29.11.14

Majid. 21

Día Trigésimo del mes Sagrado del año 208

La cosa está ya más o menos clara. Los detalles de lo que aportaré al matrimonio han quedado fijados. La casa en la que viviremos ya la he pagado y mañana mismo empezaremos a adecentarla al estilo yarim, lo que implica que limpiaremos, encalaremos, repondremos el techo y compraré tan sólo una cama para los dos y una olla grande para cocinar. Al parecer se considera inadecuado que una pareja empiece a vivir con nada más. Deben esperar que la pareja sólo se dedique al principio a comer y a fornicar, lo que tampoco me parece mal plan. El vestido que llevará ella a la boda así como las joyas, están ya encargados en Al Ossi. Ya conocemos quién irá a la boda y cuántos cabritos tenemos que cocinar. Muchas mujeres del pueblo han visto con buenos ojos la boda, al parecer porque les gusta mucho la idea de tener un hakin más joven por aquí, así que al parecer vamos a tener dulces y otros complementos a la carne de sobra en el banquete. Algunos jóvenes tenían el ojo echado a mi morena, así que según la tradición debo organizar una fiesta grande antes de la boda para compensarles, ya que todos dicen que ella aún era muy joven y que de alguna manera no he sido cortés. Creo que quieren decir que no había forma de que compitiesen con un doctor rico de ciudad. La cosa es que tengo que pagar una fiesta más, con mucha leche fermentada, música y bailes, a los jóvenes casaderos. Hemos quedado en que la fiesta será el día cuarenta de este mes.

La boda ha quedado fijada para el mes de las hojas, aún queda algunos detalles, así que no es seguro si será la segunda semana o la tercera. La viuda, mi futura suegra, ha estado midiendo el prado de la higuera y decidiendo dónde va a colocar qué mesas y todos esos detalles. Así que como he dicho la cosa está ya más o menos clara. ¿Quién lo hubiese siquiera imaginado cuando llegué a Yarim?

Anoche tuve una punzada de culpabilidad. De pronto me di cuenta de que no voy a llevar a nadie de mi familia a la boda. Ni siquiera a mi madre. Sé que mi madre habría estado muy contenta de ver cómo me casaba. Estuve a punto de decirles a todos que se retrasaran todos los preparativos para que mi madre pudiese llegar desde el valle hasta aquí, pero es absurdo. No sólo porque todo está ya en marcha, sino porque hay una distancia enorme desde mi pueblo hasta aquí. Y el camino no es sencillo para nada. Yo mismo he estado a punto de morir en el camino, simplemente no es un viaje al que quiera que mi madre se enfrente. No. Pero está claro que tendré que ir con Djamila hasta allí, en cuanto las circunstancias lo permitan.

Massud hoy me ha dicho de suspender el tratamiento al menos hasta que termine la boda, para que no nos arriesguemos a que alguna alucinación desagradable nos lo estropee, todo. Imagino que está pensando en que de pronto al intentar besar a Djamila le vea ojos de demonio y lengua de lagarto. Pero mis visiones con Djamila son hermosas, nunca de pesadilla, así que le he dicho que no, que prefiero no arriesgarme a que la enfermedad retome todo lo que hemos conquistado hasta ahora.

Día Trigésimo segundo del mes Sagrado del año 208

Ayer no escribí nada porque cuando me disponía a sentarme tuve un ataque de la enfermedad. Los dedos de la mano derecha empezaron a moverse por su cuenta, primero impidiéndome coger la pluma y el afilador, pero luego se retorcieron hasta el punto del dolor. Intenté no gritar por no asustar a nadie –era ya tarde, y todos estaban dormidos- pero no lo pude evitar. El dolor era demasiado intenso.

Entonces pasó algo extraño pero también hermoso. Djamila entró en el cuarto portando un candil, y tras dejarlo sobre mi mesa de trabajo, tomó con sus dos manos mi mano derecha. En ese momento estaba tan avergonzado como dolorido y asustado. No me gusta nada que ella vea la enfermedad. Ella agarró con cuidado pero con firmeza los dedos, los colocó uno a uno sobre su mano izquierda y luego apretó la mano derecha sobre ellos. Tuve un instante de gran dolor, y grité, pero ella sostuvo la mano con fuerza. Luego besó la punta de los dedos una a una, y el dolor, el movimiento involuntario fue desapareciendo.

Cuando el ataque desapareció, yo estaba sudorosos y las lágrimas caían por mis mejillas. Ella limpió las lágrimas y me besó. Me arrastró hasta la cama e hicimos el amor. No ha sido nuestra mejor noche, pero tengo claro que es una que nunca olvidaré. Cuando acabamos, ella, sonriente, me volvió a besar y me dijo que si iba a montar tanto escándalo por no tenerla en la cama estaba dispuesta a seguir haciéndolo un poquito mal de vez en cuando.

