27.11.14

Majid. 20

Día Décimo tercero del mes Sagrado del año 208

La visión de ayer no se ha disipado del todo y eso me preocupa. Esta mañana, cuando regresaba de mi caminata por el campo, Azfal estaba charlando con Abdul en el borde del Pozo. Comentaban algo de que el agua de las Lágrima se había reducido aún al caudal habitual para estas fechas del año. Me acerqué a saludar, primero porque quería hablar con Abdul sobre la posibilidad de buscar unas tierras donde asentarme en Yarim – si voy a considerar la posibilidad de pedir la mano de Djamila, debo conocer en qué lugar podríamos vivir, ella se merece una casa digna y no muy diferente a las del resto de las esposas de Yarim- y en segundo lugar porque quería sacar de mi cabeza de forma definitiva mi visión de ayer. El resultado fue el contrario.

Estaba bastante nervioso, impactado por la visión de Azfal como el Señor de la Noche, como un demonio, y eso debió influir. Estaba predispuesto y la ensalada del alma, coge mis miedos y mis predisposiciones y las pone no sólo en la superficie, sino fuera, enfrente de mí. En cualquier caso, cuando me paré delante de los dos con intención de saludarlos los ojos de Azfal me parecieron completamente negros. Sin iris, ni pupila, o como si todo el ojo fuese una pupila negra como la noche. A punto estuve de desmayarme allí mismo, suerte que pude contenerme por un poco. Hablé con los dos, e incluso Azfal me felicitó por la idea de quedarme en el pueblo, mientras hacía toda clase de bromas desenfadadas. Pero sus ojos no dejaron de ser negros como la pez en ningún momento. Llegué a pensar que de alguna manera podría ser ‘verdad’, pero Abdul no mostraba ninguna señal de estar viendo nada extraño en el cantante.

Esta tarde se lo he contado a Massud, que me ha confirmado que es producto de mi imaginación y mi temor. Me ha recordado que justo cuando conocí a Azfal fue cuando estuve en el templo que tanto me asustó, así que mi mente de alguna forma ha decidido proyectar mi miedo en él, el más raro de los habitantes del Valle de las Ruinas.

Le he preguntado si no podría usar sobre mí mismo la hipnosis para calmar los temores cuando se vuelven en visiones tan vívidas. Me ha dicho que no, que no podría, aunque supiese realizar una hipnosis, que no sé. He insistido un poco y me ha dicho que en cualquier caso la parte de la hipnosis del tratamiento requiere conocer los rudimentos de una hechicería, la de Ilusión, y he tenido que reconocer que de hechicería no tengo ni idea.

Creo que por darme gusto hemos pasado el resto de la tarde, hablando de magia, y en concreto aprendiendo algunos pases de manos básicos, así como las doce clases de entonaciones simples de mantras de hechicería. Así he descubierto que no sólo no tengo ni idea de todo eso, sino que además no se me da muy bien.


Día Décimo sexto del mes Sagrado del año 208

Ahora conozco completamente la fórmula del primer bebedizo que Massud me dio, y además creo que lo entiendo. La verdad es que resulta en extremo ingenioso. Varios de los componentes podrían provocar la muerte, pero están compensados por otras plantas que son justamente los antídotos de los venenos de las primeras. De esta forma se logra dejar tan sólo el efecto deseado, que está presente en las plantas venenosas, y en ninguna otra planta.

Una compensación inadecuada en los antídotos, podría llevar a una muerte segura, o si no al menos en terribles dolores, el método para lograr este equilibrio es también ingenioso, una última hierba se usa como indicador en la mezcla durante la cocción. Su papel es simplemente detectar la presencia activa de los venenos, ya que cambia de color rápidamente ante un desequilibrio entre el veneno y su antídoto; de forma que la forma que el doctor, debe estar presente y muy atento a la cocción para requilibrar durante la misma la cantidad de ambos grupos de plantas.

Jamás había visto un procedimiento como este, y depende completamente de las hierbas marcadoras. Sólo alguien con una increíble experiencia podría haber discernido este procedimiento. A mí no se me hubiese ocurrido nunca.

Como estaba claro que no tenía ni idea del procedimiento, Massud ha empezado a enseñarme qué plantas se pueden usar como marcadores en una cocción y porqué. Hay muchísimas más de las que hubiese imaginado, para detectar gran cantidad de sustancias y su proporción, eso sí, bajo una paciente y atenta mirada.

Con permiso de Massud he estado apuntado todo lo que me ha ido enseñando en mi cuaderno sobre hierbas. Al final va a quedar algo bastante interesante.

Echo de menos a Djamila. A ver si regresa pronto.

