de Kamajs condenados a morir tras de mí, lo que sea, pero que me la traigan de vuelta.

Para aplacar estos calores, en lugar de irme hasta la sede del jecado a refocilarme con mujeres públicas me he dedicado a desgastarme físicamente. Eso será bueno para mi tratamiento y en teoría hace bien, aunque de momento no he notado la diferencia.

Hoy se lo he contado a Massud, que se ha reído mucho a mi costa. Ha estado por ejemplo, contando lo guapo que voy a estar con la ropa local el resto de mi vida, o lo buen pastor de cabras que voy a ser. Cuando le he rogado que parase, que me estaba doliendo, él me ha preguntado por qué si no había mejor que la pasión correspondida, y que Djamila es una mujer que me conviene enormemente. Entonces se han abierto las compuertas de mis temores, y le he soltado todo lo de las viudas de Kamajs, lo de ver a mi madre con los cuadros de sus fallecidos, y todos esos temores que me persiguen.


Cuando hemos terminado estaba llorando como no debería ningún hombre. Massud me ha preparado una infusión y me ha dicho que esta tarde he hecho por mí mismo más de lo que han hecho en muchos días sus sesiones de hipnosis. Le he preguntado que si de verdad puedo vivir, y él sonriendo me ha dicho que hasta ahora tenía dudas que pero que ahora ya no, que puedo vivir.

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