Luego se marchó, se escabulló más bien, pero no me importó. Había pasado del dolor más intenso al placer más deseado, así que simplemente me dormí acunado por la felicidad.

En cualquier caso estos dos días, más allá del ataque, han sido alborotados pero poco importantes, más y más detalles para la fiesta con los solteros y más y más detalles para la boda. Parece que nunca se han de acabar los detalles de ninguna de las dos cosas.


Día Trigésimo cuarto del mes Sagrado del año 208

Ayer Jalal y otros solteros me llevaron de casa en casa, en teoría a que probase las diversas calidades de leche fermentada para que escogiese la que vamos a beber en la fiesta de dentro de seis días. Pero ha sido una excusa para beber y para hacerme quedar en ridículo.

Como a la sexta casa ya no era capaz de distinguir una leche fermentada de otra. No sé qué le ponen los yarimes al kumis, pero desde luego no es la receta normal. Nunca he visto a nadie borracho de kumis, excepto aquí. Tal vez es por la leche de tricornia que se usa, no lo sé, la cosa es que llegado a la casa décima empezó todo a darme vueltas y no sé cómo esta mañana me he despertado en el campamento de leñadores del Valle de las Ruinas. ¡En el Valle de las Ruinas! Encima estaba desnudo y Almeis, uno de los pastores amigo de Jalal,  dormía casi desnudo babeando sobre mi pecho. Prefiero no imaginar lo que habrá pasado durante esa noche. Y, la verdad, empieza a darme miedo lo que pueda pasar durante la fiesta del día cuarenta, cuando haya mucha más bebida, comida y todos los jóvenes del pueblo.

Cuando me he incorporado apartando a Almeis, he visto que casi todos andaban por alrededor en parecidas circunstancias, pero al poco ha aparece Jalal, fresco como una rosa y llevando un buen desayuno. Nunca he sido de mucho apetito y menos después de una buena fiesta, pero ese desayuno me supo a gloria. No sé cómo hacen este kumis, pero aunque emborracha y mucho, parece que no deja demasiadas secuelas por la mañana.

Al final, hemos escogido un kumis que ya tenía Jalal en mente. Me ha dado la oportunidad de escoger, pero yo no podía tener opinión. Me ha preguntado tantas veces que he tenido que reconocer que a partir de la sexta casa ya no distinguía una bebida de otra. Se ha reído un buen rato, pero no les ha dicho nada a los demás cuando se han ido despertando.

Mientras esperaba a los demás he tenido tiempo a pensar un poco en estos últimos días. Mirando al viejo tiempo solar me ha embargado la necesidad de estar seguro de lo que estaba haciendo, la necesidad de reflexionar. Todo ha sido demasiado rápido y atropellado, y, sin embargo, allá arriba, sentado sobre una piedra fría y musgosa, con las casas de los ídolos paganos ya derruidas  y las tumbas de los hombres a pocas decenas de metros de distancia, la certeza de que deseo casarme con Djamila, la seguridad de que tener una vida junto a ella, e incluso tener hijos, aunque no pueda curarlos y alguno sufra la enfermedad hasta su muerte, es mi destino en este mundo.


Día Trigésimo quinto del mes Sagrado del año 208

Lo de la fiesta acaba de dar un vuelco. Massud dice que si no sabemos ser ni medio comedidos en la bebida, que el mismo se encargará de que lo seamos. Que no piensa permitir que Djamila se quede viuda antes de la boda, ni perder a un paciente porque se despeñe por ahí haciendo el cabra. Así que se apunta y además exige que se celebre en su propia casa.

Yo le he dicho que sí. Me atemoriza un poco lo que puedan hacerme estos y lo que pueda hacer yo mismo con la mezcla del kumis y el tratamiento.

Los jóvenes a los que tengo que invitar no han estado tan a favor, pero han tenido que reconocer que Massud aunque no sea un ‘joven casadero’ casadero sí que es aún y que en justicia también tenía que invitarle. Jalal además les ha recordado que el viejo tiene ocultas toda clase de cosas raras que con el kumis igual acepta enseñarnos. Se refiere a una pequeña colección de fetos deformes de oveja y cabra que tiene guardados en conservante. Nunca me han llamado mucho la atención esas cosas, pero supongo que para estos pastores ver un feto de cabra con dos cabezas o un solo ojo será muy impresionante.

Por la tarde cuando he ido a por mi sesión de hipnosis, le he dicho a Massud que estaban de acuerdo en celebrar la fiesta en su casa y me ha dicho que era lo mejor, pero que no me iba a librar de ayudarle a organizarlo todo ni a guardar las cosas valiosas que se pudiesen romper.

Hemos quedado mañana, para que le ayude a prepararlo todo.