Día Décimo séptimo del mes Sagrado del año 208

Hoy he conseguido hipnotizar a una gallina. Massud dice que es el animal más fácil de hipnotizar, así que me he puesto a intentar lo que él me había enseñado y efectivamente he podido. Es sorprendente ver a una gallina completamente paralizada dejándose coger, trasladar, acariciar. Y sin machacarte a picotazos. Massud dice que haciendo esto es mucho más sencillo sacrificarlas. Me imagino, pero me sentiría un poco mal. Es como abusar un poco. Claro que en realidad no he matado muchas gallinas en toda mi vida. Cuando se lo he dicho, Massud se ha reído y me ha dicho que más me vale casarme con Djamila en cuanto ella regrese.

Hoy hemos estado un poco vagos, y la tarde la hemos pasado jugando al djerek. Massud me ha enseñado lo que se llama el ‘juego del asesino’. La pieza en cuestión me parece demasiado débil, pero Massud me ha enseñado su verdadera fuerza, como trayéndola y sacándola del tablero, puede desestabilizar completamente la posición del contrario, mi posición, y abrir paso a las piezas más importantes justo hasta el centro del campo de batalla.  Muy interesante. El djerek tiene tantas maneras diferentes de ser jugado, que más bien parece una metáfora del mundo y una con un secreto bien guardado entre sus piezas.

Está claro que la falta de Djamila me pone filosófico.


Día Décimo noveno del mes Sagrado del año 208

Hoy cuando me he despertado me ha parecido escuchar a Djamila en la cocina, en la parte de las mujeres. Sin pensar he asaltado la cocina, pero no era ella, sino una vecina que tiene una voz parecida. Lo peor es que con las prisas no me había puesto los pantalones. Se han reído a gusto de mí. Durante todo el día no han parado los comentarios y las puyas.

Aun así me he quedado en casa. Ayer Massud me subió la dosis de cactus y me siento un tanto mareado y confuso. Además le prometí que le llevaría una copia en limpio de mis dibujos del corazoncillo muerto y entre la vergüenza y el mareo me ha llevado todo el día.


Día Vigésimo del mes Sagrado del año 208

Massud tuvo muchísimas alabanzas para mi trabajo con los pinceles y las tintas. Siempre se me ha dado bien. ¿Debería haber sido escriba en lugar de hakin? ¿Pintor tal vez? No pintor no, apenas se ganan la vida y siempre están a merced de sus mecenas. Pintor no. Pero el oficio de escriba no está mal. No se corren peligros y los hechiceros siempre están dispuestos a pagar un buen dinero por una buena copia de un grimorio famoso. De hecho creo que pagan fortunas por grimorios famosos tanto si son verdaderos como si no.

Con los intentos de Massud de enseñarme hipnosis ha quedado claro que no estoy dotado para la magia. ¿Cómo debe sentirse uno invocando los poderes del mundo mediante la hechicería? Una vez vi a un hechicero dar un espectáculo con las llamas del fuego de la chimenea de una taberna allí arriba en el valle. Era un hechicero de poca monta, claro, los magos de verdad hacen cosas mucho más peligrosas con el fuego; pero aun así quedé fascinado por la forma en la que las llamas parecían obedecerle completamente. ¿Qué razón habrá tras la afinidad con la magia? ¿Por qué algunas personas, sobre todo hijos de otros hechiceros parecen conocer las palabras y los movimientos casi sin estudiarlos y sin embargo otros como yo parecemos negados para todo el arte hermético? De nuevo, volvemos a la herencia, a lo que se pasa de padres a hijos y de estos a los nietos. Hay secretos profundos en esta herencia que no conocemos y que me gustaría comprender si logro superar mis treinta años.


Día Vigésimo tercero del mes Sagrado del año 208

Hoy ha regresado Djamila. Estaba regresando desde casa de Massud, cuando la he visto caminando por uno de los caminos que llevan al Pozo junto a Jalal y el resto de los que se habían ido con ellos. No pensé. Ni siquiera tuve celos de Jalal al verlo junto a ella. Simplemente nada más verla estaba corriendo por los prados y saltando muretes separadores como si yo mismo, de tanto vivir entre ellas, me hubiese transformado en una cabra.

He caído sobre ella y, mientras la alzaba en un abrazo, la he besado en la boca. Creo que ha habido hasta aplausos. Y ella estaba muy avergonzada, claro. Sólo entonces me he dado cuenta de que la estaba besando en público y dejando muy claro, si es que aún le quedaba alguna duda a alguien, que la amo. Yo no soy así. Sinceramente espero que sea todo debido al amor que siento por ella, y no porque la ensalada del alma me exalta, me pone todos los sentimientos a flor de piel.

Ella ha intentado disimular un poco, pero me ha dejado cogerla de la mano y llevarla hasta su casa sin soltársela en todo el trayecto. Ya en la casa ha habido algo de revuelo, quejas y discusión, pero todo eso me da igual, ella ha vuelto al fin.

Cuando las cosas se han calmado un poco, ella ha sacado cosas que ha traído desde el otro pueblo, incluyendo una funda más bonita para mi ak’jambia, así como vestidos para sus hermanas y un fez para su madre. Luego ha estado contando todo lo que ha visto en el pueblo, y en el camino hasta allí. Y sobre todo ha dado muchos detalles sobre el parto y lo hermoso que era el niño que habían tenido.

Todo lo cual lo recuerdo de forma difusa, porque sólo podía mirar su increíble pelo, el hermoso color de sus ojos y de su piel y la forma en la que su cuerpo se insinuaba bajo su thoba. La debía estar mirando tan intensamente que Jalal, por lo bajo, me ha dicho que ya me valía, que la iba a desgastar y se volvería rubia de tanto mirarla.

No sé qué me ha dado entonces. De alguna forma la idea de que debería ser comedido al mirarla me ha parecido inaceptable, y de ese pensamiento he pasado a la idea de que debería poder mirarla cuándo y cómo quisiese, y, finalmente, para cierta sorpresa de todos, hasta para mí, me encontré pidiendo su mano a la viuda.

El resto de las hermanas me miraban como si estuviesen viendo un loco, y Djamila estaba roja como un tomate. La viuda los ha hecho salir a todos, hasta a Djamila y nos hemos quedado a solas. Me ha puesto un vaso de leche fermentada, y por primera vez desde que la conozco, se ha puesto otro ella misma.

Tras mirarme un rato muy seria, lo primero que ha soltado es que no tiene para pagar la dote de todos, y que Djamila es la más pequeña, así que no hay dinero para su dote. Yo le he recordado la mentira de que en mi tierra es el hombre el que paga. Entonces ella ha ido a lo que de verdad es un problema y que los dos sabíamos. Me ha dicho a las claras que aunque yo sea un hombre de provecho, con dinero y buena profesión, estaba claro que no era un hombre fuerte y que estaba muy enfermo. Me ha dicho que no quiere que su hija sea una triste viuda joven.

Es difícil argumentar contra algo que simplemente es verdad, pero le conté todos los planes. Primero le dije que ya había localizado y medio apalabrado una casa con un prado excelente que podría sostener un rebaño más que considerable. Que podía pagar esa casa y bastante más, de forma que incluso en el caso de que yo muriese pronto y ella se quedase sola, o aún peor, con hijos míos, tendría la casa, el prado y el rebaño. Que no le costaría encontrar un hombre dispuesto a aprovecharse de todo eso, y que ella misma podría pagarse una o dos dotes en tal caso. Además le he dicho, que pondría todo lo que he ahorrado a su nombre, de forma que tras mi muerte mis familiares del valle no heredarían, sino que lo harían ella y nuestros hijos si hubiesen. Luego, le he contado cómo Massud opinaba que el tratamiento iba mejor de lo que esperábamos, y más que una muerte joven pareciera que iba a tener una vida larga y sana.

Finalmente le dije una gran mentira. Le expliqué que la enfermedad que me aflige sólo la padecen los varones –lo que es cierto-, y que debido a mi formación de hakin, conozco las fórmulas y pociones necesarias para que ella y yo tuviésemos sólo hijas –lo cual es una gran mentira, pues como en otras muchos misterios, se desconoce por completo qué es lo que hace que nazca un infante varón o hembra.

La viuda no estaba muy convencida de mi poder para engendrar sólo niñas, pero sí que estaba convencida de los ‘poderes’ de Massud, así que si él decía que yo me curaría, me curaría. Dijo que tendría que hablar con aquel viejo loco de Balidran para estar segura, pero que si era así daría su permiso para nuestro matrimonio, siempre y cuando yo pasase el convite también, le buscase a ella unas joyas aceptables y sobre todo hiciéramos todos los pasos tradicionales en Yarim. Desde la solicitud pública, hasta la noche de bodas en el campo entre cabras.

Le dije, que a ese respecto quedase tranquila, pues si me concedía permiso para desposarme con Djamila tenía intención de convertirme en un yarime con todas las de la ley, que me esforzaría por parecer tan del pueblo como las blancadas. El chiste de cabras no le hizo ninguna gracia.

Cuando salimos a donde estaban los demás Djamila tenía cara de miedo, e hizo ademán de separar a su madre para hablar con ella; pero la viuda antes de que nadie hablase declaró que aceptaría el matrimonio entre el flacucho hakin y su hermosa Djamila siempre que se cumpliesen una serie de requisitos que se habían hablado y que se detallarían en los siguientes días. La cara de felicidad de mi amada, fue tan clara que de pronto me desaparecieron los temores y de pronto las visiones provocadas por la ensalada del alma, se hicieron brillantes y hermosa donde habitualmente eran tristes y tenebrosas. En ese momento las mujeres se volvieron locas, comenzaron a hablar de toda clase de cosas y no sé cómo aparecieron por allí muchísimas vecinas, algunas de las cuales creo que nunca había visto nunca.