Día Trigésimo sexto del mes Sagrado del año 208

Creo que el viejo me ha vuelto a engañar. Cuando he llegado esta mañana para ayudarle con los preparativos de la fiesta me ha enseñado un buen montón de cosas sin ordenar ni clasificar, sobre todo notas, papeles y muestras de planta; y me ha dicho que antes de ponernos a guardar todo eso en cajas habría que organizarlo todo.

Nos va a llevar días clasificar todo esto. Se trata del desorden acumulado durante años. Cuando se lo he dicho, me ha dicho que tenía razón y que tal vez debería venirme a vivir con él unos cuantos días. Pensé que estaba bromeando, pero me ha mirado con cara muy seria. No le he dicho nada más. Me he puesto a ordenar y él, encima, me ha dejado a sólas mientras iba a por las cajas que vamos a usar.

Por la tarde Jalal, que ha pasado por allí, para empezar a traer la primera ánfora de kumis, me ha explicado que probablemente el viejo esté confabulado con la viuda, que querrá apartarme de su casa hasta que la boda se celebra. Y luego me ha dicho que en realidad no está nada bien que la novia comparta cama con el novio antes de la boda. ¿Es que lo saben todo de todos en el pueblo o qué?

Está bien, jugaré con las reglas de aquí, pero no sin resistirme un poco. Esta noche he vuelto a la casa de la viuda, y le he dado señales bastante claras a mi prometida de que la deseo a mi lado para dormir. Aquí estoy esperando, supongo que en definitiva sólo puedo jugar con las reglas de ella.

Día Trigésimo octavo del mes Sagrado del año 208

Tras una noche hermosa que ha sabido a mi primera auténtica victoria en años, he aceptado las condiciones no declaradas de la viuda y me he venido a casa de Massud a pasar los siguientes días, es decir los larguísimos días –porque me van a resultar larguísimos- desde ahora hasta que duerma en mi propia cama con mi esposa.

Me he traído los dos cuadernos, las tintas y todo lo necesario para escribir. Si voy a estar ordenando todo este barullo del viejo, al menos aprovecharé para copiar todo lo que me interese.

A parte de ordenar y guardar, hemos estando segando una buena parte del pasto de detrás de la casa. Hace bueno y se va a estar muy bien a la fresca de la noche, bajo las estrellas. Vamos a hacer unas fogatas grandes para hacer cabrito a la parrilla, beberemos kumis, y pondremos también unas fuentes de ensalada y fruta.

Esta mañana he cerrado el apartado de música. Afzal vendrá a la fiesta y le pagaré un dinerillo para que nos deleite y avergüence con unas cuantas canciones muy subidas de tono. No sé qué me pasa con el cantante. No hay ni una vez que no hable con él y lo vea extraño. Hoy no parecía estar afectado por visiones hasta que miré su sombra, y ahí estaba, aspecto caprino, grandes cuernos, patas de animal… qué escalofrío.


Día Trigésimo noveno del mes Sagrado del año 208

A duras penas pero hemos conseguido meter todo lo que al viejo le preocupaba que se rompiera, en cajas y en una zona seca y protegida de lo que en una casa normal de Yarim sería la casa de las cabras. Ahora tenemos dos zonas diáfanas en las que beber, bailar y criticarnos unos a otros –aunque supongo que sobre todo serán chanzas hacia mí. Una fuera, en la parte de atrás de la casa, en la que mañana por la mañana vamos a montar lo necesario para hacer varios cabritos a la vez, y dónde hemos clavado la mayor parte de las ánforas de kumis, y otra en la casa, más al abrigo, y por si a alguno le sienta mal la bebida.

Hemos preparado también una parte bastante más lejos de la casa para que la gente pueda hacer sus necesidades. Además lo hemos señalado con pintura amarilla sobre el murete para que todo el mundo pueda encontrarlo incluso si está muy afectado por el kumis, visto lo visto, mejor así.

Estoy un poco nervioso. Nunca he sido un tipo de muchos amigos, ni de fiestones como el que vamos a tener mañana, así que estoy nervioso. Sé que me van a fundir a críticas de bromas y quiero quedar bien, no sólo por mí, sino también por ella, que en el pueblo no puedan decir que el joven doctor no tiene lo que debe tener un hombre. Aunque en realidad no tengo ni idea de lo que por aquí creen realmente que debe tener un hombre de verdad. Ovejas probablemente, o cabras.



Día Segundo del mes de las Hojas del año 208

No sé cuántas líneas voy a poder escribir. Me tiemblan los dedos y la tinta se congela cada poco. Tengo que calentar el tintero sobre el candil directamente para poder escribir, y el candil mismo se apaga constantemente, incluso aunque lo he rellenado con el alcohol de limpiar heridas.