Jalal me sacó de la casa. Me dio un codazo en el brazo y bromeó con que tenía el valor bien escondido. Estaba más que claro que su sonrisa escondía una profunda envidia. Entonces entendí que por mucho que fuese un joven apuesto, era demasiado joven, incluso para Djamila y sólo era un pastor, no era un hakin con dinero como yo. Le di un abrazo de hermano, y le di las gracias por todo lo que me había ayudado con ella, aunque no recordaba que me hubiese ayudado nunca en eso. Y entonces le pregunté si estaría dispuesto a hacer un favor, unas comprar en Al Ossi, que le pagaría bien.

El asintió, a pesar de que estaba claro que lo estaba separando de allí, y a pesar de que acababa de regresar de un viaje. Así que pasamos buena parte de la tarde en la única tasca del pueblo, hablando de cuál sería el vestido de boda más adecuado para ella, así como las joyas de que debían comprarse. Por supuesto al final del día todos los hombres del pueblo estaban en la tasca, bebiendo a mi costa, y haciendo chanzas sobre mi matrimonio. En algún momento hasta vi a Massud entre la gente riéndose con ganas.

He vuelto borracho y mareado a la casa. He tenido que meter la cara en la jofaina para aclararme un poco y estaba a medio desvestir cuando se ha colado en la habitación Djamila cubierta tan sólo con una túnica muy fina y bastante transparente. Me ha besado en la boca, me ha dicho que no creía aún que hubiese tenido valor para dar el paso y que estaba muy contenta. He intentado contestarle, pero ha seguido hablando, diciendo que iba a hablar con su madre y que no me preocupase que iba a lograr que se aligerasen las condiciones, que ella no necesitaba tanto, y que tal y que cual, yo ya no escuchaba, sólo olía y miraba. Entonces me ha vuelto a besar y me ha dicho que, eso sí, tendríamos que hacerlo bien hasta la boda. Yo le he dicho que todo lo que ella quisiera, a lo que ella me ha dado las gracias. No me he dado cuenta hasta que se ha marchado que eso significaba que no estaría en mi cama esta noche, ni el resto de las noches hasta la boda.

Día Vigésimo octavo del mes Sagrado del año 208

No tenía ni idea de cuántas cosas son necesarias para una boda. Pensaba que la única importante era el sacerdote, pero dado el estado de Rubbah, al parecer esto es lo único que no va a ser necesario.

Para mí lo más importante es asegurar su futuro, y eso pasa por conseguirle una casa y unos prados que estén a la altura de lo que he llegado a sentir por ella. La casa que había medio hablado, todos me han dicho que está muy bien, pero entre Massud y Jalal, han conseguido que me la rebajen de precio. Al parecer al precio que me estaban pidiendo hubiese sido un timo.

Finalmente, han sido las hermanas mayores de Djamila las que han decidido cómo ha de ser el vestido y las joyas, así que Jalal no ha salido hacia Al Ossi, hasta esta tarde. Por lo poco que he podido entender, no va a ser muy diferente que otros vestidos de boda, como los que aportan como ajuar las mujeres de Yarim, es decir bonito, para guardarlo más que para usarlo, y muy caro.

Ha habido un pequeño lío con el color. Claro, no soy un Osramán, ni ninguno de los otros apellidos de Yarim, ¿con qué color deberíamos casarnos? Al final, pensando en las nieves del Valle les he dicho que blanco, pero se han negado, ya que es el color del luto. Así que al final se ha llegado a la conclusión que los Ibn Kamaj vestirán del verde de las praderas que tienen en común estas tierras y las de mi nacimiento.

Al parecer nos casará Abdul, que a falta de Rubbah es lo más parecido a una autoridad que hay en el pueblo, y todo el mundo ha estado de acuerdo que debe celebrarse donde la gran higuera, así que había que negociar también un precio con la joven que es la única heredera del prado en el que está el árbol, lo que incluía tanto el precio por el alquiler para la ceremonia, como un dinero extra por si acaso el árbol resultase dañado de alguna manera.

Y claro, hay que empezar hablar del banquete, al que todo el mundo parece creer que está invitado, así que estoy teniendo que considerar cómo dar de comer básicamente a todo el pueblo. Eso sí, de inmediato han empezado a aparecer montones y montones de corderos y cabras teóricamente a buen precio. De negociar por la carne del banquete se va a dedicar la viuda, que ha dejado claro que de comprar comida no tengo ni idea. Se me ocurrió preguntarle si habría que contratar a alguien para cocinar todos esos platos y casi me echa de la casa a palos, entre gritos de si se había creído que las mujeres de su familia eran mancas o ciegas.


Mucho lío, y entre tanto lío tengo el tratamiento algo descuidado. 

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