Es difícil resumir todo lo que ha estado pasando estos días. La mañana del día cuarenta llegaron a casa de Massud, demasiado temprano, gente con ganas de juerga; pero se portaron bien, nos estuvieron ayudando con los preparativos. Como al medio día estábamos haciendo la primera comida y comiéndonos un cabrito. Por la tarde llegó Afzal, y empezó a cantar y tocar una especie de laúd. La noche cayó enseguida sobre nosotros al esconderse el sol tras las montañas. Y la fiesta estaba bien, animada, y yo no tan avergonzado como cabía imaginar.

Voy a por más alcohol.

Es increíble el frío que hace.

No se limitaron a lanzarme pullas. Me obligaron a bailar, me mantearon, y, muchas cosas más. Entonces de pronto, empezó a hacer fresco. Sin que nos pusiésemos, de acuerdo, casi todos entramos en la casa para seguir la fiesta dentro. Y así fue durante un largo tiempo, pero entonces algunos de los que estaban fuera empezaron a decir, que pasaba algo extraño. El cielo se había vuelto completamente negro. Un viento del norte muy fuerte estaba soplando y estaba empezando a nevar. ¡El último día del mes Sagrado del Sol!

Metimos en la casa lo que quedaba de comida y las ánforas de kumis, pero nos dolían los dedos, y algunas ánforas ya estaban empezando a congelarse. ¡A congelarse!

Cerramos las puertas y las ventanas, y Massud hizo lo posible para que continuase la fiesta. Encendimos un gran fuego en la chimenea de Massud, pero pronto se vio que no era suficiente. En realidad, no sólo era frío, era… no, es más adecuado decir es, es algo más. Las llamas se hacen pequeñas ante esto que ha estado pasando y la leña se apaga como si estuviese húmeda.

Algunos salieron para intentar regresar a sus casas, pero tuvieron que regresar diciendo que si hubiesen seguido estarían congelados. Otros empezaron a preocuparse no sólo por sus familias, sino por sus rebaños. Uno dijo que si Massud tuviese rebaños podríamos calentarnos con las ovejas, y así es como acabamos todos muy pegados y debajo de mantas. Descubrimos que la leña no había forma de que ardiese, pero que el alcohol de curar heridas sí ardía, aunque trémulo, y eso es lo que hemos estado usando para descongelar el kumis que es lo que nos ha mantenido calientes, beber kumis y temblar.

Mis visiones han vuelto, como cabía temer ante una situación así. Veo cosas extraña entre los que nos refugiamos aquí. Sombras y deformidades. Y también fuera, cuando miro al exterior, las volutas de nieve no parecen tales, sino garras, garras de nieve y hielo que estuviesen intentando desgarrar el mundo.

Lo dejo, escribir empieza a resultar imposible.






Día Tercero del mes de las Hojas del año 208

El frío continúa, y Massud y yo estamos teniendo que atender a varios de los invitados a la fiesta que parecen afectados por este frío intenso. Pero tengo que escribir algo muy extraño que ha pasado hoy. Sobre la hora del almuerzo, hemos escuchado unos aullidos fuera y luego unos gruñidos.

Fuera, en el prado de delante de la casa, un perro pastor estaba olfateando como si buscase una pieza de caza. Sólo que no era un perro normal. Menyal, uno de los jóvenes, lo ha reconocido como uno de sus perros, Sherja, pero estaba deforme. Su cabeza era desproporcionadamente grande, así como su boca y sus dientes. Y parecía cubierto de una nieve que se le hubiese pegado a la espalda. Menyal ha intentado salir a ver si podía ver qué le pasaba y Sherja se ha abalanzado sobre él. Su no hubiésemos estado todos creo que lo hubiese desagarrado hasta la muerte.

A base de golpes con palos hemos derribado al animal, y hemos llevado a Menyal mal herido a dentro.

Unos diez hombres no han querido esperar más y se han ido en un grupo a ver qué pasaba ahí fuera. Se han llevado mantas, pero si no consiguen abrigos e invierno no sé si llegarán a las casas más próximas.

Voy a atender a Menyal.

Día Quinto del mes de las Hojas del año 208

Ayer el frío bajó de intensidad. Massud y yo estamos en el núcleo de Yarim. Cuando bajamos hasta aquí descubrimos que algunas personas se habían puesto enfermas, algunas de puro frío, pero parece que hay algo más. Están frías, demasiado frías, y tiemblan, pero va más allá de una hipotermia.

Djamila es una de estas personas. Me cuesta escribirlo.

Tienen el pulso acelerado y el corazón está tan agitad que deberían estar rojos, con la sangre en superficie de la piel, como si estuviesen corriendo largas distancias. Pero en lugar de eso están pálidos y su aliento no forma condensación, pues está tan frío como el aire, que ahora está lo bastante frío como para que tengamos que trabajar con guantes.

Djamila está igual.

Creo que no puedo seguir escribiendo.



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